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Por Cristian Alarcón ![]() El fiscal Maraggi ya había recibido amenazas la semana pasada y el 23 de junio, el día en que diez encapuchados robaron la quinta de Fidencio Choque en Escobar, y lo torturaron hasta que les entregó dos mil pesos. La primera advertencia había sido una comunicación al teléfono directo de la fiscalía en las oficinas de la Justicia bonaerense en Campana. Cuidáte dijeron. Fijáte bien la fecha y la hora. La referencia era indudable. Hasta ese momento Maraggi había pasado por alto que el ataque violento a la familia Choque había sido exactamente un mes después del último asalto de las bandas de encapuchados, el 23 de mayo. Por aquel robo en Los Cardales la Justicia había detenido a diez personas. Además justo el día anterior a la remake de ese hecho, el 22 de junio, la jueza de garantías había procesado y dictado prisión preventiva a ocho de los detenidos. Llamados telefónicos, recorridas nocturnas por los caminos que bordean las quintas sobre las que apuntan con reflectores y claros mensajes de no aportar datos a los investigadores son sólo algunas de las formas de las advertencias, según revelaron a Página/12 dos diferentes fuentes del Ministerio de Interior. Ayer en Interior también se analizaba el ataque recibido por un dirigente boliviano, cuya identidad permanece en reserva, que estuvo entre quienes durante las últimas semanas han reclamado el esclarecimiento de los ataques a 79 familias bolivianas. Perseguido por un automóvil que lo encandiló, el hombre corrió escapándose hasta alcanzar a refugiarse en una estación de servicio. Luego se negó a realizar la denuncia ante la Justicia. La investigación que dirige Maraggi hasta el momento incluía algunas causas de las 21 que existen por asaltos similares en varias jurisdicciones. Pero este fin de semana comenzaron a llegar casi intactas de los otros robos denunciados en San Andrés de Giles, Escobar, Pilar, Exaltación de la Cruz. La Procuración General de la Corte Bonaerense ya designó a dos instructores judiciales para que colaboraran con Maraggi exclusivamente en la investigación sobre los ataques xenófobos. Y ayer se habría dado ya con los primeros frutos de esa investigación. Después de una serie de informes y cruce de datos, el fiscal ordenó el allanamiento de tres casas en Escobar, por el robo que sufrió el lunes último el quintero Ramírez Mamani. El domingo 25 pasadas las 21.30 Ramírez ahuyentó a los tiros a unos cinco encapuchados que le respondieron el fuego y alcanzaron a llevarse un televisor 20 pulgadas de su casa en Matheu, cerca de la quinta Choque. Ayer, en uno de los allanamientos, se secuestró un televisor como el robado a los Ramírez. El principal sospechoso por el asalto es Guillermo Espíndola, un ladrón que, como la Justicia le seguía los pasos por su posible vinculación con las bandas xenófobas, fue sorprendido el sábado cuando intentaba robarse un auto y ahora está preso a disposición de la fiscal Eleonora Day Arenas. En otra de las casas allanadas el fiscal encontró una colección de insignias, gorras y un bastón de goma. Laabundancia de elementos policiales tiene una explicación familiar: Espíndola, el ladrón, es hermano de un policía bonaerense.
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