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�En música, el talento no te concede impunidad�

El guitarrista Luis Salinas, que mañana presenta en vivo su último compact �Solo guitarra�, sostiene que, más allá del prestigio que tiene entre los músicos, es el público el que debe opinar sobre una obra.

Luis Salinas es uno de los guitarristas más talentosos del país.
Es autodidacta, y compartió escenarios con músicos de distintos géneros.


Por Fernando D�Addario

t.gif (862 bytes) Luis Salinas es un guitarrista explosivo y un hombre verborrágico, características que no entran en conflicto con su austeridad logística. Sólo necesita de su guitarra. Hace ya varios años, en su Monte Grande natal, con su amigo Palo Penayo tocaba en las fiestas de los colectiveros para poder viajar gratis. Tocó también en trenes, en fiestas privadas, en kermeses, en el Hyatt, en Estados Unidos, en España, con su padre, con su padrastro, con BB King, con George Benson, solo, de madrugada, al mediodía, gratis, y hasta llegó a tocar, una vez, en Oliverio, �para una sola persona, que era la madre de Quintino Cinalli�. Mañana presentará su último CD, Solo guitarra, en el teatro Cervantes, un ámbito que supone, para muchos, una legitimación artística. Y que para él se trata, tan solo, de otra oportunidad para encontrarse con su guitarra. �Aunque es cierto que tiene una acústica un poco mejor que la estación de Monte Grande, ¿no?�, reconoce en la entrevista con Página/12. Salinas se crió en Villa Diamante, es autodidacta, y no hay músico de prestigio que visite el país que no pregunte por él.
�En su momento se lo criticó porque tocaba demasiado. Ahora se dice que abarca demasiados estilos... 
�Yo acepto las críticas. Sé también que para el que me escuchaba tocar siempre al mango, ahora se encuentra con otra cosa. Pero así como me criticaban eso de que �toco mucho�, Benson, por ejemplo, dijo de mí �qué de cosas tiene para decir�. Igual soy consciente de que en mi carrera tengo que desarrollar más mi personalidad para lograr una síntesis. Hacer tangos, boleros, bossa nova, folklore, no significa que tengo impunidad para tocar cualquier cosa. Toco esos estilos porque me han autorizado los maestros de esos géneros. Jamás se me ocurriría ponerme a tocar flamenco. Lo hago, pero en mi casa, porque sé que no me sale bien. No se trata sólo de la técnica, sino de todo lo que trae abajo el flamenco. El talento no concede impunidad. Si me invita Jaime Torres, no hacemos juntos un carnavalito. Prefiero una zamba, porque de eso entiendo, y además lo siento. Si me pongo a tocar algo que no sé, él me va a decir, �Luis, ¿por qué no te tocás algo tuyo?�. Y sería un papelón. Hay que ser cuidadoso, pero también hay que ser libre. Por suerte la música no es para los nazis. 
�Usted debe ser el músico argentino que tocó con más gente, de todos los géneros imaginables. ¿Esto lo ayudó o lo perjudicó a la hora de buscar una identidad?
�Voy a contar una cosa. En Oliverio tocaba con dos tipos de músicos: los que tienen swing, corazón y no mucho conocimiento académico, y los que tienen una técnica envidiable. Una vez logré que subieran al escenario Francisco Rivero y Alambre, dos que hasta entonces no se aguantaban. Alambre decía de Rivero �ése no goza ni cuando va a cagar�. Y Rivero decía de Alambre �ése no sabe nada�. Bueno, la cuestión es que primero le tocó el solo a uno, y lo hizo de puta madre, con su onda, y después al otro, y también fue espectacular. A mí me tocó el tercer solo, e intenté ponerme en el medio de los dos, es decir, tratar de sacar lo mejor de cada uno de ellos. Y toqué como el orto, no me salió una. Me fui deprimido. Al día siguiente, agarré la guitarra, me puse a tocar y me salieron como cinco temas propios. Ahí me di cuenta de que, en definitiva, uno es lo que compone. Y que recibe influencias, pero de la gente que, en algún punto, tiene que ver con uno. Mc Laughlin es un genio, pero no es mi onda. Yo aprendí escuchando a Joe Pass, a Santana, a Benson. Pero no copiándolos, sino tocando arriba de sus discos, tratando de improvisar, tratando de ser Salinas. Veo muchos músicos que tocan, tocan y tocan, se saben todos los temas de Chick Corea, pero yo les preguntaría �¿y vos quién sos?�.
�Durante muchos años, su prestigio tenía que ver con lo que los músicos famosos decían de usted, pero seguía tocando en los sótanos...
�Es que eso de ser el elegido de los músicos no sirve. La que elige es la gente. Si no, podés ser un genio, pero terminás dando clases. Y la gente, cuando se le da la posibilidad, elige bien. Es una mentira eso deque el jazz es para los que tienen anteojitos. Ponelo a Hermeto en una plaza de Buenos Aires, dale una guitarra y que empiece a cantar. Vas a ver cómo se llena de gente. Porque el tipo tiene talento.
�Eso de tocar para diez tipos, ¿tiene su mística, o es frustrante?
�Para mí, el goce ante todo. No importa dónde, ni ante cuántos ni con quién, a mí dame una guitarra. Me acuerdo de que hace muchos años tocaba con Nicky Jones (el del Club del Clan). Y en los clubes hacíamos por ejemplo �Quién se ha tomado todo el vino� y cuando me daba el solo yo me prendía fuego, me quería tocar todo. Creo que Nicky me llevaba como atracción, y para mí era divino tocar. Porque no importa lo que toques, sino cómo. La Novena Sinfonía de Beethoven, por un mal músico, es una porquería. Y Bill Evans agarra �La cucaracha� y hace una maravilla.
�Usted grabó en Estados Unidos, para el sello GRP, con grandes músicos sesionistas y todo a su disposición. Sin embargo el resultado fue, para muchos, un trabajo frío, estándar. ¿Qué pasó?
�Es que no fui a grabar como una estrella, sino que a mí me sacaron del pozo. Me llevaron a Minneapolis, me pusieron como productor a un monstruo como Tommy LiPuma (que trabajó, entre otros, con Miles Davis), a músicos de George Benson, de Prince, y en la primera sesión de grabación nomás ya me metían miedo. Y LiPuma no me había visto nunca tocar, y quería que hiciera standars jazzeros, no nos entendíamos con el idioma, yo no tenía ningún poder de decisión, no estuve en la mezcla, estaba bajo mucha presión y salió una cosa que fue un poco híbrida. Igual, a la gente le gustó.
�Después hubo un segundo disco que nunca salió, pero se vislumbraba una �carrera internacional�. ¿Sus amigos no le preguntan por qué no se fue a vivir a Nueva York?
�Sí, pero ni loco. Mirá, acá ese segundo disco nunca salió porque Universal se fusionó con Polygram y muchos quedamos en el medio. Una lástima, porque ahí sí elegí los músicos. Igual, para Universal de acá, cuando salió el primer disco, a mí me tenían como �artista extranjero� y nunca me dieron bola. Y los de allá se gastaron después 250 mil dólares para un disco que nunca salió. Me pusieron en un hotel de mil dólares, organizaban lunchs, tenía maquilladora, y resulta que a Fatorusso le pagaban dos mangos. Yo les decía �¿por qué no me ponen en un hotelito cualquiera? si yo me arreglo igual�. Pero ellos son así. Y la verdad, prefiero estar acá, aunque no sea tan bueno para mi carrera. Me convenció Hermeto, que me dijo: �Para tu carrera, no es bueno que no estés más en GRP. Pero para la música, es muy bueno que no estés más�.

 

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