Por Fabián
Lebenglik
No es común ser sorprendido por nuevas pinturas de pintores poco
conocidos. Pero los cuadros de José Andriuolo (1949) producen un
deslumbramiento a primera vista por su extraordinario manejo del color y
la personalidad única de sus paisajes chirriantes.
Al tratamiento del paisaje y del color en Andriuolo se suma, en todos sus
cuadros, una suerte de núcleo criminal catártico que, a modo
de venganza, la evocada naturaleza del pintor comete contra los hombres
depredadores: en algún lugar de la tela, los hombres son muertos
por cactus, árboles, monos o pájaros antropomórficos
que hacen justicia por cuenta propia.
Una buena cantidad de su obra más reciente (la serie Venganza
ecológica, de 1998) se puede ver en la sala Ojo al país,
que el Fondo Nacional de las Artes, con la ayuda de la Fundación
Antorchas, maneja en el Centro Cultural Borges desde hace un año
con gran acierto, por el buen ojo en la elección de los artistas,
la limpieza del montaje y la edición de buenos catálogos en
cada exhibición.
Ojo al país se dedica a mostrar la obra de artistas de las diferentes
provincias argentinas que no están suficientemente difundidos en
la ciudad de Buenos Aires por falta de oportunidades.
El Fondo Nacional de las Artes es una de las instituciones cuya gestión
durante el menemato merece destacarse. Sobre todo porque del menemato, en
el campo de la cultura no se esperaba nada.
Con el cambio de gobierno, sin embargo, sí se esperaba y se espera
una buena gestión cultural, pero hasta ahora sólo se distingue
el cambio positivo en ATC. El contraste viene a cuento porque el proyecto
Ojo al país no tiene su continuidad asegurada.
El pintor Luis Felipe Noé, uno de los curadores del espacio Ojo al
país, mantuvo un diálogo abierto con Andriuolo en el marco
de la exposición, sobre la que dieron varias claves y que sigue hasta
fines de julio.
El caso de Andriuolo dice Noé es para mí
una revelación: alguien que trabajó en secreto y ahora
aparece. Incluso para Catamarca. Porque toda esta obra él la tenía
guardada, no la ha expuesto allí y hace tiempo que él no exponía.
Y aparece no como una promesa, sino como un hombre con una pintura muy madura,
con una carga tanto en el orden pictórico como en eso que a la gente
le gusta llamar el contenido. Porque evidentemente es una pintura
con mensaje ecológico, además de la potencia plástica
que tiene. Andriuolo tiene una manera de traducir en su propio lenguaje
la potencia de la naturaleza. Transmite eso que nos cuenta, esas pequeñas
anécdotas y las venganzas ecológicas, nos las impone en una
naturaleza tal como la siente, a través del lenguaje pictórico
muy fuerte. En su obra no sólo las formas tienen color, sino que
el color tiene forma.
Por su parte, Andriuolo dice que en mi pintura todo está a
la vista. No tiene secretos. Lo que yo siento está ahí. De
algún modo mis pinturas son simples, casi elementales, en relación
con lo que a mí me pasa con el paisaje. Después de haber vivido
35 años en Buenos Aires, de pronto me encontré haciendo una
muestra en Catamarca y me quedé prendado de todo eso: del paisaje
y de la gente. Todo ese contacto hizo que cuando volví de la exposición,
a mediados de 1984, decidí irme a vivir allá. Todo fue muy
rápido, pero no fue fácil. La situación cambió
y si aquí podía vivir dando clases y pintando, allí
tuve que hacer otro tipo de actividades. Hasta dejé de pintar varios
años. Había dejado una pintura muy distinta, en cierto modo
influida por Berni. Y retomé en 1996 con otra cosa, con la idea de
hacer paisajes, pero no paisajes como los que hace todo el mundo. Buscaba
mostrar lo que sentía cuando me metía en esas montañas,
mi propia insignificancia ante ese paisaje. Y pensé en la venganza
ecológica que sedaría antes de que el hombre termine por destruir
a la naturaleza. Esa venganza vendría por la potencia de la naturaleza,
que va a impedir que el hombre la destruya.
