Por Eduardo Febbro
Desde París
En el seno de la comunidad científica, el primer borrador del desciframiento del genoma humano anunciado el lunes en varias capitales del mundo suscita tanto entusiasmo como interrogantes. Mientras que algunos científicos explican con cautela que aún falta un largo trecho para que los avances logrados deriven en tratamientos que reviertan enfermedades, otros �particularmente los ligados a la industria farmacéutica� se frotan las manos ante lo que despunta como una mina de oro.
Los grandes laboratorios y las empresas privadas especializadas en la investigación genética reconocen el inmenso campo de posibilidades que la carta del genoma humano abre en el futuro. Jean-Louis Escary, director de la empresa Genodysee, acota que si bien la secuenciación del genoma humano no tiene nada de muy creativo, �la posibilidad de ligar de manera estadística la variación del genoma a una patología es prometedora�. Para entender mejor, cabe destacar que la verdadera carrera se da en adelante precisamente en torno a la exploración y la explotación de esas �variaciones o mutaciones� que conducen a las patologías. Se trata de una mina de oro con doble fondo: por un lado la que van a explotar los laboratorios farmacéuticos que elaboran los medicamentos, por el otro la veta inagotable al alcance de las terapias génicas.
Los expertos dividen en dos ramas generales los usos futuros del genoma: diagnóstico-medicina preventiva y terapia génica. Escary adelanta al respecto que �dentro de unos 10 años se extraerán de la boca de un paciente algunas células a través de las cuales se determinará luego qué remedios convienen para su enfermedad y qué tratamiento es el más adecuado para su patrimonio genético�.
La clave de este trabajo es la caracterización del SNP, Single Nuclotide Polymorphism, el cual determina las variaciones genéticas ínfimas que intervienen en una gran cantidad de enfermedades comunes. Para ello es preciso �transformar la información genética en información biológica�, precisa Escary. Una tarea que implica el análisis de los genes de las personas con riesgos �diabéticos, cardíacos, hemofílicos� y la posterior comparación de los datos con las personas resistentes. De esa manera se identificarán las mutaciones que provocan en esas enfermedades. Las promesas de lo que algunos especialistas llaman ya �el post gen� son inmensas. Numerosos científicos señalan que la terapia génica será apenas �una consecuencia marginal� de las informaciones contenidas en los genomas. En ese contexto, la industria farmacéutica se encuentra en la primera línea de los beneficiarios del nuevo conocimiento. Gracias al recurso, a �modelos simplificados� destinados a evaluar la acción de miles de moléculas sobre las células, será más fácil encontrar los remedios correspondientes. Philippe Forget, director del Instituto Biológico de Lille, sostiene que �la mayoría de las enfermedades más frecuentes son multifactoriales. De allí que el análisis genético de las poblaciones enfermas nos permitirá conocer el conjunto de los genes culpables y elaborar una suerte de mapa de grupos homogéneos de enfermos para, así, proponer el tratamiento indicado�.
Pero esta futurología aplicada, si bien es un terreno en el que numerosas empresas empezaron a sembrar, aún requiere muchos esfuerzos para que sus promesas sean realidad. �Lo que queda por hacerse es gigantesco�, afirma Pascal Brandys, presidente de la empresa biotecnológica Genset. Nadie, sin embargo, quiere estar ausente de la cosecha de frutos. Tanto más cuando, de aquí a finales del 2001, el SNP, consorcio público quereagrupa a los laboratorios públicos del mundo entero, ponga a disposición de los investigadores 400 mil Single Nucleotide Polymorphism, los famosos SNP que encierran la cifra, las posibles variaciones genéticas que son la base de muchas enfermedades. Caracterizarlos equivale a poner la ficha sobre el número donde se detiene la rueda de la fortuna.
EN 1999, 2,8 MILLONES DE MUERTES
Los números del sida
La epidemia del sida no se detiene. Y, aún, puede ser peor. El VIH ya provocó 18,8 millones de muertes, de las cuales 3,8 millones fueron de niños, según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para la Lucha contra el Sida (Onusida), difundido ayer. Actualmente hay unos 13,2 millones de chicos enfermos.
�Si no se aumenta en forma drástica la acción contra la epidemia, el daño que ya ha hecho parecerá intrascendente en comparación con lo que nos espera�, advirtió el director ejecutivo del organismo. Entre los países latinoamericanos, la Argentina se ubica en tercer lugar en número de enfermos, con 130.000 habitantes con sida.
En total, alrededor del mundo, en 1999, el sida causó 2,8 millones de muertes: de las cuales 1,2 millón fueron de mujeres y 500.000 de chicos. En Latinoamérica hay 1,3 millón de contagiados. Brasil es el país de la región con mayor número de enfermos (540.000). La Argentina se ubica en tercer lugar, con 130.000, después de México, con 150.000. Pero los mayores niveles de infección se registran en el lado caribeño del continente, donde la vía de contagio es, mayoritariamente, la de las relaciones heterosexuales sin protección.
opinion
Por Juan Pablo Cafiero * |
Prevenir la discriminación
El anuncio de que prácticamente se ha llegado a descifrar el mapa genético de nuestra especie constituye uno de los avances más trascendentales del conocimiento en la historia de la Humanidad. Si bien la comunidad científica advierte que deberemos esperar entre diez y veinte años hasta que este descubrimiento se traduzca en nuevas formas de tratamiento y prevención de enfermedades, es indudable que nos encontramos apenas en la antesala de un camino que revolucionará no sólo las técnicas terapéuticas y la farmacología sino también el concepto mismo de vida, tal como ha sido entendida desde que los primeros seres humanos aparecieron sobre la faz de la Tierra.
Sin embargo, el árbol del conocimiento tiene también algunos frutos amargos. Los mismos integrantes del denominado Proyecto Genoma Humano -responsables de este descubrimiento� llamaron rápidamente la atención acerca de los posibles efectos sociales negativos de este avance científico. Se supone que el desciframiento del código genético permitirá pronosticar con mucha anticipación �incluso desde el feto� la predisposición de una persona a contraer todo tipo de enfermedades. El manejo inescrupuloso de esta información por parte de empleadores y compañías de seguros podría dar lugar a una política discriminatoria de contrataciones y despidos, con consecuencias desastrosas para el derecho de los trabajadores y la estructura de la sociedad en su conjunto.
Lamentablemente, estos abusos ya han empezado a producirse. A fines del año pasado, una ex empleada de una firma de Carolina del Norte, en los Estados Unidos, denunció que había sido despedida luego de que un estudio médico revelara que padecía una enfermedad genética potencialmente mortal. En parte debido a la toma de conciencia que generó su caso, un decreto firmado por Bill Clinton en febrero último prohibió que las dependencias oficiales discriminaran a sus empleados en base a este tipo de exámenes.
Es nuestra obligación como legisladores prever el riesgo de que casos similares se produzcan en la Argentina. Por eso hemos propuesto incorporar la consideración de las características genéticas en la ley Sobre Actos Discriminatorios.
Celebramos el avance del conocimiento, pero consideramos que debemos extremar los recaudos para que los beneficios de ese conocimiento se distribuyan de la manera más equitativa entre los seres humanos. De lo contrario, el progreso científico podría convertirse en la herramienta de una nueva oligarquía planetaria, que en beneficio propio agregue un eslabón más a la cadena de padecimientos de nuestros semejantes.
* Vicepresidente primero de la Cámara de Diputados de la Nación. |
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