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El Tío Sam se va con (casi) todo a la guerra

El Senado norteamericano aprobó ayer 1300 millones de dólares para la lucha �antidrogas� en Colombia. Mientras tanto, Bogotá rechazó el plan de la guerrilla FARC para sustitución de cultivos.

Por Gabriel Alejandro Uriarte
t.gif (862 bytes)  Esto significa guerra. La conclusión es sencilla. Es más complicado determinar las responsabilidades. Superficialmente, la culpa es de Estados Unidos. Su Senado aprobó ayer un paquete de ayuda por 1319 millones de dólares dedicados casi exclusivamente a la lucha antinarcóticos en Colombia. Dado el vínculo íntimo entre la guerrilla y el narco en ese país, el paquete de ayuda es esencialmente contrainsurgente. Ayer las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) denunciaron “la tesis guerrerista de Estados Unidos”. Pero lo cierto es que ellos tampoco ofrecieron alternativas muy viables durante la conferencia internacional (que terminó ayer) sobre drogas y medio ambiente. El gobierno colombiano rechazó el plan guerrillero para la sustitución de cultivos. Su objeción era simple: la propuesta requería que cedieran el control de un municipio. Luego de entregar 42.000 kilómetros cuadrados en 1998, el presidente Andrés Pastrana claramente no está en ánimos de entregar más.
Su alternativa es clara. La lucha armada contra la droga, “el combustible” de la insurgencia colombiana, según la definió repetidas veces. Ayer, Estados Unidos dio un gran paso para suministrar los medios para esa cruzada. Luego de un dilatado regateo entre la Cámara de Representantes y el Senado –durante el cual el monto total vaciló entre 900 y 1700 millones de dólares–, los líderes del Congreso acordaron ayer aportar 1319 millones: 187 serán para Bolivia, Perú y Ecuador, 122 para la promoción de los “derechos humanos” en la región. El resto será dedicado íntegramente a Colombia. 300 millones serán para la compra de 60 helicópteros norteamericanos (18 Black Hawk y 42 Huey II), que aumentarán la movilidad de las tropas colombianas; 185 millones irán al entrenamiento de oficiales para la lucha antidrogas. Gran parte de lo que queda será utilizado para financiar batallones de elite antinarcóticos. Uno de los principales promotores del paquete en el Congreso, el titular de la Cámara de Representantes Dennis Hastert, aseguró que “la ayuda a Colombia es una inversión en nuestro futuro, que se liberará de la maldición de las drogas”. Lo único que falta para concretar la ayuda es que el presidente Bill Clinton firme el proyecto de ley. Clinton aseguró que lo haría no bien el texto “llegue a mi escritorio”.
Ayer las FARC no dudaron en condenar el paquete de ayuda. “Vamos a responder, como ejército del pueblo, a esta agresión”, aseguró el comandante supremo de la guerrilla, Pedro Antonio Marín, Tirofijo. El predicamento de las FARC se vio agravado por su aparente fracaso en dividir –durante la cumbre internacional sobre drogas en Los Pozos– a Europa y Estados Unidos. “(La UE) no es el contrapeso a Estados Unidos en Colombia, sino su aliado”, enfatizó el embajador holandés Gijsbert Bos. Gran parte de la culpa pertenece a las propias FARC. Ayer lanzaron un ataque contra el cuartel de policía de la población de Algeciras, en una acción que dejó a 20 heridos y 50 hogares dañados. Tras conocer la votación del Senado, la guerrilla proclamó un “paro armado” (quien lo desobedezca arriesgará su vida) en el departamento sureño de Putumayo desde la medianoche de ayer hasta la medianoche del lunes.
La guerrilla utilizó varias veces ese tipo de medidas de fuerza para presionar al gobierno colombiano durante las negociaciones de paz. Pero al ser aplicado ayer contra los representantes europeos en Los Pozos, el resultado fue desastroso. “Todos los países le hemos pedido gestos de paz a la guerrilla”, subrayó el embajador belga Jean Paul Warnimont. Arne Aasheim, el delegado de Noruega (uno de los “facilitadores” del diálogo), aseguró que los secuestros de civiles por parte de la guerrilla representan un “elemento negativo” que crea obstáculos en las negociaciones. Jeremy Thorpe de Gran Bretaña aseguró que actos como el secuestro y “la participación del narcotráfico devalúan a las FARC ante los ojos del Reino Unido y la comunidad internacional”. La respuesta desde las FARC no fue muy diplomática: los secuestros eran en realidad “retenciones” de personas que “tienen que pagar un impuesto de guerra paraquedar libres”. El embajador belga consideró que, de no cesar los secuestros, o al menos se efectúe la liberación de los secuestrados, “será difícil convencer a los gobiernos europeos y a la opinión pública de estos países para que cooperen con el proceso de paz”. El secretario de la UE para Relaciones Exteriores, Javier Solana, dio un guiño a Bogotá al asegurar que la lucha antidrogas “es también de las naciones consumidoras”.
Las FARC, entonces, no salieron demasiado bien de la conferencia internacional. Pero tampoco lo hizo Pastrana. En principio, las FARC obtuvieron una victoria al ser tratadas de hecho como “parte beligerante” de la guerra colombiana y no solamente como insurgentes. Segundo, los problemas que la cumbre no logró resolver son muy graves. La fumigación indiscriminada desde el aire (necesaria a causa del control guerrillero del terreno) tiene efectos terribles para los campesinos cocaleros. “Señor Clinton, señor Pastrana, la defensa de los derechos humanos no se hace con fumigaciones y ametrallamientos”, decía una pancarta desplegada por los cocaleros. Pero a menos que la ayuda norteamericana permita al Estado colombiano recuperar el territorio que ahora ocupan los 15.000 combatientes de las FARC, la tierra arrasada será el único camino.

 

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