Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

PANORAMA ECONOMICO

Dos velitas para la recesión

Por Julio Nudler

Aunque Economía difundió a los cuatro vientos que se cortó la mala racha y el Producto Bruto Interno creció 0,9 por ciento en el primer trimestre, la realidad de los datos puede haber sido otra. Según el Ieral, instituto de estudios de la Fundación Mediterránea, el PBI cayó en verdad 0,7 por ciento anual en ese período. Esto significa que el gobierno de la Alianza entró con el pie izquierdo en el 2000. La diferencia de signo entre esos números responde a dos diferentes maneras de medir un mismo fenómeno. Guillermo Mondino, director del Ieral, aclara: “No nos gustan las comparaciones interanuales que usa José Luis Machinea (comparar un período con el mismo período del año anterior), porque es tramposo tomar como referencia un año tan recesivo como fue 1999. Preferimos, por eso, hacer comparaciones desestacionalizadas” (es decir, limpiando estadísticamente el sesgo estacional entre diferentes tramos). Según estiman los mediterráneos, en el segundo trimestre (que concluyó ayer) el crecimiento fue tanto como cero. Y esperan una pequeña recuperación en el tercer trimestre, y otro tanto en el cuarto. Poca cosa. En el año sólo se alcanzaría una recuperación del 1,8 por ciento, la mitad de la meta fijada con el FMI y después de un bajón de 3,1 por ciento en 1999.
De todas formas, Mondino irradia cierto optimismo. Su argumento es que los shocks negativos sufridos por la Argentina (malos precios, recesión brasileña, suba de tasas, devaluaciones ajenas, depreciación del euro) pueden ser vistos como cosa del pasado. Dado que la economía estadounidense está enfriándose de a poco (aterrizaje suave), es probable que la Reserva Federal no vuelva a subir la tasa, o a lo sumo la eleve hasta el 7 por ciento. Hay así mucho menos peligro de que se pinche Wall Street, y esto aleja el temor por los bonos de los países emergentes, lo cual reduce la incertidumbre y favorece la llegada de capitales. También es muy positiva la reactivación de Europa (que es mejor cliente de las exportaciones argentinas que Estados Unidos) y la apreciación del euro, que nos juega a favor. En Brasil, a su vez, todo sigue atado con alambre, pero firmemente atado, con acentuado crecimiento de las importaciones. Chile, que es otro fenomenal comprador de productos argentinos, viene en franca recuperación. El altísimo precio del petróleo también nos favorece porque la Argentina es hoy un fuerte exportador de crudo.
Pues bien: según Mondino, de todas estas cosas que van a ayudar al país a crecer, ninguna es mérito del Gobierno. Ni una sola es producto de una feliz decisión de política económica. Provienen del hecho obvio de que en algún momento debía acabarse la mala suerte. En todo caso, el Gobierno le está poniendo una vela a cada santo, y su discurso, cuando va afuera, es que el país depende de cómo se porte con él el mundo, lo cual no convence. Allá ven a este gobierno como a ese bebedor que, en lugar de asumir que debe superar su problema y acudir a Alcohólicos Anónimos, se sienta a esperar que se agoten las existencias de alcohol y ya no pueda emborracharse.
También adentro cunde el malhumor, que Mondino atribuye a varias causas:
La extraordinaria duración de esta recesión, que acaba de cumplir dos años, pues se inició en el tercer trimestre de 1998. Esto suscita en muchos el temor de que se trate de una recesión estructural, es decir, una caída permanente e irreversible. Suelen padecerla los países que se ven empobrecidos por alguna causa, sea un cambio tecnológico que inutiliza su producción, el agotamiento de un recurso natural u otra. En el Ieral no creen que éste sea el caso argentino: su visión es que el país soportó una seguidilla de impactos externos adversos, combinados con errores propios en su política económica.
Una franja social formadora de opinión sintió un impacto significativo en su bolsillo por el aumento de impuestos y la reducción de sueldos. El empresario al que de pronto le cargaron un 20 por ciento de sobretasa en Ganancias sabe que de ahora en más cada acción que tome será vulnerable auna decisión a posteriori del Gobierno. “Esto es rayano en haberle robado la plata a la gente y desalienta la asunción de riesgos, y quienes sufrieron tanto el impuestazo como el recorte salarial están furiosos”, apunta Mondino.
Hasta ahora el Gobierno se ha ido en anuncios, que no fueron seguidos por hechos. El plan de obras por 24 mil millones de pesos que anunció el ministro Gallo la gente se pregunta dónde está. El relanzamiento del Mercosur la gente se pregunta dónde está. Los planes sociales parecen haber desaparecido. La reforma del Estado no figura. Como el Gobierno ganó la elección con una campaña etérea, sin contenido, sobre una promesa genérica de felicidad, ahora la gente le pide que entregue lo prometido. Pero lo que hay es un gabinete de reacciones lentas y caras tristes, trabado por sus internas, como los notorios roces entre el equipo económico y otros flancos del Gobierno.
Este se equivocó cuando dijo, al asumir, que todo apestaba, que el país era una calamidad, que los diez años de menemismo habían sido tiempo perdido. Como el oficialismo siguió machacando con esto, sólo logró contagiar una enorme preocupación y generar pesimismo. Pero los malhumores no suelen durar mucho, salvo que haya causas que los realimenten. Y acá reside el verdadero problema.
¿Realmente no hay datos alentadores? “Sólo el Gobierno los ve”, según el mediterráneo. Dice que puede presentar como alentador que Repsol-YPF diga que va a invertir 8000 millones en Neuquén en los próximos 18 años, en momentos en que el barril está a más de 30 dólares y cuando obviamente todas las petroleras del mundo trazan enormes planes de inversión. Las inversiones en telecomunicaciones sonaban posibles en un país que se abre violentamente a la competencia. Pero esa apertura aún no ocurrió. De la Rúa llevó esa promesa hasta el escritorio de Bill Clinton como principal ofrenda. Esto le sirvió para que su viaje resultara exitoso. Sin embargo, desde entonces hay indicios de marcha atrás, lo que internacionalmente se juzgaría como una falta grave. Otra cosa es si De la Rúa no hubiera prometido nada. Pero estrechó la mano a Clinton y prometió la desregulación. Ahora no tiene opción.

PRINCIPAL