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INVESTIGAN LA SOBREFACTURACION DE HOSPITALES AL PAMI
Más caros, pero autogestionados

En 1994, los hospitales públicos facturaban cuatro millones por año a las obras sociales. Hoy, la cuenta llega a los ochenta millones.

Por Adriana Meyer
t.gif (862 bytes)  El PAMI y la ex Anssal investigan una millonaria sobrefacturación en 200 hospitales de autogestión en todo el país. Cuando Carlos Menem firmó el decreto que creó este sistema, en 1994, los hospitales facturaban 4 millones anuales. La cifra llega hoy a 80 millones. Algunos de los que están bajo la lupa son el Larcade de San Miguel y el Instituto Sommer de General Rodríguez, pero el caso del pequeño hospital de Suipacha se destaca como emblemático. Su director estaría a punto de renunciar. Las auditorías que están realizando las autoridades sanitarias podrían derivar en denuncias penales, algunos centros asistenciales perderían su condición de “autogestionados”, aunque en la práctica ya les suspendieron los pagos. El subgerente de Prestaciones Médicas del PAMI admitió ante Página/12 que ese régimen resultó ser una “privatización encubierta de la salud”.
El sistema de autogestión nació hace seis años con el decreto 579/93 y su principal impulsor fue el ex ministro de Salud Alberto Mazza. Habilitó a los hospitales a cobrar prestaciones médicas, que empezaron a facturar a las obras sociales nacionales a través de un nomenclador, que es como un tarifario de enfermedades. La ubicación de cada paciente dentro del nomenclador puede ser arbitraria y transformarse en la modalidad más usual para que ocurra la sobrefacturación.
Una parte de lo recaudado tiene que repartirse entre los empleados, aunque la ley no especifica cuál es ese porcentaje. El nuevo modelo les asegura a los hospitales el cobro del 70 por ciento de las prestaciones. Si el PAMI, u otra obra social, no pueden afrontar un pago la Superintendencia de Servicios de Salud (ex Anssal) se hace cargo de éste (ver reportaje). Desde el ‘94 todos los hospitales del país facturaban en total no más de 4 millones anuales. Ahora recaudan 80. Esa es la sospechosa brecha que está bajo investigación. La provincia de Buenos Aires –que se lleva el 70 por ciento de la facturación nacional– aplicó la autogestión de manera ferviente de la mano del aún ministro de Salud Juan José Mussi.
Las nuevas autoridades de la superintendencia, que asumieron en enero, detectaron anomalías en los hospitales autogestionados. El gerente de Control Prestacional de ese organismo, Néstor Chudnovsky, le aseguró al diario Nueva Tribuna de Suipacha que están investigando a 200 hospitales y destacó que no les están abonando ningún tipo de prestación hasta que no hayan concluido la auditoría. La ex Anssal desterró una práctica que puede haber sido un gran negocio que le costó cientos de millones al Estado. Durante la gestión anterior los pagos se hacían “a sobre cerrado”, es decir que los hospitales no detallaban a qué prestaciones correspondían los montos exigidos y la Anssal no verificaba lo que pagaba.
Sanitaristas consultados por Página/12 consideraron que el sistema no era una mala idea: se trataba de que el hospital cobrara algo de las obras sociales para usarlo en beneficio de los pacientes. El problema surgió cuando, en algunos casos, degeneró en un negocio con el único objetivo de ganar dinero.
El Hospital Municipal Esteban Iribarne de Suipacha aparece como un caso testigo. Tras las denuncias de los medios locales su director, Abel Donatti, estaría a punto de renunciar. Pero los vecinos aseguran que quien maneja el hospital es el propio intendente, Juan Antonio Delfino. Con los resultados de la auditoría del PAMI en la mano, el bloque radical del Concejo Deliberante pedirá la interpelación de ambos. Suipacha es una ciudad pequeña. Sus 9000 habitantes se dedican, básicamente, a la actividad agrícola y ganadera. Es vecina de Mercedes y de Luján. El Homei cuenta con dos consultorios externos, sala de rayos X, farmacia y maternidad. No tiene sala de terapia intensiva y posee unas cuarenta camas. Para acceder al sistema de autogestión el hospital, como todos losdemás, presentó un informe en el Ministerio de Salud de la Nación, detallando sus características de infraestructura. Nueva Tribuna detectó que el informe contiene datos falseados: aumentó a 80 el número de camas y le agregó una UTI (Unidad de Terapia Intensiva) que no existe.
Para implementar la “autogestión” muchos centros asistenciales llamaron a licitación para informatizar la facturación. Cuando en 1997 llegó el proyecto al Concejo Deliberante de Suipacha, la Comisión de Salud emitió un dictamen indicando que la privatización no era necesaria, pero no fue tenido en cuenta. La empresa GMS, que ganó la licitación, se lleva desde hace dos años el 25 por ciento de la facturación. Los auditores sospechan que la obligada informatización puede haber encubierto la mayor cantidad de casos de facturaciones infladas.
“A partir de entonces empezamos a escuchar que el hospital estaba facturando mucha plata”, dijo el ex concejal radical Carlos Salgado en mayo, durante una conferencia de prensa que reprodujo el Semanario Abierto de esa localidad. Y también realizó una comparación entre lo que recauda la asistencia de salud privada y la pública en Suipacha. Y allí encontró la evidencia de que existe sobrefacturación. Con un nivel muy inferior de prestaciones el hospital factura más que el sector privado. Este edil fue quien acercó los primeros datos al PAMI. En una solicitada aparecida en abril de este año la Federación de Clínicas de Buenos Aires (Fecliba) advertía que el PAMI había anunciado que les pagaría el 31,18 por ciento menos de las prestaciones correspondientes a enero porque había detectado irregularidades en la facturación de los hospitales de autogestión que estaban perjudicando a la obra social. Esa fue otra luz roja que tomó en cuenta Salgado.
(Informe Martín Melo.)

