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PEDRO AZNAR SE REFIERE A SU DISCO “CAJA DE MUSICA”
“Borges nos des-gasta”

Frente al desafío de musicalizar poemas del escritor, Aznar admite que �su figura ya es suficiente como para atolondrarte�, pero considera que �el disco le hubiese gustado�. El CD sólo se consigue a través de un portal de Internet.

Por Roque Casciero
t.gif (862 bytes)  ”No conocí personalmente a Jorge Luis Borges, pero me hubiera encantado”, se lamenta Pedro Aznar, músico, cantante y poeta. “Nunca se me ocurrió intentar un encuentro porque él me parecía inalcanzable. Y no porque lo fuera, porque dicen que era un tipo superaccesible, pero yo le tenía excesivo respeto. No se me hubiera ocurrido llamarlo para pedirle una entrevista”. Ese “excesivo respeto”, que aún mantiene, provocó que Aznar, además de sentirse honrado, se asustara cuando la Secretaría de Cultura porteña le encomendó musicalizar algunos poemas del autor de El Aleph. Sin embargo, aceptó el desafío y pudo relajarse a medida que avanzaba en la tarea: “Sentía que había una facilidad para entablar un diálogo con la música de su poesía”, dice en la entrevista con Página/12.
El resultado de su labor ha tomado forma de disco, llamado Caja de música. Fue grabado durante la presentación que Aznar hizo en el Teatro Colón el 24 de agosto del año pasado. Allí lo acompañaron colegas de distinta extracción musical, como Mercedes Sosa, Víctor Heredia, Jairo, Lito Vitale, Rubén Juárez y los metaleros A.N.I.M.A.L. La placa sólo se consigue a través del portal de Internet Terra (www.terra.com.ar), pero tendrá presentaciones gratuitas en varias ciudades: el próximo jueves en Tucumán, el 6 de agosto en Buenos Aires, el 25 de ese mes en Mar del Plata, el 31 en Mendoza, el 8 de setiembre en Catamarca y el 15 en Corrientes.
–Virgilio Expósito decía que era prácticamente imposible musicalizar poemas, porque la poesía y la canción eran lenguajes diferentes. ¿Cómo se las arregló para salvar esa dificultad?
–Creo que esos dichos fueron un ejercicio de humildad de parte de Virgilio, porque estoy seguro de que un compositor de su estatura debe haber logrado gemas musicalizando poemas. Pero coincido, es muy difícil: el poema tiene su propia música. Y tiene su métrica determinada, que te obliga a determinadas cosas. Pero si tomás esa obligación por el lado positivo, te sugiere caminos. Entonces, me dejé llevar por esas métricas deliciosamente irregulares, laberínticas y a la vez perfectamente precisas que tiene Borges: sonetos con unos quiebres maravillosos que son como trabajos de ajedrez antológicos, absolutamente sugerentes en cuanto a posibilidades. Y eso me dio ideas musicales servidas en bandeja. Entonces, lo que aparecía como dificultad, generó algo interesante.
–¿Se planteó lograr que Caja de música fuera un disco suyo, con todo el peso de la poesía de Borges?
–No sé si es un disco mío... Me gustaría pensar que es una mezcla entre la poesía de Borges y la música que compuse. Sería un logro que se sintiera la fusión de dos estéticas. En realidad, me propuse pocas cosas al encarar la composición de la obra porque, como vos decís, el peso de la figura de Borges ya es suficiente como para atolondrarte. Si me hubiera puesto más metas, me habría cargado todavía más. Lo que hice fue dejar que cada tema me sugiriera cosas de modo espontáneo y después seguí ese camino. Y terminó apareciendo un disco que pasa por varios climas diferentes. En cuanto a la temática, traté de no repetirlas porque, musicalmente, tal vez iban a llevarme para el mismo lado. Por ejemplo, no quise poner demasiado énfasis en la milonga, que es un territorio de Borges que está muy explorado. Busqué por lados alternativos para tratar de hacer una lectura diferente. Y también traté de encontrar poemas que me llevaran a distintas facetas de Borges para que la obra tuviera una variedad. Pero después, al juntar todo, hay determinadas líneas que se continúan, poemas que pareciera que le contestan a los anteriores... Pero eso es lo que pasa en todos los discos: primero componés el material y después empezás a ver si cuenta una historia general. Y generalmente encontrás que sí... Es un poco como la Rayuela de Cortázar, con los órdenes alternativos: cada uno de esos pequeños caos controlados son un cosmos.
–¿Qué cree que pensaría Borges si escuchara el disco?
–A mí me tranquilizó mucho haber conocido a María Kodama (la viuda del escritor) la semana pasada y haberle preguntado sobre los gustos musicales de Borges. Eran muy variados, me contó ella. Le gustaban desde Bach hasta Los Beatles y Los Rolling Stones, pasando por los negro spirituals, el jazz, la milonga y el tango. Un tipo abiertísimo. Me imagino que habrá puristas que dirán sobre el disco: “Uy, si esto lo escuchara Borges”, pero creo que están equivocados.
–Bueno, pero “Insomnio” aparece rapeado sobre una base metálica hecha por A.N.I.M.A.L...
–Precisamente, creo que le hubiera divertido muchísimo. Está mal que lo diga yo, pero es lo que pienso. La gente se queda pasmada cuando escucha esa canción. La primera vez que leí el poema me transmitió un estado de desesperación, esa urgencia por no llegar a ninguna parte que es el insomnio. Para mí, la canción transmite lo mismo y por eso creo que a Borges le hubiera gustado.
–La literatura de Borges le llegó cuando usted dejaba la adolescencia. ¿No es ése el mejor momento para empezar a leerlo? Uno todavía conserva cierta inocencia y se le presenta un universo nuevo. En cambio, cuando ya se está más gastado...
–Creo que él te des-gasta. Borges es un fundador de universos, Borges te preña. Concuerdo en que si alguien se permite introducirse en el mundo borgeano desde muy temprano se gana una herramienta para la vida. Es como leer a Walt Whitman o a William Sheakespeare desde temprano: esos grandes artistas tienen una eternidad que hace que su obra signifique distintas cosas a medida que crecés.
–Usted dice que Borges “preña” a sus lectores. ¿Es de quienes creen que el arte mejora a las personas?
–(Piensa.) Creo que el arte nos hace más personas. El arte es lo que nos hace humanos, es un gesto humano demarcatorio. Es como la idea del amor, como la idea de Dios o de su falta: son esas profundidades del espíritu que nos enaltecen y que nos definen como raza.

 

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