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CONVOCATORIA PARA SUPERAR LA CRISIS DEL TEATRO
Postales de una lucha eterna

Teatristas y funcionarios se reunieron en Liberarte en busca de soluciones para los problemas del sector.

Por Hilda Cabrera
t.gif (862 bytes)  Habían transcurrido casi dos horas de exposiciones de un panel dedicado a analizar la crítica situación del teatro independiente, cuando Gustavo MacLenam, representante de ETI, protagonizó el pasaje más provocador de la convocatoria realizada en Liberarte, la “bodega cultural” de Corrientes 1555. “Han chupado a nuestra gente en puestos clave para que nos digan que no”, dijo sin rodeos. Se refería así a los artistas-funcionarios y a la impotencia de éstos ante los recortes presupuestarios y la “deficiente aplicación de las leyes de fomento al teatro” (uno de los temas del encuentro). Esa era la impresión que producían los dos artistas devenidos funcionarios: Rubens Correa, director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro, y Onofre Lovero, titular del todavía en germen Instituto Proteatro, destinado a fomentar esa actividad en Buenos Aires.
El panelista de ETI ponía sobre el tapete un asunto peliagudo: la sospecha de que tanto cargo era un engaño. “Por más ley que haya, jamás nos van a dar lo que nos corresponde por derecho, aunque sólo sea como contribuyentes”, sentenció. Un murmullo se levantó en la colmada bodega de Liberarte cuando se refirió al presupuesto que maneja Cultura de la Ciudad: “154 millones de pesos”, apuntó, instando a no debatir solamente asuntos presupuestarios. “No hay fomento de teatro en este país. No nos dejemos encerrar en este capítulo de los dineros –recomendó–, que no los dan ni nunca lo dieron.”
Lo habían precedido Jorge García Guala (de la Asociación de Teatros Independientes, entidad que organizó la convocatoria), Leonardo Goloboff (de Artei), Rubens Correa (INT) y el secretario de la Comisión de Cultura del Senado, Juan Carlos D’Amico, quien dijo haber participado de la elaboración de un proyecto que evite la anulación de una ley por otra: “Los mismos legisladores que votaron la Ley de Fomento al teatro son los que después, al votar la de Presupuesto, la limitan”. También participaron Miryam Strat (por la Asociación Argentina de Actores), el dramaturgo Roberto Perinelli (por SOMI), la periodista Ana Seoane y el actor Onofre Lovero, quien con fino humor relató su ingreso al despacho que Cultura de la ciudad asignó a Proteatro.
El mandato sorprendió al actor. En aquel lugar “no había nada”. Imaginó hallarse en alguna puesta de la Aída, de Verdi, con suficiente espacio para los sarcófagos. Pasó un mes en esa soledad, hasta que el lugar “se transformó en un vergel. Trajeron sillas, sillones, estufas, todo de más, y todo nuevo”. Convocó a los teatristas, “que respondieron muy bien”, para armar un consejo. Sólo que “Artei y ATI decidieron luego suspender su presencia, y de Actores nunca apareció nadie”. Cuando pretendió que se anunciara oficialmente la creación de Proteatro, se topó con otra sorpresa: “Hasta que el nuevo gobierno no se haga cargo (el 6 de agosto), no podemos tocar un solo centavo”, le comunicaron.
Por su lado, Perinelli invitó a reflexionar sobre qué política cultural quieren realmente los teatristas. “Esta no es sólo una tarea de los gobiernos, no se hace sin recursos, pero tampoco únicamente con dinero”. Lo grave es el “silencio de los funcionarios”, la habilidad que tienen para derivar la responsabilidad a otro, todos de “dudosa operatividad real”. Fue casi unánime la opinión de que “la defensa de la cultura sirve sólo para (adornar) los discursos oficiales”. Correa aclaró que quienes se sienten defraudados por su gestión debían plantearlo allí mismo. Poco antes se habían escuchado las quejas de Goloboff. El director del INT dijo ser ante todo un hombre de teatro que está en ese cargo porque se lo pidieron sus colegas: “Es normal que se sientan defraudados porque Hacienda no me entrega el dinero, pero si ese sentimiento es por mi modo de gestionar los problemas del Instituto, díganmelo ahora. Este cargo no es más que uno de los numerosos lugares de lucha que he asumido en miscuarenta y seis años de teatro independiente, donde he sido actor, director, escenógrafo, iluminador; he clavado tachuelas y barrido pisos.”
Su participación no terminó ahí: quedaba por hacer un balance del dinero percibido por el Instituto, entidad a la que el Comfer –puntualizó– no le ha pagado la totalidad de lo que le debe (unos 11 millones). En cuanto al presupuesto de este año, recordó que era de 7 millones (“aprobado y en bruto”), pero que Hacienda fue efectivizando los pagos por un importe menor al que correspondía. Correa resumió así el momento: “Mientras en 1999 el INT contaba con 6 millones, ahora tenemos que manejarnos con tres, cuando, como sabemos, al promulgarse la Ley de Teatro se hablaba de 11 millones.” Como dijera Perinelli, esto ocurre en un país cuyo teatro tiene un nivel equiparable al de los países artísticamente más desarrollados: “Rodríguez Giavarini en un reportaje dijo sentirse orgulloso de la exportación cultural argentina. Sin embargo, este mismo señor barrió de un plumazo el presupuesto que la Cancillería destinaba a los viajes de los artistas argentinos al exterior.”

 

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