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el Kiosco de Página/12

Progresos
Por J.M. Pasquini Durán

Dos actos sucesivos de civilización profunda. Un día, el mapa del genoma humano que abre esperanzas enormes para una de las especies en peligro de extinción en la Tierra: la especie humana. Al día siguiente, el principio del fin del bloqueo norteamericano a Cuba. Una comisión del Capitolio recomendó al plenario que autorizara la venta de alimentos y medicinas, con una chicana para salvar las apariencias: deberán pagarse al contado y con financiamiento europeo. De todos modos, dos expectativas abiertas al progreso y a la ilusión, en una época del mundo en la que, a veces, parece que todo marcha hacia atrás.
Podría hablarse, asimismo, de dos actos de fe, diferentes como los otros pero también sucesivos. El Vaticano dio a conocer, en competencia con el mapa científico, la tercera revelación de Fátima, interpretada a la medida para la gloria del Papa. Esa es fe en el misterio. La segunda es la fe del pueblo cubano en su propio destino, que los hizo aguantar privaciones increíbles y décadas de arbitrariedad, sin quebrar la demanda digna ante la prepotencia del más poderoso. Pequeño y erguido, como el David de la leyenda, ese Estado laico puede celebrar la honda religiosidad que implica la fe en la razón y la justicia.
Cada cual ordenará sus prioridades de celebración, pero todos habrán de coincidir en que el mundo ya no será el mismo después de hoy. Será mejor. Son promesas abiertas, es verdad, auténticos desafíos a la razón y a las creencias, por cierto, pero además del valor en sí mismos, esos actos ratifican la capacidad humana para imaginar futuros diferentes, a pesar de la sordidez y de las mezquindades del presente. Sí, no hay dudas, otra vida y otro porvenir son posibles. La historia vuelve a dejar constancia de semejante designio y los conservadores o los escépticos deberán aceptar que sólo la posibilidad del cambio enciende los ánimos.
Son asuntos que trascienden a sus protagonistas y en esa trascendencia se vuelven más grandes que las causas de origen. Interesan directamente a la vida de cada una de las personas que habitan el planeta, porque las afecta, las transforma, les abre horizontes. Es fácil entenderlo apenas se adivina, aunque sea, la proyección de la tarea científica, aunque también vale para la decisión legislativa de Estados Unidos. El fin del bloqueo contra Cuba hace tiempo que era una causa universal, del mismo modo que otras violaciones a los derechos humanos. Es un paso más hacia adelante, lo mismo que cuando un dictador es enjuiciado, un torturador encarcelado, un sátrapa perseguido, un niño robado que recupera su identidad, cualquier humano que se levanta, con todos sus genes a cuestas, para realizar sus mejores sueños, para demandar lo que en justicia y con razón le pertenece.
Claro que se puede especular con márgenes más estrechos y atisbar, en cada caso, razones de comercio o de influencias que son parte, decisiva inclusive, de estos procesos. Sería insensato negarlos, dejarlos de lado o minimizarlos en el arrebato de la celebración. Están allí y se harán sentir a cada paso. Si fuera de otro modo, la resolución de los problemas que aquejan a hombres y naciones sería asunto de coser y cantar. Parir otra civilización, más justa y más digna, es una tarea titánica que debe realizar gente común. Sin embargo, ésa es la mayor promesa del nuevo siglo. Cuando pasen cien años y alguien vuelva la mirada atrás, tendrá que anotar de nuevo estos dos días, lunes y martes, para entender el propio y remoto origen de su tiempo.

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