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Venus Williams y Lindsay Davenport jugarán mañana la final del Abierto de Wimbledon, tercer Grand Slam de la temporada, tras imponerse ayer en dos mediocres partidos a la norteamericana Serena Williams y a la australiana Jelena Dokic, respectivamente. Venus venció en el duelo familiar a su hermana 6-2, 7-6 (7-3 en el tie break) en una hora y 27 minutos, y Davenport impuso su experiencia contra Dokic, a quien superó 6-4, 6-2 en apenas 51 minutos. Por primera vez desde 1990, entonces con Zina Garrison, habrá de nuevo una jugadora negra en la final. En aquella oportunidad, la estadounidense perdió ante su compatriota Martina Navratilova. La última que ganó el título en el All England Tennis Club fue Althea Gibson, campeona en Wimbledon en 1957 y 1958, y también del US Open en los mismos años. Será la primera final norteamericana también desde hace diez años, con la nacionalizada Navratilova y Garrison en aquella ocasión. La última entre dos jugadoras nacidas en Estados Unidos se produjo en 1973 con Billie Jean King y Chris Evert. Las hermanas Williams prometieron que saldrían a la central de Wimbledon �como pirañas� y así lo hicieron, pero sin los temibles dientes de estos peces amazónicos, ni por supuesto con su conocida voracidad. El partido del siglo, el choque por excelencia, vendido así de forma sensacionalista por la prensa local, sólo resultó histórico porque por primera vez dos hermanas se enfrentaban en las semifinales de este torneo. Pero el juego de ambas decepcionó y los 15.000 espectadores que acudieron a presenciar las semifinales se aburrieron soberanamente. Fue un encuentro plagado de errores, con escasos puntos de calidad, donde la mayoría de edad de Venus (20 años) terminó imponiéndose. Así, la estadística que protege a las mayores en los duelos fraternos en el Grand Slam continúa. En los siete anteriores desde 1985, la mayor acabó consolando a la pequeña. Papá Richard evitó el sufrimiento al no aparecer por la cancha central, tal como había prometido. Quizá imaginaba que, ante tanta presión, una de ellas acabaría derrumbándose sin ofrecer la imagen combativa que tanto se ha alardeado durante el torneo. La derrotada fue Serena, campeona del US Open el año pasado, de flojo rendimiento: la cara de su hermana al finalizar el partido era casi más de sorpresa que de alegría. En el otro encuentro, la experiencia de Davenport se impuso a los feroces golpes de Dokic. Fue también un partido extraño con nueve quiebres de servicio, siete de ellos en el primer set, que se apuntó la estadounidense cuando la australiana nacida en Belgrado falló un revés. El problema de la jugadora de Palos Verdes era consolidar su saque y afinar su resto. Las dos cosas le funcionaron en el segundo parcial, cuando se colocó mejor y dominó el juego. Dos quiebres de servicio, en el tercer juego (2-1) y en el séptimo (5-2) sirvieron para que Dokic viera escapar su sueño y volviese a la realidad. A Jelena, como a Serena, la traicionaron los nervios y sus 24 errores de derecha terminaron pasándole factura. En el cuadro masculino, el sorpresivo semifinalista Vladimir Voltchkov probablemente luzca camisetas, pantalones cortos y calzado que combinen entre sí cuando enfrente hoy a Pete Sampras en el partido de su vida, por una de las semifinales de Wimbledon. �No tengo un proveedor de indumentaria�, dijo Voltchkov tras lucir ropa de diversa procedencia durante su victoria ante Byron Black, durante los cuartos de final. �Me quedaban algunas cosas del año pasado. Los pantalones cortos eran en realidad de Marat Safin porque vine aquí sin ropa nueva�. La otra semifinal la animarán André Agassi y Patrick Rafter.
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