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EFRAIM DAVIDI, ANALISTA POLITICO ISRAELI NACIDO EN LA ARGENTINA
�Barak es un pálido reflejo de Rabin�

Hace dos semanas, el primer ministro israelí decidió sacrificar al frente progresista Meretz para conservar la alianza con un partido ultrarreligioso. Aquí un experto explica cómo eso complica la paz.

Primer ministro israelí Ehud Barak, entre distintos sectores de presión.


Por Elio Brat
Enviado especial a Tel Aviv

t.gif (862 bytes) �La marcha hacia la paz en Medio Oriente es un camino inexorable�, dijo a Página/12 el periodista israelí, nacido en Argentina, Efraim Davidi. En igual sentido, este analista político �quien llegara desde La Plata a Tel Aviv hace 25 años, en 10 de los cuales trabajó como jefe de redacción del desaparecido matutino Davar, el hasta hace muy poco diario de la Histadrut (central obrera israelí)� se mostró convencido de que �le guste o no a mucha gente, habrá un Estado palestino y eso es imparable�. �Las tensiones sociales dentro de Israel se van a agravar�, pronostica asimismo Davidi, quien abre una polémica al afirmar que �más paz (en la zona) significa más tensión a nivel social, porque más estado de guerra se traduce en mayor cohesión social. Y esta contradicción el gobierno (de Israel) no logra resolverla, porque cuanto más nos acercamos a la paz mayores son las manifestaciones internas producto de una normalización de la sociedad israelí, que se traduce en huelgas generales y luchas sectoriales, como las que llevan adelante aquí las mujeres por sus derechos y los jóvenes que se reivindican como anticapitalistas. Estas son cosas nuevas en la sociedad israelí a las que hay que prestarles mucha atención�. En un extenso diálogo con Página/12, quien desde este año es el corresponsal de la agencia cubana Prensa Latina en Israel marcó claras diferencias entre el actual primer ministro Barak y su colega y correligionario laborista Yitzhak Rabin, asesinado en noviembre de 1995 en Tel Aviv. �Barak, hoy, es un pálido reflejo de Rabin. No tiene la audacia ni la tenacidad que tuvo Rabin en su momento para lograr avances efectivos en una política de paz, que por otro lado fue la razón por la que la extrema derecha lo mató�, asegura Davidi.
�La otra semana, con la salida del partido Meretz, se partió la coalición gubernamental de Barak. ¿Tiene futuro la nueva formación, donde triunfó el partido religioso Shas?
�Yo creo que si Barak tuviera cojones, como dicen los mexicanos, podría crear o haber estado en condiciones de impulsar un gobierno de coalición que incluya a Meretz, a los comunistas de Jadash, al partido laico Shinui y a pequeñas fracciones árabes. Aunque sean una exigua mayoría parlamentaria, eso podría concretar un gobierno que pueda traer profundos cambios en Israel, no solamente en lo político sino en lo social. Lamentablemente Barak no es una persona de izquierda ni es consecuente. En lo fundamental, sus posiciones son de derecha. Por lo tanto, por un lado él prefiere perder a Meretz para ganar a un sector ultrarreligioso que es Shas, y también por su racismo antiárabe no está dispuesto a ampliar su coalición hacia sectores progresistas que no son sionistas en Israel. Pero lo más gracioso es que esos sectores que él dejó de lado son los más consecuentes con la paz.
�En Israel siempre existieron los sectores religiosos a nivel político. Pero el partido Shas ¿es un fenómeno nuevo en la situación israelí?
�En Israel existe una situación en la cual no solamente se viven diferenciaciones sociales como en otras sociedades sino que también las hay del tipo comunitario. Eso significa que la mayor parte de los árabes palestinos, ciudadanos israelíes, pertenecen a la clase trabajadora en su parte más baja. Y que los judíos de origen árabe, los judíos orientales que se conocen como los �sefaradíes�, pertenecen a los mismos sectores socialmente desplazados históricamente. Ambos grupos han sido excluidos en el Israel oficial, siendo discriminados durante decenas de años. Entonces una de las manifestaciones de ese descontento es el masivo apoyo a ungrupo ultrarreligioso que se llama Shas, que ideológicamente no es sionista y que representa en la sociedad israelí una mezcla de demagogia social �llamando a un cambio en ese sentido pero en una forma muy vaga� con una profunda visión fundamentalista de la política y de la realidad nacional, un poco queriendo transformar a Israel en un país donde la ley de la Torá, que es como decir la ley coránica en los países árabes, sea la que rige... Aunque quizás lo más interesante es que sean también pacifistas. Eso significa que no están entre los sectores más derechistas de Israel.
�¿Usted me quiere decir que hay grupos más violentos y belicistas que Shas en el país?
�Mire, tanto en los laicos como en los religiosos, hay sectores que son mucho más peligrosos, desde el punto de vista político, que Shas. Por lo tanto, hasta la izquierda marxista tuvo a veces puntos de contacto con Shas. Inclusive, aunque parezca un poco extraño, proyectos de leyes sobre cuestiones de tipo social como problemas de vivienda y de salario, el Shas y el Partido Comunista Jadash los han presentado juntos en la Knesset (Parlamento).
�Con todo, desde afuera se vislumbra el comienzo de una teocracia gubernamental. ¿Es así en verdad o es una visión errada?
�No, yo no creo que eso sea una realidad. Al contrario, muchas de las reacciones de los sectores ultrarreligiosos aquí es porque Israel se está convirtiendo cada vez más en un país laico. El problema no está en la laicicidad del Estado, sino que está en la definición etnocéntrica de Israel como un Estado judío. Desde ese momento también se podría definir como uno musulmán o cristiano. Por lo tanto, por esa definición etnocéntrica, donde una parte de la población no se reivindica como de la etnia gobernante, estamos ante una discriminación a nivel estatal. Eso significa que siempre habrá ciudadanos de segunda categoría, porque étnicamente no pertenecen al sector gobernante.
�¿Cómo se resuelve esa situación, si tiene solución?
�En el momento que Israel se convierta y no sea un país comunitario sino un país civil, en el cual se viva una verdadera �res-publica� y no una de las versiones, entre las muchas que existen, de tipo religiosa, creo que viviremos una sociedad mucho más libre y mucho más avanzada y democrática.
�Como un periodista con formación en Historia, ¿dónde ubica el comienzo de los cambios que están llevando a la actual situación israelí?
�La crisis política en Israel no empezó hoy. Tiene una fecha muy precisa que es el comienzo de la Intifada, esa rebelión popular palestina de diciembre de 1989. A pesar de ser un hecho nacional palestino, es una fecha clave en la historia de Israel. Desde aquel momento nos enfrentamos, digo los israelíes como pueblo y el gobierno, al hecho nacional palestino.
Esa explosión, a la cual la llaman la �primera rebelión proletaria en Medio Oriente�, significó el cambio de las reglas de juego en la política interna israelí. Esto marcó que los sectores dirigentes en Israel se dieron cuenta de que la conquista costaba mucho más allá de los frutos que podía dar.
�¿Cómo se vive eso hoy y cómo se refleja en la política israelí?
�Las secuelas de todo ese proceso todavía las estamos viviendo, en el sentido que en este momento es un hecho único en el cual no solamente Israel reconoció al movimiento de liberación nacional palestino, que es la OLP, sino que esta organización tiene sus soldados y una limitada soberanía nacional sobre los territorios. Si lo vemos en una perspectiva histórica, está claro que ese proceso no solamente no ha finalizado sino que hay sectores dentro del propio Israel que tratan de frenarlo.
�¿Ese intento puede tener éxito?
�Para mí no tiene ningún tipo de sentido ni de visión histórica. Yo podría dar un paralelo con lo que pasó en el Líbano y explicar cómo hasta hace un año aquellos que decíamos que había que retirarse unilateralmente e inmediatamente del Líbano, éramos vistos como un grupo de ilusionados o de gente con pensamientos muy extremistas, y fue lo que pasó en los hechos... Ante esto, los próximos meses serán claves en cuanto a las negociaciones de paz, no solamente porque se firme o no algún tipo de tratado sino porque la presión social por parte de los palestinos en los territorios está aumentando de tal manera que puede llegar a haber algún tipo de explosión que puede llegar a recordarnos aquellos momentos de la Intifada.
�Sin pedirle una visión futurista, ¿hay probabilidades de un proceso de paz y de cambios reales dentro de Israel y en los países árabes y palestino?
�Yo no me las doy de profeta ni mucho menos. Lo que sí puedo vislumbrar son algún tipo de tendencias. Por ejemplo que la marcha hacia la paz es inexorable. Luego, también inexorablemente, que habrá un Estado palestino. Y también pienso que las tensiones sociales dentro de Israel se van a agravar. Se dará una potente lucha porque más paz significa más tensión a nivel social y la guerra produce cohesión, algo que la imagen oficial israelí fortalece. Y cuanto más nos acercamos a la paz, más palpable es. Y si se logra imponer no sólo la paz sino una con justicia social, yo creo que vamos a vivir una sociedad que es mucho mejor que la de hoy.

