Por Fernando Almirón
Desde Anillaco, La Rioja
El 2 de julio de
1999 nevó en Anillaco. El último cumpleaños de Carlos
Menem como presidente fue triste, frío, casi solitario. Ayer, en
cambio, cuando llegó a los 70 años de edad, el ahora ex
presidente gozó de un espléndido día de sol rodeado
de 400 amigos que prendieron sus puros con encendedores Menem 2003,
que Armando Gostanian promete convertir en plaga. La casta pobre de sus
seguidores pobló la hostería Los Amigos, el templo del culto
menemista en los últimos años. Esta vez los protagonistas
no fueron María Julia Alsogaray, Adelina de Viola, Adolfo Barra
y los empresarios Constancio Vigil y Gerardo Sofovich. Sus elegantes figuras
se perdieron con los tiempos de gloria y volvieron los compañeros
de siempre, la mayoría de ellos desconocidos. Otros no tanto:
Riki Maravilla y El Tula compartieron el estrellato de la fiesta con el
re-aparecido José Luis Manzano y el conductor de Maldito
Lunes, Andy Kusnetzoff.
Quinientos invitados. Cuatrocientos presentes. Doce aviones. Veinticinco
camionetas cuatro por cuatro, incluyendo la del parrillero (una doble
cabina roja, impecable, de la que es dueño el hombre que saca los
chorizos del asador en su punto justo). Dos mil empanadas. Cien kilos
de achuras. Mil kilos de quebracho. Cuatro medias reses. Doscientas cincuenta
pizzas. Treinta chivitos. Cien kilos de locro. Veinte kilos de torta.
Setenta años de vida, diez y medio de ellos como presidente de
los argentinos.
Menem volvió a festejar a lo grande en su tierra natal su cumpleaños.
Ayer a media mañana comenzaron a llegar los que tenían un
lugar reservado en el salón principal de la hostería Los
Amigos, propiedad del secretario general del sindicato del vidrio, Alfonso
Millán.
Los comensales perdieron en masa el premio a la originalidad del vestuario
elegido para la ocasión. Los hombres, jean o pantalones pinzados
de tonos suaves, camisa a cuadros, botas de cuero y campera de gamuza
que no lograba ocultar las consecuencias del buen comer y beber de sus
dueños. Las mujeres, en su mayoría mayores de cincuenta,
pelo medio largo tenido de rubio muy amarillo; bijouterie grande, dorada,
mucha; pantalones de cuero negro ajustados; lentes para sol de patillas
anchas y adornadas con escudos con arabescos metálicos. Anteojos
como el que usó el ex secretario presidencial Ramón Hernández,
que se escondía detrás de ellos mientras se paseaba por
las mesas con el cuello de la polar gris levantado.
El mejor vestido: el homenajeado. Pantalón de corderoy marrón,
camisa a cuadros rojos y azules, cinturón de cuero, campera de
carpincho. El peor vestido: Carlos Corach. Jeans que le llegaban a los
tobillos, zapatos de vigilante, camisa de vestir y una campera de paño
azul.
Fue la primera vez que Corach compartió un cumpleaños con
Menem en Anillaco. No lo hice nunca mientras fui su ministro, pero
creo que ahora era el momento de hacerlo, dijo el ex ministro a
Página/12 al relacionar su visita con el pedido de jubilación
del ex presidente que el gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf, lanzó
el viernes desde el seminario organizado por Antonio Cafiero.
Hubo otros ex hombres fuertes del menemismo que también lo entendieron
así y llegaron a la fiesta para fotografiarse junto a su viejo
jefe. Como fue el caso del ex ministro del Interior José Luis Manzano,
uno de los abrazos más sentidos y prolongados que el ex mandatario
les otorgó a los que pasaron a saludarlo por su mesa. Manzano llegó
desde Mendoza acompañado por el ex secretario de Seguridad Interior
y actual diputado nacional, Miguel Angel Toma. En un año
vuelvo a la segunda línea del justicialismo, anticipó
Manzano.
