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El Quijote batalla otra vez, con efectos especiales

La señal TNT estrenará mañana una moderna versión del clásico con un elenco que incluye a John Lithgow, Bob Hoskins y Vanessa Williams.

Por Verónica Abdala
t.gif (862 bytes)  ”El que los necios me tomen por necio es una de las cargas que debo soportar. Desprecio la riqueza, pero no el honor. Mi intención es hacer el bien al mundo entero. ¿Acaso están todos satisfechos con sus vidas, tan seguras y cómodas? ¿Dormir y comer son suficientes para ustedes? ¿No están ansiosos por hacer un viaje de descubrimientos, aventuras y sucesos por la fama, la verdad y la justicia? Por ser un hombre que cree en la caballería andante, no merezco ser tratado como un loco.” Las inmortales palabras de Don Quijote, interpretado por John Lithgow, resonarán, probablemente, en los oídos de los espectadores de la superproducción que la señal TNT estrenará mañana a las 19.50, con repeticiones el miércoles 5 a las 11.25, el jueves 13 a las 18 y el viernes 21 a las 22.05.
El caballero de la triste figura increpa, en esa escena, a un grupo de aristócratas encabezados por un duque y una duquesa, que se muestran dispuestos a burlarse de la repentina fama que ha conquistado a raíz de sus batallas contra gigantes, espíritus encantados y caballeros tan valientes como él –como “el de los espejos” o “el de la blanca luna”–, capaces de batirse a duelo para defender la belleza de una dama. Lo acompaña, por supuesto, su fiel escudero, Sancho (Bob Hoskins), que lo sigue a todas partes motivado, inicialmente, por la posibilidad de escapar de la vida rutinaria y sacrificada que comparte con su esposa Teresa y con una manada de críos, y por la posibilidad de obtener algún rédito material de la “responsabilidad” que el Quijote le confía. Y después, porque él también descubre que la búsqueda de aventuras puede en sí misma ser la justificación de la más arrebatada de las travesías.
Basada en la obra de Miguel de Cervantes Saavedra, que fijó para la historia un castellano moderno que hoy parece antiguo, la película se filmó en escenarios españoles, con un elenco de lujo que trabajó bajo la dirección de Peter Yates e incluye a actores de la Compañía Real de Shakespeare de Inglaterra y del Teatro Nacional de la Gran Bretaña. A la dupla protagónica se suman dos bellas y talentosas actrices, Isabella Rosellini (Blue Velvet, Merlín) como la duquesa, y Vanessa Williams (Bye Bye, Birdie, La odisea), como Dulcinea/Aldonza, formando un equipo que logra que el espectador se sienta parte del desfile de fantasías que propone la disparatada imaginación del Quijote. La tecnología de punta es otro elemento fundamental: los efectos especiales le dan cuerpo a caballos voladores, malvados gigantes y rebaños de ovejas que de un momento para otro pueden convertirse en ejércitos de hombres dispuestos a enfrentar a cualquier rival.
Lithgow fue el responsable de la idea de filmar una versión del clásico de Cervantes, aprovechando las posibilidades tecnológicas actuales. “Se me ocurrió hace tres o cuatro años”, cuenta. “Pensé que sería maravilloso usar tecnología de última generación y el arte del cine para generar estas fantasías que nos fascinan desde la Edad Media. Dos días después de que llamé por teléfono al productor Robert Halmi, el trato estaba cerrado. John Mortimer escribió el guión... Fue tan simple como eso. Si todo en la vida se diera tan veloz y armoniosamente, viviríamos en un mundo perfecto”.
El planteo de la superproducción es que el espectador se sienta cómplice de ese hombre que antes de morir se considera “protagonista de la mayor de las victorias que uno puede ambicionar, la de sacar lo mejor de uno mismo”. En el final de sus días, cuando el Quijote parece recobrar la sensatez que sus ambiciones parecían haberle robado, le legará todos sus bienes a su fiel escudero, salvándolo de una vejez de frío y miseria, y su propiedad a su sobrina Antonia, que logró traerlo a casa. El caballero de Cervantes había protagonizado cerca de trescientas aventuras al llegar a esa altura en la novela original. En esta superproducción se ven apenas veinte. Ya se sabe: en televisión el tiempo es tirano.

 

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