 

 

Un Camp David que no servirá

Consciente de que el éxito �no está garantizado�, el presidente norteamericano Bill Clinton convocó ayer a los líderes israelíes y palestinos el próximo martes a la legendaria residencia de Camp David con la esperanza de que incluso el elemento escénico juegue a favor de un acuerdo de paz: allí se firmó el acuerdo entre Israel y Egipto hace más de dos décadas. Clinton, que todavía espera convertir el difícil acuerdo en su legado político, no se mostró nada convencido de que el pacto pueda lograrse antes de que se cumpla el límite fijado inicialmente en el 13 de setiembre. Según Clinton, siete años de negociaciones entre israelíes y palestinos han desembocado en una situación de �punto muerto� constreñida por los �miedos, las pasiones y la entrega en la defensa de los intereses de los ciudadanos� a los que representan cada uno de los dos líderes. �No hay respuestas fáciles y, desde luego, no las hay que no sean dolorosas. Por eso �dijo Clinton en el anuncio de la convocatoria�, claramente no hay ninguna garantía de éxito.� El primer ministro de Israel Ehud Barak y el líder palestino Yasser Arafat se reunirán con Bill Clinton el próximo martes en el complejo de Camp David, la residencia de descanso para los presidentes estadounidenses en la que Jimmy Carter impulsó el acuerdo entre Israel y Egipto en 1978. La cumbre �tenía que ser en un entorno positivo que inspire a los líderes hacia el acuerdo�, dijo Clinton.

 

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