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La hora de la madurez parece
estar llegando a los �Friends�

La serie sensación en Estados Unidos terminó'su temporada con un capítulo serio, rematado por un casamiento, entre Mónica y Chandler.

Las historias de la serie han evolucionado junto a sus personajes.
Aquellos amigos ahora pasan los 30 y a veces los rodea el vacío existencial.


Por Julián Gorodischer

t.gif (862 bytes) Ellos también saben ponerse serios y relegar los gags a un segundo plano. Ocurre una vez al año, cuando �Friends� se despide hasta la próxima temporada y los seis amigos no pueden sustraerse de la importancia que tienen los �asuntos de bodas�. Es convención que el final de temporada -que se emitió el martes y se repite el domingo a las 16.30, por Sony� incluya el comienzo de un matrimonio, y éste llega con una carga de conflicto que pocas otras cosas pueden despertar en los vecinos más famosos de Manhattan. ¿Por qué el �estar casado� tiene tal poder perturbador? Quizás porque todos los personajes de esta serie-sensación ya pasaron los 30 y están bastante solos, cuando el mandato de conocidos y parientes indica que no deberían estarlo. El año pasado jugó el factor sorpresa: Rachel (Jennifer Aniston) y Ross (David Schwimmer) se casaron por error en Las Vegas, tras una borrachera. Esta vez no quedan dudas: la boda no pudo ser otra que la coronación del último epicentro de todos los conflictos de la serie, la pareja que componen Mónica (Courteney Cox Arquette) y Chandler (Matthew Perry). 
Sólo que llegar al compromiso no les resultó fácil, porque aparece en sus vidas un tercero. Richard (Tom Selleck), un ex de Mónica, le ofrece todo lo que su actual novio le niega: aplomo, fortuna y �sobre todo� casamiento. Sólo que ahora Chandler sí quiere casarse y su negativa es apenas un recurso para sorprender luego a su prometida. Pero ella todavía no lo sabe, se confunde e inclina la balanza a favor de Richard. El planteo del programa es una excusa para poner en evidencia que, detrás de los juegos y las risas maníacas, los Friends la vienen pasando mal hace rato. Tienen trabajos mediocres, nunca llegaron a la casa propia, fallaron en todas sus parejas (a los 30, Ross ya se divorció tres veces) y el desamparo pesa fuerte. Un poco celosas por la boda de sus mejores amigos, Phoebe y Rachel llegaron a un pacto: tienen un respaldo por si llegan solteronas a los 40. Acordaron con Joey y Ross que serán sus maridos si en unos años siguen solas. Se los disputan y no se ponen de acuerdo: que sea una moneda la que decida. ¿Qué importa el nombre de su futuro esposo si lo que vale es eludir la soltería? 
Los años, para ellos, traen una ansiedad que desconocían. Ross se pone reflexivo: �¿Me conviene esta relación con Elizabeth?�, piensa. Y decide que no, porque la chica es 12 años más joven. Ella juega guerras de bombas de agua y asiste a campamentos estudiantiles, mientras él reclama, por fin, una esposa que no se divorcie a poco de casarse. Está desengañado, y éste es tiempo de replanteos. Pone punto final: ya no está para relaciones pasajeras. Chandler, por su parte, se desespera al enterarse de que está a punto de perder a Mónica. Su paraíso anterior �la vida despreocupada, el desorden de su casa de soltero� deviene en pesadilla. ¿Acaso le sobrarán, de aquí en más, oportunidades? Ya no es como antes, cuando el presente consistía en tirarse a dormir en su sofá preferido o ver películas porno. Los 30 llegan a su vida con una carga de cosa definitiva que lo modifica. Nadie hubiera imaginado al más díscolo de la serie suplicando por amor a su futura esposa. 
El final debe sosegar los ánimos: los enredos se aclaran y la escena de la declaración de amor encuentra a Chandler y Mónica rodeados de velas y música romántica. Es hora de ponerse serios y hablar de amor. Sólo una vez al año se termina una temporada. �Nunca pensé que sería tan afortunada de enamorarme de mi mejor amigo�, dice Mónica y se produce la catarsis: llega un oh entusiasmado de una tribuna que nunca se ve pero se escucha, el ingreso inoportuno del resto de los amigos, un abrazo que no se deshace. Y otra frase. �No me siento nada celosa�, dice Phoebe, extrañada de sí misma. Minutos antes había confesado su pizca de envidia, y ahora se entrega al grupo de amigos. Quizás porque pueden cambiar muchas cosas: seguramente disolverán la convivencia y darán paso a relaciones más maduras, se verán de vez en cuando y no a cada hora, tendrán nuevas prioridades. Pero el estar feliz ante cada alegría en la vida de los otros es una prioridad para los Friends. Amigos son los amigos.

 

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