Por Elio Brat
Enviado especial a Tel Aviv
Por la cercanía en el tiempo y lo impactante del caso, todos en Israel recuerdan a Noam Barnea, el soldado israelí que hace un año y tres meses murió en el Líbano cuando volvía de ir a buscar un prendedor pacifista con la leyenda: �Retirada unilateral del Líbano YA!�. Su padre, Aaron Barnea, es un argentino que llegó a Israel hace más de cuarenta años. Participó de la incursión militar al Líbano de 1982, que derivó en lo que aquí se conoce como la �guerra del Líbano�. Pero este oficial de reserva de 1982 sigue siendo uno de los dirigentes pacifistas más reconocidos de Israel. A un mes de la retirada militar de las tropas israelíes del territorio donde cayó su hijo �alborozadamente festejada por los grupos que desde casi el principio exigieron que eso se concretara�, Barnea dialogó con Página/12.
�El tema del Líbano puso en jaque a toda la sociedad israelí al ser la primera vez que el gobierno de este país no entra en un conflicto bélico defendiéndose sino invadiendo territorios bajo la consigna de una pretendida �seguridad nacional�.
�En junio del �82, dos días después de que comenzaron las acciones, yo fui como oficial de reserva a la incursión al Líbano. Entramos en la parte sur por la ciudad de Nabatyhe, una zona preciosa que tienen los libaneses. Yo y mis compañeros estábamos seguros de que al año siguiente haríamos turismo con nuestra familia en ese lugar, porque estábamos completamente convencidos de que entramos para salir inmediatamente. Quién podía imaginarse que iba a ser una guerra que podía continuar tantos años, que nos iba a costar tantos caídos y heridos. Tanta sangre y tantas lágrimas simplemente por una total miopía política de nuestros líderes. Y lo trágico es que duró tanto tiempo, solamente por inercia política.
�¿A qué se refiere cuando habla de �inercia política�?
�Durante años se siguió manteniendo una mitología de pseudodefensa que nada tenía que ver con la realidad. Porque, ¿qué posibilidades tenía un ejército que ocupaba una angosta franja del sur del Líbano �alegando que debía hacerse para defender el norte de la Galilea� frente a la opción que siempre utilizaron las fuerzas del Hezbollah para bombardear nuestras poblaciones con sus katiushas? Lo que sí hemos tenido fueron centenares y centenares de caídos, familias desgraciadas, una moral nacional carcomida e ingentes cantidades de dinero gastadas para nada. Por suerte llegó el momento en que un primer ministro, Ehud Barak, se ha puesto los pantalones y decidió simplemente, de una manera unilateral, salir de ahí y punto.
�¿Hay una diferencia entre las anteriores guerras en la zona y la que se llevó adelante en el Líbano?
�Nuestras guerras pueden dividirse en dos tipos. Las que se han librado con un muy amplio consenso nacional y las otras, llevadas adelante con grandes diferencias internas. La de la independencia en el �49, junto a la de los Seis Días en el �67 y la de Yom Kippur en el �73 fueron dictadas a Israel. La del �56, conocida como la del Sinaí, está muy discutida porque muchos consideran que se pudo evitar. Lo que es seguro es que la guerra del Líbano, donde los líderes de ese entonces, Menahem Beguin y Arik Sharon, se vanagloriaron de que se trataba de un conflicto con alternativa de no entrar, generó una oposición pública enorme.
�¿Cómo fue en los hechos esa oposición a la guerra?
�Miles de personas hemos salido a la calle y hemos escrito cosas en Israel por la retirada inmediata del Líbano de nuestros soldados. Pero a mí personalmente comenzaron a oírme al día siguiente de la caída de Noam. Porque en Israel todavía, a padres que han perdido sus hijos en acción, por lo menos se los escucha sin taparles el pico. Eso tal vez es un reflejo de un cierto respeto a la vida humana que existe acá.
�¿Era posible para los jóvenes israelíes negarse a ir al Líbano?
�Podría haber circunstancias de ese tipo si la dirección de un país no tuviera la posibilidad de manejar y manipular la opinión pública.
�De hecho hay gente que se ha negado y se niega a ir y sufre cárcel por eso. ¿Cuál es su opinión?
�El tema está abierto a la discusión. Hay gente que dice que ciertas acciones son legales, pero al mismo tiempo ilegítimas. Pero una persona que está dispuesta a oponerse a una orden debe estar preparada para pagar las consecuencias, como la de ser encarcelado.
�¿Los movimientos pacifistas en Israel buscaron alguna clase de contacto con grupos similares en el Líbano?
�En Líbano no existen, por el momento, movimientos que sepamos que tengan cierta presencia pública. Sabemos que allí hay sectores de la población totalmente insatisfechos con la forma como se llevan adelante las cosas respecto del conflicto con nosotros.
�¿Qué cosas sí pudieron hacer desde Israel y con quién?
�Yo pertenezco a un grupo de padres que han perdido a sus hijos y que están luchando por la paz. Integramos otro movimiento más amplio, Alianza internacional por la paz árabe-israelí, formado hace unos tres años. Desde allí hemos logrado interesar a intelectuales egipcios, jordanos, palestinos e israelíes en torno de una plataforma común. Lamentablemente, hay que decir que los sectores que se oponen ideológicamente a un acuerdo con Israel son todavía muy importantes. Tanto los que se identifican como islámicos ortodoxos como laicos no quieren saber nada con la paz.
�Pero del lado de Israel también existen grupos reaccionarios a favor de la guerra. ¿Cómo juegan en todo esto?
�En Israel todo el mundo te va a decir que está a favor de la paz. Inclusive los que llevan adelante los asentamientos en los territorios ocupados, todos te van a decir que están a favor de la paz. Pero evidentemente no se puede hablar de una solución pacífica si no se parte de la premisa de que una solución de paz tiene que venir necesariamente con concesiones. Y en el caso de Israel son concesiones territoriales. Así que con quienes tienen argumentos opuestos a las concesiones, aferrándose a argumentos de tipo bíblico o de tipo mesiánico, no se puede discutir en términos de política real.
BARAK NO NEGOCIA CIERTOS TEMAS
Las delgadas líneas rojas
El primer ministro de Israel, Ehud Barak, se dio ayer una oportunidad para tener éxito en el mayor desafío de su carrera: llegar a un acuerdo de paz con los palestinos en la cumbre de Camp David. Mientras lucha para evitar la caída de su coalición, Barak es consciente de las advertencias de los funcionarios palestinos y de sus propios jefes de seguridad de que las consecuencias de un fracaso en Camp David podrían ser un derramamiento de sangre a gran escala.
El premier aceptó un desafío adicional al creer que puede ser mejor estratega que los miembros de su coalición, que amenazaron con retirarse de la cumbre por anticipado y lo acusan de considerar mayores concesiones territoriales a los palestinos. Anteayer Barak dijo que si su coalición fracasa, apelará directamente al pueblo israelí en un referéndum nacional. El cálculo está basado en el histórico mandato de Barak en las elecciones del año pasado. Sin embargo, una reciente encuesta de opinión muestra que su popularidad se desvanece rápidamente.
Ayer, las predicciones para la cumbre eran aún más sombrías: el jefe del equipo negociador predijo un fracaso rotundo después de que Barak revelara cuatro �líneas rojas� que establecen hasta dónde está dispuesto a ceder. Para evidente frustración de los palestinos, Barak anunció que no aceptará considerar el retiro total de Cisjordania a las fronteras previas a 1967 ni cederá el control sobre Jerusalén. También, que �no habrá regreso de refugiados palestinos a Israel ni ejército extranjero al oeste del Jordán�.
|