La cuestión técnica y el lenguaje pictórico sigue
Adriuolo se lo debo a mi maestro, Miguel Angel Bengoechea, quien me
ha dado una base que luego yo he sabido aprovechar... El trabajo con el
color lo pienso como una lucha y eso me gusta. Yo me sitúo en el
medio de la tela, porque empiezo por lo que tengo resuelto, el centro de
la pintura. Y de ahí en más, como si estuviera en una pelea,
voy y vengo hacia los costados. (Sala Ojo al país, Centro Borges,
Viamonte y San Martín, hasta fin de julio.)
LA
EXPOSICION DEL BAR BECKETT
Una bañadera expresiva
Por
F.L.
Hoy es el último día
para ver la muestra del grupo La bañadera, que se exhibe en el
bar, galería de arte y reducto poético Beckett, de Palermo
Viejo.
El grupo, una suerte de colectivo artístico integrado por Mariana
Delfino, Claudio Gallina, Patricio González, Fernando Katz, Silvana
Robert y María Inés Vivaldo, muestra pinturas, grabados,
técnicas mixtas, relieves, objetos y esculturas.
Entre toda la variedad de técnicas, sin embargo, hay un común
denominador de imagen grupal: cierta cercanía estética en
relación con la idea de que la actividad plástica tendría
una función fundamentalmente expresiva.
De las series de trabajos presentados se destacan especialmente dos: una
escultura de Leandro Katz, Mundo medieval, en la que con papeles
y cartones, entre otros materiales, construye una esfera flotante,
un mundo en miniatura, donde se reconstruye con una síntesis entre
grotesca y minuciosa, la concepción del planeta que había
en la Edad Media. La obra, tal vez por su costado humorístico,
no da cuenta del mundo plano pensado por los geógrafos del Medioevo,
sino que introduce el anacronismo de representarlo tan redondo como lo
descubrió el Renacimiento algunos siglos después.
Por su parte, la mejor pieza del conjunto es un cuadro de Claudio Gallina,
que, con mayor oficio que el resto de sus compañeros, evoca en
una pintura de formato más grande una situación pedagógica
de cierta violencia. (En Beckett, El Salvador 4960/68.)
Inauguran
en la semana
Fortunato Lacámera, hoy, en el Centro Recoleta, Junín
1930.
Silvia Helmer, pinturas,
desde ayer, en Hebraica, Sarmiento 2333.
Marta Vicente, pinturas,
desde ayer, en Atica, Libertad 1240, PB 9.
Maggie de Koenigsberg,
pinturas, hoy, en Fra Angelico, Aristóbulo del Valle 666.
Norberto Moretti, pinturas,
hoy, en Ursomarzo, Arenales 921.
Ana Dragone, pinturas,
hoy, en la galería Suipacha, de Suipacha 1248.
Analía Levy, pinturas,
mañana, en el Centro Recoleta, Junín 1930.
Rómulo Sidáñez,
dibujos y acuarelas, mañana, en Palatina, Arroyo 821.
Gómez Moscoso,
Pérez Temperley, Petruschansky, Reisner y Ripoll, grabados,
el jueves 29, en el Museo de Arte Decorativo, Libertador 1902.
Betina Sor, Memoria
y Balance, objetos, el jueves 29, en Roberto Martín,
Defensa 1344.
Antonio Ortiz Echagüe
(1883-1942), pinturas, el 29, en el Museo Larreta, Juramento 2291.
Espigas
virtuales
En
1998, la Fundación Espigas (FE) y su Centro de Documentación
para la Historia de las Artes Plásticas recibieron un subsidio
de la Andrew W. Mellon Foundation de Nueva York, para el desarrollo
de un nuevo programa de consolidación y difusión de
su Fondo Bibliográfico (100.000 documentos) y de su Base
de Datos (63.000 MFN). El programa consistió en la renovación
de los equipos de informática y armado de la red interna,
con terminales de consulta para investigadores y también
en el diseño y configuración de la Red de Investigación
Artística (RIA) con las bibliotecas de la Academia Nacional
de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos
Aires y el Instituto Julio E. Payró de la Facultad
de Filosofía y Letras de la UBA. La confección de
una web page institucional y la puesta en Internet de la Base de
Datos Espigas, etapa ya alcanzada con la colaboración del
grupo Impsat. La Base de Datos de Espigas está en funcionamiento
en Internet y cuenta con 63.000 registros que incluyen todo
tipo de información referida al arte argentino, cuya
actualización se realiza trimestralmente. Dirección:
www.espigas.org.ar
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