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DOS EXPERTOS BRASILEÑOS EN SEGURIDAD
“Una policía violenta no puede ser sino corrupta”

Uno es antropólogo y ex policía militar. El otro, criminólogo. Ambos analizan cómo el reclamo de una policía brava oculta la verdadera solución a la inseguridad. Y qué riesgos se corren.


Por Eduardo Videla
t.gif (862 bytes)  Cuando la desigualdad social se traslada al plano de la Justicia, los excluidos terminan sacando los pies del plato y resuelven los conflictos a su manera, a través de las armas y el delito. Entonces, el reclamo de una policía “brava” –una demanda común a sectores sociales de Buenos Aires y Río de Janeiro– oculta la verdadera solución del problema de la inseguridad. Estas conclusiones fueron elaboradas por dos especialistas brasileños, el antropólogo y ex policía militar Jorge Da Silva y el criminólogo Roberto Kant de Lima, que participaron del Seminario sobre Violencia y Seguridad Pública en las Grandes Ciudades, organizado por el Centro de Estudios Legales y Sociales y la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. En diálogo con Página/12, los expertos relataron la experiencia de la Policía Comunitaria llevada a cabo en Río pese a la resistencia de los sectores más conservadores de la sociedad y de la fuerza.
–Los diarios de Río publicaron una estadística oficial según la cual las muertes violentas en Brasil aumentaron de 9 por cada 100 mil habitantes en 1979 a 25 por cada 100 mil en 1999. ¿A qué atribuyen este incremento?
Kant de Lima: Hay un problema en Brasil que no está muy discutido, que es la naturalización de la desigualdad. La desigualdad en Brasil no es apenas social y económica, es también jurídica. Hay un tratamiento diferenciado. Quien tiene educación superior tiene derecho a un tratamiento diferenciado cuando comete un delito. Aunque esté acompañado por otra persona que no tiene ese título y ambos cometan la misma infracción, tiene tratamiento distinto. El graduado va a una prisión especial. Se trata diferente a los sin tierra que a los propietarios. Existe un discurso político que brega por la igualdad, pero en la práctica no existe. La gente percibe eso y por lo tanto no confía en los mecanismos de administración de conflictos. Entonces, intenta procurar otras soluciones, que son soluciones violentas.
–¿Esta desigualdad también creció en veinte años?
Da Silva: La explicitación de la desigualdad hace que los conflictos afloren con más visibilidad. Pero en la instrumentación de la violencia, observamos también el aumento de la utilización de las armas de fuego. Es muy común en Brasil que una persona tenga un arma de fuego. Los bandidos en Río de Janeiro utilizan armas que vienen de Estados Unidos o de Europa. Y la policía también las utiliza. Entonces, la utilización desregulada de las armas es uno de los factores del aumento significativo de la violencia. Es lo que la instrumentaliza: si tengo un conflicto con usted y tengo un arma, posiblemente termine en homicidio. Otros factores son la crisis económica, el desempleo.
Kant de Lima: La pobreza no es criminogénica. La pobreza y el desempleo son fuentes de conflicto: si no tengo dinero, pero quiero alimentar a mi familia, salgo a la calle, voy a vender como ambulante, viene la policía, me confisca las cosas, entro en conflicto permanente con la policía. Ese clima propicia muchos conflictos que, como las personas están armadas indiscriminadamente, acaban por matar o siendo asesinados.
–¿No hay control de armas por parte del Estado?
Kant de Lima: No hay control de propiedad de armas. Y la policía utiliza las armas de una manera completamente irresponsable. Si encuentra un “bandido”, sale tirando en medio de la calle. Y el bandido también sabe que será baleado y responde. Existe una banalización del uso del arma.
Da Silva: Tenemos la utilización máxima de las armas: si siempre que uno puede utiliza su arma, el clima de violencia va aumentando.
–¿Cómo puede revertirse una situación de violencia tan arraigada?
Da Silva: Las personas en general creen que se contiene la violencia y la criminalidad con violencia, empleando la policía. Esto es un error, porque esto sólo contribuye a aumentar la violencia. No se puede contener la violencia sólo con policía: hay que adoptar medidas gubernamentales deotra naturaleza, como la educación del pueblo, las oportunidades de empleo para las personas, la prevención en materia de drogas.
Kant de Lima: Esto es parte de la ideología de la desigualdad: el problema no es conmigo sino con los “otros”. Esa ideología dice que yo soy diferente de usted. Sus problemas no son los míos.
–Si yo le robo a usted, el problema pasa a ser también suyo.
Kant de Lima: Sí, llamo a la policía para que lo mate. Nunca me podría imaginar que puedo estar en su lugar. En Brasil está muy arraigada la ideología de la desigualdad. Un ejemplo: una encuesta realizada en la Bajada Fluminense en juzgados especiales criminales arroja que la mayor parte de los problemas que provocaron un conflicto son problemas familiares, de pensión alimenticia, a veces porque el marido está desempleado. Eso aparece como estadística criminal y no como estadística social, como un problema de desempleo o de falta de pago de pensiones.