En esa mesa, la principal, se sentaron: a la izquierda de Menem, su hermano
Eduardo, a su derecha el gobernador riojano Angel Maza. Enfrente, Corach
y el diputado Daniel Scioli. En sillas cercanas almorzaron el ex ministro
de Educación Manuel García Solá, el ex jefe de Gabinete
JorgeRodríguez, el ex ministro de Defensa Jorge Domínguez,
Armando Gostanian, y el diputado Claudio Sebastiani.
Algo más alejados se encontraban el ex presidente del Nuevo Banco
La Rioja, Elías Saad, María Eva Gatica, Hugo Franco, el
brigadier Andrés Antonietti, Francisco Paco Mayorga
y Emir Yoma. Roby Fernández se bajó de un Mercedes Benz
cupé color amarillo profundo, una elección de color para
semejante auto que indignó a parrilleros y choferes convocados
en torno a los asadores apenas lo vieron llegar.
Menem tuvo un día contundente. Llegó a Anillaco a media
mañana del domingo piloteando un turbo hélice propiedad
de la familia Yoma.
Soy presidente de mí mismo, aseguró, mientras
caminaba la polémica pista cuando le preguntaron si estaba dispuesto
a renunciar a la presidencia del PJ, tal como el viernes se lo reclamó
Ruckauf.
Lamento que no estén todos aquellos que no hayan podido venir,
dijo luego sin disimular el contenido político de la frase. Sucede
que ayer los operadores del menemismo comenzaron a contar, no ya las presencias,
sino la señal que les llegaría desde las ausencias para
contar los porotos a la hora de dar la interna al gobernador bonaerense.
Sin ir más lejos, Millán, uno de los organizadores del festejo,
le aseguró a este diario que se les habían cursado invitaciones
formales a los intendentes bonaerenses Julio Alak (La Plata), Juan José
Alvarez (Hurlingham) y Alberto Balestrini (La Matanza). Los tres jefes
comunales conducen un incipiente polo de poder del peronismo de la provincia
de Buenos Aires del que no sería ajeno el vicegobernador Felipe
Solá. Los intendentes declinaron con palabras de agradecimiento
el convite pero se excusaron de asistir.
También faltó buena parte de los diputados del bloque justicialista
que hace un mes mantuvieron un prolongado encuentro con el ex mandatario
en la sede partidaria de Matheu 130. Pero de todos modos se trató
de ausencias relativas, ya que la fiesta no llegó a convertirse
en un acto político, o al menos Menem pidió a sus colaboradores
que no fuera así. Por complicado y poco oportuno.
El folklore indicaba que otra debería ser la fiesta donde Riki
Maravilla intentó darle un tono especial a su tema Qué
tendrá el petiso, sin medir la cantidad de petisos que pueblan
la actual conducción del peronismo, y la ausencia de un emblemático
hombre de baja estatura en la fiesta: Víctor Alderete. Ayer, la
casa que el ex presidente del PAMI, detenido bajo sospechas de corrupción,
levantó frente a La Rosadita, la residencia de Menem en Anillaco,
cuyos detalles de terminación quedaron en suspenso, se mantenía
en sombras, tales como las que cubren hoy los días del ex funcionario
en la celda de la Gendarmería Nacional.
Cuatrocientas botellas de vino. Ciento cincuenta pollos. Mil kilos de
pan. Siete feliz cumpleaños, seis veces la marcha peronista. Innumerables
besos repartidos entre los invitados. Seis mil pesos de gastos declarados.
600 personas recorriendo los jardines de la hostería. Vecinos de
Anillaco, los que quisieran venir de lo pueblos cercanos o de la capital
riojana, para festejar con Menem su 70º aniversario.
¡Aguante
Bagnasco!
Por
F.A.
¡Aguante Bagnasco!, gritó efusivo José
Luis Manzano al abrazarse simultáneamente con Emir Yoma y
Armando Gostanian, a la salida de la hostería donde acababa
de terminar el festejo de cumpleaños de Menem.