 

ALBERTO LUCCON, SUBGERENTE DE PRESTACIONES DE PAMI
“La facturación está inflada”

Por A.M.
Alberto Luccon, subgerente de Prestaciones Médicas del PAMI que se define como un “sanitarista progresista”, confirmó que están investigando, junto con la Superintendencia de Salud, una millonaria sobrefacturación en los hospitales de autogestión de todo el país. “¿La autogestión resultó una privatización encubierta?”. Luccon pensó un instante y respondió que sí.
–¿En qué consiste la sobrefacturación?
–Lo estamos investigando. Ante las sospechas la Superintendencia de Seguros de Salud se comprometió con la cuestión, especialmente el área de control prestacional. Nosotros recorrimos algunas instituciones públicas. El hospital de Suipacha es una de ellas.
–¿Cómo es el mecanismo de la autogestión?
–El hospital público, que debe reunir ciertos requisitos para ser de autogestión, les factura a las obras sociales las prestaciones que da a sus afiliados. Si éstas no le pagan, el hospital gira a la superintendencia la misma facturación para poder cobrar. La superintendencia, a su vez, lo eleva a la AFIP que le descuenta a cada obra social el monto de esa facturación. Por lo tanto el hospital siempre cobra. Los hospitales de autogestión facturan a las obras sociales a través de un nomenclador, un tarifario de patologías. La interpretación de cómo ubicar a cada paciente dentro del nomenclador puede ser caprichosa, por decirlo de alguna manera. Esa es la modalidad más importante de sobrefacturación.
–¿Otro de los mecanismos puede ser la contratación de sistemas informáticos?
–Esa es la información que tenemos y por eso empezamos a investigar.
–¿Actuaron en base a denuncias?
–En algunos casos. En el hospital de San Miguel hubo un caso, pero los medios lo tomaron como un enfrentamiento entre los médicos y la comunidad. En realidad, los profesionales decían que cuando las empresas privadas se hacen cargo de la facturación muchas veces toman en sus manos este manejo. Entonces se produce un desplazamiento de la población hospitalaria. A los hospitales les conviene que se interne gente con obra social, y a veces quienes no están afiliados se ven desplazados. Esto se agrega a un gran margen de exclusión ya existente.
–¿Qué detectaron en el hospital de Suipacha?
–Todavía no puedo revelar el resultado de la auditoría, pero existe la estimación de que la facturación puede ser equivocada, ampliada o inflada. En caso de comprobarse irregularidades elevaremos una denuncia al área jurídica y también a la superintendencia donde ya tenemos detenida la facturación. Todos los hospitales que son prestadores del PAMI van a ser auditados, aunque sabemos que no todos han entrado en este juego de la corrupción. Hay hospitales que trabajan muy bien.
–¿Se puede decir que Suipacha es un caso testigo?
–Le puedo decir que nos llama la atención la facturación de un hospital tan pequeño. Cuando se inició el tema de la autogestión la facturación total en el país era de 4 millones y ahora, el último año, se han facturado 80 millones.
–¿Quiénes serían los responsables de estas situaciones?
–Nosotros tenemos la obligación de denunciar cualquier irregularidad sino incurriríamos en un delito que se llama omisión de denuncia. En el caso de Suipacha la denuncia podría recaer, en principio, sobre el director del hospital, pero también sobre el intendente porque es un hospital municipal.

 

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