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Por Pedro Lipcovich Como si hubieran sufrido un terrible accidente de tránsito, los ratoncitos de laboratorio tenían la médula espinal seccionada, estaban parapléjicos: gracias a un injerto de neuronas, pudieron volver a desplazarse normalmente. El experimento, efectuado en Francia, se dio a conocer ayer. Si bien el hallazgo no podría aplicarse directamente a los seres humanos, abre camino hacia la curación, no sólo de lesiones causadas por accidentes sino también por enfermedades del sistema nervioso como el mal de Alzheimer. Por primera vez, se consiguieron cambios nada menos que en la médula espinal, cuya estructura parecía inamovible, comentó un especialista. El experimento fue efectuado por un equipo del Instituto Nacional de Salud y de la Investigación Médica de Francia (Inserm, equivalente al Conicet argentino), dirigido por Alain Privat, y los resultados se publican en el prestigioso Journal of Neuroscience. El problema que los científicos encararon consiste en que la médula espinal no se regenera cuando es seccionada. Si se corta un nervio de la pierna o un brazo, el cirujano puede suturar las puntas y la función se reconstituye pero, en el sistema nervioso central, estas lesiones son, hasta ahora, irreversibles. Los investigadores franceses injertaron, en el lugar de la lesión, células nerviosas procedentes de embriones de ratón y lograron que estas células mediante una sustancia química llamada serotonina, que permite la comunicación entre neuronas reactivaran un centro nervioso llamado generador de marcha, que los ratones tienen en la médula y que es capaz de ordenar la locomoción con independencia del cerebro: el hecho es que, dos meses más tarde, los ratones habían recuperado la facultad de andar. Según el artículo del Journal, estos trabajos abren una perspectiva para la restauración parcial de una actividad locomotriz en los parapléjicos, estimulando el generador de marcha con estrategias en torno de la serotonina. En los seres humanos, no está totalmente confirmado que exista el generador de marcha explicó a este diario Osvaldo Uchitel, titular de Fisiología del Sistema Nervioso, en la Facultad de Exactas de la UBA: correspondería al reflejo que se aprecia en los recién nacidos cuando se les hace apoyar el pie en una superficie: hacen un movimiento espontáneo de caminar. Para este investigador, el experimento de los franceses es importante porque muestra que hay forma de reactivar esos circuitos reflejos que, después del nacimiento, van quedando dominados y reprimidos por la corteza cerebral. En el ser humano, reactivar el centro generador de marcha no bastaría para restablecer la locomoción: Faltaría reconectar la corteza cerebral con ese centro, pero esto sería más fácil que restablecer la conexión cerebral con cada neurona de la médula, destacó Uchitel. Salomón Muchnik, titular de Neurología en la Facultad de Medicina de la UBA, observó que el experimento dado a conocer ayer puede ser un éxito significativo en la búsqueda de restablecer las funciones medulares lesionadas y subrayó que corresponde a una de las líneas de investigación originadas en los trabajos del argentino Alberto Aguayo en la Universidad de Montreal, Canadá: él logró restablecer en animales de laboratorio las funciones de la médula cortada injertando un nervio periférico, por ejemplo de la pata. La idea de reparar el sistema nervioso mediante el injerto de células embrionarias, tal como la pusieron en práctica los científicos del Inserm, se desarrolló en los últimos años. Las del embrión tienen la potencialidad de convertirse en cualquier tipo de célula especializada pero, como explicó a este diario Roberto Sica quien también es titular de neurología en la Facultad de Medicina de la UBA, lo que todavía no se consiguió para el humano es la posibilidad de direccionar estas células: indicarles en qué tipo de célula deben convertirse. Por eso, elexperimento del Inserm es muy importante en la medida en que consiguieron direccionar las células embrionarias. Si bien los resultados no se pueden extrapolar directamente al ser humano, la posibilidad de crear células maduras en la médula espinal apunta a curar no sólo las lesiones, sino también enfermedades degenerativas del sistema nervioso como la demencia de Alzheimer o la terrible esclerosis lateral amiotrófica, que lleva a la atrofia progresiva de todos los músculos. En todo caso, el levántate y anda de los ratoncitos franceses consiguió cambios nada menos que en la médula espinal, cuya estructura parecía inamovible, sintetizó Sica.
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