El juez Adolfo Bagnasco es quien tiene a su cargo la causa por la
que está detenido el ex presidente del PAMI, Víctor
Alderete, que por primera vez en años no pudo asistir al
festejo cumpleañero que es un rito inevitable entre los seguidores
del ex mandatario. Los menemistas acusan a Bagnasco de estar de
acuerdo con la Oficina Anticorrupción para perseguir
judicialmente a los funcionarios del anterior gobierno. Manzano,
Gostanian y Yoma creen que bien podrían estar en esa supuesta
mira. Como buenos muchachos, los protagonistas de la afectiva escena
dejaron las cosas ahí y se retiraron sin hacer más
declaraciones; como si hiciera falta. ¿Extrañará
en este día a su amigo Alderete?, le preguntó
ayer una periodista a Menem. A él y a todos los amigos
que hoy no estarán, respondió el ex mandatario,
mientras en la pantalla de la memoria se sucedían otros nombres:
María Julia Alsogaray, Gerardo Sofovich y Antonio Erman González.
Algunos de sus viejos colaboradores bajo investigación judicial.
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EN
ANILLACO, MENEM SIGUE SIENDO EL SEÑOR PRESIDENTE
Viviendo de la nostalgia
Por F. A.
El entorno
de Menem parece haber congelado una parte del transcurso de la historia.
Estas son algunas muestras del extraño fenómeno que afecta
a los menemistas.
u Bienvenido señor presidente. No sólo en Anillaco, en toda
La Rioja y absolutamente en el menemismo, al ex presidente Menem lo llaman
el presidente. Y se dirigen a él como señor
presidente, los más respetuosos; o simplemente presi,
los cercanos. Durante el almuerzo en la hostería Los Amigos, sobre
el escenario por el que desfilaron Riki Maravilla, el conjunto Los Amigos
y el conjunto del Tula, una mujer pidió dedicarle un poema de Federico
García Lorca al homenajeado. Lucía, de Rosario, como para
llamar la atención de un público que se sacaba fotos junto
a Maravilla y Andy Kusnetzoff, de Maldito lunes, anunció:
Se lo dedico al presidente de todos los argentinos. Así
arrancó algunos aplausos y de inmediato, con la mirada clavada
en el ex mandatario, comenzó a desgarrar La casada infiel
con movimientos circulares de brazos, palmas extendidas al cielo y todo.
Afuera el viento agitaba los coloridos pasacalles en los que se leía
Bienvenido señor presidente, y la gente buscaba posar
junto al El Tula.
u Bill está en la línea. Les pedimos atención
a los señores periodistas y silencio al público porque en
breves instantes el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, mantendrá
una comunicación telefónica con el presidente Menem,
anuncio el animador de la fiesta. Aparentemente la comunicación
se cortó antes de que ambos hombres pudieran pronunciarse palabra.
u Custodios melancólicos. El vehículo que trasladaba a Página/12
intentó ingresar a la pista de Anillaco, el domingo por la mañana.
El vuelo que traía a Menem hasta su pueblo natal estaba a punto
de aterrizar. La verja de acceso al aeródromo se encontraba bajo
el control de un hombre morrudo, de jean y buzo polar azul. Somos
del diario Página/12, se identificó este cronista.
No pueden pasar, dijo él. Junto a la pista asfáltica
se encontraban estacionados tres aviones de pequeño porte, una
docena de vehículos y numerosas personas, entre ellas gente de
prensa. Si ellos entraron nosotros también podemos entrar,
¿quién es usted?, fue la pregunta. Soy custodio
del doctor, fue la respuesta. ¿De qué doctor,
fue la nueva pregunta. Del presidente Menem, dijo el energúmeno
como si tal cosa. No me diga, fueron las palabras finales
antes de que los periodistas bajaran del auto y atravesaran a pie la puerta
sin que el custodio nostálgico atinara a evitarlo. Sencillamente
no podía hacerlo. La pista de Anillaco es pública y esto
es un recordatorio sólo para custodios y riojanos el aliancista
Fernando de la Rúa es el nuevo Presidente de los argentinos.
Encuentro íntimo
y de entrecasa porteña
El
cumpleaños del ex presidente fue en realidad un maratón.
