Por Marcelo Justo
Desde Londres
 La noticia saltó como una pequeña bomba (o bien, como un corcho) en 10 Downing Street, residencia oficial del primer ministro británico, Tony Blair. Ocupado como está con los vaivenes de su último hijo, Leo, que nació el pasado 20 de mayo, atribulado por disidencias en el gabinete e intrigas políticas, el primer ministro no debió sospechar que encontraría un nuevo frente de tormenta. El mayor de sus cuatro vástagos, Euan, de 16 años, había sido encontrado el miércoles a la noche en estado de completa ebriedad y semiinconsciencia en la plaza de Leicester Square, en pleno centro de Londres. Alrededor de las dos de la madrugada de ayer la policía devolvió al hijo a casa del padre y primer ministro y a media mañana la noticia corrió como un reguero de pólvora (o de whisky) por las redacciones, las radios y la televisión.
Entre rumores, trascendidos, comunicados y declaraciones de supuestos testigos del evento, se supo que el miércoles por la noche Euan Blair salió a celebrar con sus compañeros de la escuela católica London Oratory el fin de los GCSE, uno de los dos exámenes cruciales que se toman en la secundaria inglesa. Alrededor de las 10 de la noche, Euan apareció en la plaza de Leicester, en el medio de la zona de cines del centro, tirado en el suelo y en obvio estado de ebriedad. Cuando la policía lo abordó, decidió mentir sobre su nombre, edad y domicilio: no dio el apellido Blair, dijo que tenía 18 y ofreció la dirección privada en la que vivía la familia antes de que su padre se convirtiera en primer ministro hace poco más de tres años. Euan sabía �se nota� que su detención era puro alcohol inflamable.
El arresto de un adolescente tan involuntariamente célebre propició todo tipo de interpretaciones. Entre las �psicológicas�, se habló de la clásica rebelión adolescente y de los celos reprimidos por el nacimiento de Leo Blair, que llegó tan inesperadamente a la vida familiar de dos progenitores de 46 años hace un mes y medio. Entre las �sociológicas�, se mencionó la conocida aficción de los británicos por el alcohol, a la que se acompañaban algunas estadísticas alarmantes. Según la ONG Alcohol Concern, en la pasada década los adolescentes ingleses de 11 a 15 años aumentaron su ingestión alcohólica de unas cinco unidades a casi 10 semanales. La Organización Mundial de la Salud señaló recientemente que Gran Bretaña y Dinamarca eran los países donde los adolescentes consumían más alcohol.
Para Tony Blair el incidente no podía caer en peor momento. En respuesta a los desmanes de los hooligans en la reciente Eurocopa de fútbol, el primer ministro británico propuso hace una semana a la policía que aplicara una multa de 100 libras (unos 150 dólares), a pagar en el acto, a los �vándalos� descubiertos ebrios y beligerantes en la calle. La idea, concebida para demostrar que el laborismo es el partido de la ley y el orden, estaba tan plagada de dificultades logísticas que se convirtió rápidamente en el hazmerreír de la clase política. La policía dejó trascender que no estaba dispuesta a acompañar a hooligans borrachos al cajero automático más cercano para obligarlos a sacar las 100 libras de rigor y abonar la multa, y el miércoles, en el debate parlamentario con el primer ministro, el líder de los conservadores William Hague, le preguntó entre risas quién era el �responsable de una política tan absurda, que no tiene pies ni cabeza, y está hecha para ganar votos fácil y rápido�. Lo peor, como siempre, va a ser la resaca.
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