–En Río se aplicó la Policía Comunitaria. ¿Qué resultado arrojó?
Da Silva: El objetivo de la Policía Comunitaria, a corto plazo, no es la lucha contra la violencia, sino que la policía trabaje con respeto a los ciudadanos, de una forma más igualitaria. Tenemos problemas graves en Río con el autoritarismo de la policía, que deriva de la propia naturaleza de la sociedad. Creo que no es muy diferente en la Argentina. El proyecto de Policía Comunitaria se implementó desde 1991 hasta 1995, cuando el nuevo gobierno aplicó una política represiva que generó mucha violencia policial. Y se retomó en 1999. El resultado es cualitativo. Hubo una mayor integración y la comprobación por parte de las personas de la manera diferente en que trabaja la Policía Comunitaria. Pero otras personas no quieren que la policía tenga una buena relación con los pobres. Hay gente que quiere que se vaya solamente a reprimir: cuando hay una política de participación donde los pobres y los negros son iguales, hay personas que piensan que la autoridad está aflojando. ¿Cómo van a confraternizar con los bandidos?
–Por el contrario, al crecer la sensación de inseguridad, crecen los reclamos de mano dura o de doctrinas como la tolerancia cero.
Da Silva: En América latina continuamos colonizados, somos imitadores sin considerar las diferencias de sociedades. Estados Unidos vive el momento más próspero de su historia económica, ¿cómo se pretende que se aplique el mismo modelo de Nueva York en sociedades diferentes?
–¿Cómo se cambia estas estructuras ideológicas?
Kant de Lima: Los antropólogos dicen que sólo es posible cambiar tradiciones cuando se logran desnaturalizar las prácticas sociales, cuando uno hace las cosas porque lo elige, no porque es algo natural. El segundo paso es discutir esas prácticas para saber si se quiere seguir haciéndolas o cambiarlas. El trabajo con la policía y con la Justicia es muy difícil, porque es difícil desnaturalizar las prácticas policiales y judiciales.
Da Silva: Las personas que dicen que la policía tiene que ser dura lo justifican diciendo que la violencia es muy intensa y entonces la policía también tiene que ser violenta. No se dan cuenta de que en una democracia, si se tolera la violencia, se tiene que tolerar la corrupción. En una sociedad democrática es imposible disociar la brutalidad policial de la corrupción policial. Se quiere tolerar la violencia pero no la corrupción. Es una fórmula imposible en democracia, porque la policía tiene que escoger en qué ejercerá la violencia. Si eso es justificable, entonces reprimirá o no de acuerdo con lo que le paguen o no.
–En el plan de política criminal del presidente Cardoso se contempla la participación de las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico. ¿Cuál es su posición al respecto?
Da Silva: En Río tenemos un problema muy grave con las drogas, el comercio internacional y local, en las favelas, con la utilización de armas pesadas. No tenemos en Brasil una Gendarmería, como existe en la Argentina. Necesitamos hacer el patrullaje de las fronteras. Me pareceentonces una decisión importante del gobierno federal. Aunque eso no va a modificar la ideología de la desigualdad de la que hablábamos.
–¿No existe el riesgo de que las fuerzas armadas entren en las favelas?
Da Silva: En 1994 lo hicieron y fue un desastre. No creo que lo repitan.
Kant de Lima: Se trata de una ideología del ejército norteamericano que se exporta, pero que no se aplica allí. En Estados Unidos, la actividad del ejército está vinculada con la seguridad del Estado, no de los ciudadanos. En Brasil no va a mejorar las condiciones de violencia, va a aumentar el conflicto pues será una defensa del Estado contra los ciudadanos.
–Hace poco recorrió el mundo la imagen de una persona que tomó rehenes en un autobús, en Río. Un conflicto mal resuelto por la policía. ¿Cómo lo vieron ustedes?
Da Silva: Después de cuatro horas de negociaciones, por una fracción de segundo, un policía no pudo matar al hombre porque se movió. Yo pregunto, si el policía lo hubiera matado, ¿usted me estaría haciendo la misma pregunta ahora? ¿Cuál sería la diferencia de la actuación de la policía?
–Que el delincuente terminó muerto pero de una forma más irregular.
Da Silva: Pero también la población apoyó eso. Un periódico de Río realizó una encuesta preguntando si los policías hicieron bien en matar al bandido cuando lo llevaban al hospital. El 45 por ciento contestó que sí, el 44 por ciento, que no.
–¿Cuál debería ser el modelo de actuación policial en estos casos?
Da Silva: Hay que contemplar una serie de requisitos como la negociación máxima, sin poner en riesgo la vida de los rehenes. No soy especialista en esto. Trabajé 33 años en la policía, soy académico y cientista social, visité grupos de operaciones especiales de Nueva York, San Francisco, Los Angeles y aun así no me siento seguro para decir cómo se debe actuar. Sin embargo, veo que hay personas que saben mucho menos y dicen qué debió hacerse. Los gobernantes hacen eso como si fueran técnicos.

 

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