Ya había empezado con un brindis en Córdoba, el
sábado a la noche. Y ayer terminó temprano en Anillaco
para llegar a su casa en la calle Echeverría, en Belgrano,
para una tercera fiesta más íntima y pequeña,
con Zulemita como anfitriona. La mayoría de los invitados
ya lo esperaban en su amplia casa cuando llegó directo
de Aeroparque, a las nueve de la noche y apenas un rato después
de la gran torta que le habían encargado. Para alegría
general de la severa custodia de la casona, a las diez de la noche
llegó Hugo Orlando Gatti, tarde pero sonriente. No
le traje un regalo, sólo mi amor y cariño,
dijo El Loco. Cerca de la medianoche se acercó otro deportista,
el colombiano Fernando Navarro Montoya. Poco después empezaron
a salir los invitados.
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Otro
ex ministro del Interior presente, Carlos Corach.
La
sorpresa fue José Luis Manzano, que llegó tarde (derecha).
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Anticipación:
Menem en las noticias del 2050
Por Alfredo Leuco*
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La provincia
de Anillaco se constituyó ayer formalmente como tal aprovechando
los festejos por el 120º aniversario del nacimiento del ilustre
nativo Carlos Menem.
Al finalizar la ceremonia, las autoridades compartieron un cóctel
que en un alarde de originalidad mezcló champagne de la bodega
de los herederos de Menem llamada La Estratósfera con una antigua
comida de origen italiano que se consumía hace medio siglo
conocida simplemente como pizza.
La artista plástica Marta Menjunje donó al museo que
lo recuerda un holograma donde el mismo cuerpo enjuto y la misma cara
de nariz dominante y de pobladas cejas y patillas muestra alternativamente
el rostro de Juan Facundo Quiroga y de Carlos Saúl I, los dos
próceres máximos de La Rioja, provincia de la que recientemente
se independizó Anillaco.
Cuando uno se acerca a la instalación de la artista surgida
del Instituto Di Tella (Guido) una voz rescata parte de la biografía
de ambos. Pero nadie sabe diferenciar a quién corresponde.
Habla del caudillo de la acción pura, del pragmatismo veloz
y la intuición voraz, de un hombre cambiante, polimorfo, desmesurado,
y contradictorio. Nombra a un viajero incansable, nómade eterno
como sus antepasados, que no dormía de noche y que con su elegancia
era el galán de todas las mujeres en los salones de la sociedad
porteña. Dice que cruzó la cordillera de los Andes a
lomo de mula entre citas bíblicas y nunca superó su
amor enfermizo por los trajes a medida, los relojes de oro y el oro
en general.
Después de descubrir un busto del ex presidente de la Nación
ubicado frente a su casa natal, el gobernador Bernabé Inaudito
pronunció un discurso que en su párrafo central levantó
la ovación de la concurrencia virtual:
Algún día había de hacerse plena claridad
y plena justicia a la gigantesca figura de Carlos Menem y ese día
ha llegado. Por eso venimos hoy aquí a destruir para siempre
la leyenda negra que se tejió para proscribirlo de la historia
y a proclamarlo benemérito de la Patria, profeta y mártir
de la liberación nacional y héroe insigne.
Ahora en serio: el discurso es textual del que pronunció Menem
el 9 de junio de 1973 en San Antonio, el caserío en el que
había nacido Juan Facundo Quiroga, con una sola trampita histórico-periodística:
donde dice Carlos Menem en el original decía Quiroga. Y es
la forma en que seguramente le gustaría que se lo recuerde
al responsable máximo de lo que ocurrió durante esta
última década infame, según la definición
acertada de Víctor de Gennaro.
Pero la forma en que seguramente no le gustaría que se lo recuerde
a Menem es la única realidad. La de la mutación más
increíble de su figura y de su pensamiento. La del aniquilamiento
de la inflación, de la honradez y de la solidaridad. La Argentina
del indulto, de la apertura económica, las privatizaciones
y la hiperdesocupación. La del mayor índice de pobreza
y criminalidad. La de la reconversión ideológica más
brutal de la historia del peronismo. Y esto no es chiste...
* Periodista |
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