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Nadie duda de que en la actualidad la Unión Europa (UE) no funciona demasiado bien. Es por ese motivo que Francia, que el sábado asumió la presidencia rotativa de la organización, desea utilizar sus seis meses de mandato para iniciar un proceso de reformas a la constitución europea. Pero hay un problema: Austria. El gobierno conservador-neonazi de ese país anunció ayer que convocaría a un referéndum, cuyo resultado podría traducirse en un bloqueo sistemático a las reformas. La manera de evitar el sabotaje es simple: los 14 socios de Austria en la UE deberán levantar las �injustificadas sanciones� que impusieron en febrero luego de que el Partido de la Libertad (FPOE) de Joerg Haider entrara en el gobierno. Fue en Haider que se originó la idea de una consulta popular. Tradicionalmente antieuropeo, el líder neonazi no se detuvo ante el carácter irrisorio de las sanciones europeas. A falta de mecanismos para implementar acciones punitivas, los 14 socios europeos de Austria (�los 14) se han conformado con medidas bastante simbólicas: evitar contactos no esenciales con embajadores austríacos, no apoyar a candidatos austríacos para organizaciones internacionales, y no reunirse (en lo posible) con ministros neonazis. Al ingresar ayer a la cumbre de coalición donde se decidió el referéndum, Haider subrayó que las sanciones eran incompatibles con los tratados de la UE y que éstos �deben respetarse�. Al salir, había obtenido su instrumento deseado para hacerlos respetar. Sin embargo, su coequiper conservador, el canciller (jefe de Estado) Wolfgang Schuessel, logró introducir algunas importantes salvedades. Primero, el resultado de la votación no será vinculante. Segundo, el gobierno podrá suspender el referéndum en cualquier momento. Schuessel aseguró que la votación podría ser �dejada de lado� si Viena recibe indicios confiables de que las sanciones serán levantadas. Por último, el referéndum no incluirá (como deseaba Haider) la posibilidad de un veto automático al ingreso en la UE de países del ex bloque soviético. Aun con estos condicionamientos, el referéndum es un instrumento poderoso. El texto consta de seis puntos. Sólo se puede dar una respuesta global de sí o no. La pregunta básica es �¿Debe el gobierno utilizar todos los medios adecuados durante la reforma en curso del tratado de la UE?�. Estos medios estarían dirigidos hacia seis objetivos. Primero, el levantamiento de las sanciones. Segundo, mecanismos que impidan �la dominación de algunos grandes Estados sobre otros� dentro de la UE. Tercero, el reconocimiento en la UE de los gobiernos europeos constituidos �democráticamente� (o sea, aun si incluyen a partidos ultraderechistas). Cuarto, un �claro reparto de atribuciones� entre el poder central europeo y las regiones (con una �revalorización� de éstas últimas), lo que limitaría la capacidad de las presidencias europeas de organizar sanciones contra países miembros. Los últimos dos puntos están dedicados a reasegurar que el gobierno austríaco no es nazi: a) los países miembros de la UE deberán respetar siempre �las reglas fundamentales de los Estados y los derechos humanos�, b) cuando se denuncien ese tipo de violaciones, la UE deberá crear �procedimientos legales� para responder a ellas. El referéndum tendrá lugar el 29 de octubre o el 26 de noviembre. Todo esto es claramente una medida de presión. Su objeto es muy definido: Francia. Ese país fue uno de los principales artífices de las sanciones contra Austria. No obstante, hubo bastantes esperanzas en Viena de que las sanciones serían eliminadas cuando ese país asumiera la presidencia rotativa de la UE el sábado. Pero la semana pasada, �los 14� (en una medida típica) pospusieron todo hasta que tres �sabios� presenten un informe acerca del estado de la democracia austríaca y la naturaleza (neonazi o no) del FPOE de Haider. Todo indica que ese informe no será completado hasta después de fin de año, por lo que el premier francés Lionel Jospin aseguró el fin de semana que las sanciones no serían levantadas durante el 2000. Ante estas �charlatanerías diplomáticas�, ayer Haider contrapuso una opción brutal: o se levantaban las sanciones �o sólo Francia será responsable del fracaso de Europa�.
HISSINE HABRE, EX DICTADOR DEL CHAD Un juez designado el viernes por el presidente de la República rechazó el lunes los cargos por violaciones a los derechos humanos que habían sido presentados en febrero. El cuadro suena familiar, y lo es. Ocurrió en Senegal, donde se instruía un proceso contra el ex dictador del Chad, Hissene Habre, acusado por sesenta casos de torturas y asesinatos ocurridos durante su gobierno, que duró desde 1982 hasta 1990. Desde entonces, Habre vive exiliado en Senegal, donde este año el juez Demba Kandji ordenó su enjuiciamiento y le prohibió salir de la ciudad capital, Dakar. Habre fue rebautizado como el Pinochet africano, dado los similares fundamentos de su proceso y los del ex dictador chileno y, previsiblemente, el juez Kandji fue el Garzón africano.
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