Por Felipe Yapur
�Si me obligan a votar esta ley lo voy a hacer, pero quiero que sepan que después abandonaré mi banca�, clamó más que amenazó la radical disidente Elisa Carrió en medio de una tensa reunión del bloque de diputados de la Alianza. Poco más tarde en el recinto, la diputada no concretó su amenaza, se abstuvo y justificó su decisión al sostener que �los decretos son inconstitucionales pero tampoco estoy dispuesta a convalidar la maniobra de los justicialistas�. Finalmente, los aliancistas apoyados por los partidos provinciales frenaron el proyecto de ley de los senadores peronistas tendiente a dejar sin efecto el recorte salarial a los estatales. Un éxito hacia afuera acompañado por heridas hacia adentro: la bronca de �Lilita� Carrió fue apenas el momento más duro y tenso de una jornada signada por debates, gritos y rezongos entre aliancistas.
Todos los que llegaron al encuentro sabían que iba a ser difícil su desarrollo. Varios de los rebeldes ya habían anunciado su oposición a los decretos de necesidad y urgencia. Hasta habían presentado un proyecto de ley alternativo. El temor de las autoridades del bloque era que todos los disidentes, cuyo número fluctúa entre 6 y 12, podían votar en contra y terminar beneficiando a las intenciones del justicialismo de convalidar lo aprobado por sus senadores. La estrategia adoptada por la conducción de la bancada fue procurar, dialogando, convencerlos de la necesidad de votar unánimemente.
Rodolfo Rodil fue el que rompió el silencio y se dirigió directamente a los rebeldes. Aseguró que respetaba las trayectorias de todos y cada uno de los que militan en la disidencia pero les dijo que en esta oportunidad su rebeldía era funcional a los intereses de la oposición. Menos diplomática fue la mendocina, frepasista como Rodil, Cristina Zuccardi quien en un tono fuerte arengó a dejar de lado las discrepancias. �Aquí no estamos para discutir sobre tal o cual inciso. Tampoco hay espacio para disidencias, somos parte del Gobierno y como tal tenemos que defenderlo y ejercer el poder�, dijo y el buen clima del discurso de Rodil comenzó a desmejorar.
Lo que terminó por caldear los ánimos fue la participación del radical Víctor Peláez, quien acusó a los tres socialistas democráticos de estar colgados del saco de la Alianza y �ahora se volvieron disidentes�. Esto ofuscó a Héctor Polino quien le recordó a su compañero de bancada que tanto él como Alfredo Bravo ya eran diputados antes de la conformación de la Alianza. El santacruceño Rafael Flores quiso aplacar los ánimos: habló un rato y al final de su intervención le pidió calma a Polino. No fue oído: el socialista se había retirado del salón.
En ese momento Carrió pidió la palabra. Reiteró su oposición a los controvertidos decretos de necesidad y urgencia del Ejecutivo: la medida, y la vía elegida para instrumentarla, son �inconstitucionales�. Inmediatamente aclaró que también estaba en contra de �prestarse al juego oportunista y sin salida de la mayoría del Senado�. Esto desató un sinnúmero de quejas detrás de la diputada quien, visiblemente molesta más gritó que dijo: �Si me obligan a votar esta ley lo voy a hacer, nunca traicionaré a mi gobierno. Pero sepan que después abandonaré mi banca�.
Carrió abandonó la sala llorando. Una diputada le gritaba �si no te gusta, renunciá�. En la puerta del bloque la chaqueña se encontró con la diputada María América González, quien intentó calmarla y convencerla de que regresara a la reunión. Carrió la miró a los ojos y le dijo: �Ahora no, estoy muy caliente. Después hablamos�, y se fue. Durante la sesión Carrió reiteraría sus argumentos y en el momento de la votación se abstendría, igual que los socialistas democráticos Jorge Rivas, Polino y Bravo. Poco después, el presidente del bloque Darío Alessandro intentó no darle tanta importancia a lo que ocurrió en esa reunión. �Fue un encuentro como tantos otros, para nosotros esta sesión era muy importante porque está en juego la gobernabilidad�.
El rechazo a la derogación a los decretos del ajuste que el Senado aprobó hace dos semanas se alcanzó con 115 votos a favor. Los que se abstuvieron fueron 18 y esto incluyó a varios legisladores de partidos provinciales, aliancistas y al bloque de Acción por la República, cuyo líder Domingo Cavallo está vaiajando por Europa. Los 55 que votaron en contra no fueron todos justicialistas: también los frepasistas Alicia Castro y Ramón Torres Molina, quien explicó a sus colaboradores que durante la convención constituyente del �94 fue él quien redactó el largo y aplaudido discurso de Carlos �Chacho� Alvarez donde justificó su rechazo y repudio a los decretos de necesidad y urgencia.
CHACHO ALVAREZ Y ALASINO BAJARON LOS DECIBELES
Un acuerdo sobre los ñoquis
El vicepresidente, Carlos Alvarez, salió ayer a parar los vientos que desataron la polvareda caliente que desde hace quince días satura el aire en la Cámara de Senadores. Acordó durante un improvisado encuentro con el presidente de la bancada justicialista, Augusto Alasino, bajar la intensidad de la confrontación entre la Alianza y el peronismo respecto del manejo administrativo del cuerpo. Además fijaron las bases de un renovado vínculo de interlocución entre el PJ y el Gobierno. Y yendo a lo concreto y tal vez aprovechando que ayer fue 29: resolver la cuestión de los empleados �ñoquis� estableciendo que las dos bancadas de común acuerdo verán cómo podan los empleados del Senado de forma de reducirla, como mínimo, en 500 empleados.
El senador justicialista por Río Negro Remo Constanzo fue el gestor del encuentro con Alasino. El entrerriano fue al despacho de Alvarez acompañado por el propio Constanzo (que conserva buen trato con Chacho desde los lejanos tiempos en los que ambos militaban en la renovación peronista) y el chubutense Osvaldo Sala.
La reunión buscaba enfriar la escalada de confrontación que inauguró Alvarez cuando la semana pasada calificó como �extorsionadores políticos� a los senadores y que continuó en estos días con la difusión de un listado en el que figuran con nombre y apellido más de 3156 empleados del cuerpo, entre los que figurarían �mas de 700 ñoquis�, según el propio Alvarez. Ayer se acordó establecer un mecanismo conjunto para abordar el problema de �ñoquis� poniendo en marcha un sistema que permita transparentar la situación del personal del cuerpo.
Este mecanismo consistiría en darle a cada legislador la posibilidad de decidir la cesantía del personal que exceda la planta máxima de colaboradores que establecen los reglamentos del cuerpo. Y determinar en conjunto el despido de los empleados heredados de legisladores con mandato vencido, quienes les aseguraron estabilidad laboral antes de abandonar su banca. Este será, en rigor, el sector que deberá abonar las �por lo menos 500� cesantías que le reclamó Alvarez a Alasino para dar por terminado el capítulo de difusión pública de los familiares y amigos de legisladores que engruesan la nómina salarial del personal parlamentario.
Un senador del PJ afirmó que �a Alvarez le resulta más sencillo llegar a un acuerdo con nosotros que con la bancada oficialista, por necesidades mutuas�. Esto es: el PJ necesita un interlocutor con el Gobierno, así como Alvarez tomó nota de la necesidad de modificar su postura después de que el propio presidente De la Rúa debió interceder personalmente para desactivar el tratamiento del proyecto de ley de regulación de los decretos del Ejecutivo elaborado por la oposición.
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