OPINION
La
otra cara del indulto
Por
Luis Bruschtein
|
El
juicio por apropiación de bebés durante la dictadura
es una consecuencia de los indultos de Carlos Menem y la Ley de Obediencia
Debida. Los hechos se hubieran conocido igual, pero su repercusión
hubiera sido muy distinta si los responsables hubieran estado en la
cárcel.
Hay heridas que nunca podrán cicatrizar. Pero hay otras que
sí, no para hacer coincidir puntos de vista opuestos, pero
por lo menos para llegar a reglas de juego aceptables. Esto no sucedió
así por todas las limitaciones y trabas que le pusieron a la
Justicia en función de una falsa reconciliación sobre
la base de la impunidad de los criminales. Hubo altos dignatarios
de la Iglesia, funcionarios y dirigentes políticos que defendieron
esta idea de reconciliación forzada por la prepotencia del
poder. Pero estos procesos, más relacionados con la conciencia
de las personas, no se dan por la fuerza, como puede suceder con cuestiones
más puntuales de la política.
Y tampoco se puede construir una sociedad democrática sobre
la base de la impunidad. Es un contrasentido, una contradicción
en sí misma que, por más que se avance y pase el tiempo,
lleva siempre al punto de partida. Lo demuestra este juicio que se
presenta con tanta fuerza como el que se realizó a los ex comandantes
hace 15 años.
La igualdad ante la ley es una noción primaria de la democracia.
Y la ley es una sola. Si hay una para militares o poderosos en general
y otra para los menos protegidos, todo el andamiaje queda rengo. Aun
cuando funcionen otros derechos, habrá una parte anclada que
permanecerá inmutable.
En Chile hay más jefes militares condenados y presos por violaciones
a los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet, que
en Argentina. A diferencia de Argentina, donde se cuestiona a los
juicios por la verdad, el gobierno uruguayo da señales de que
estaría dispuesto a entregar los restos de los desaparecidos.
Entonces no es cierto que aquí se ha avanzado ni tanto ni más
que en otros países.
Una cosa es el discurso y otra los hechos reales. Y aun así,
ese discurso existe por la presión permanente de los organismos
de derechos humanos y la sensibilidad de la sociedad en general. Porque
todo lo que se avanzó, se deshizo al poco tiempo. Hay un juicio
en la sociedad civil y otro en la Justicia. Y como forma de consolidar
ese juicio y esa condena que no se concretó en la Justicia,
la sociedad civil levanta monumentos y casas de la memoria y juicios
de la verdad. Las Fuerzas Armadas protestan por estas cosas, pero
ellas, junto a los políticos que forzaron la impunidad, son
los principales responsables de lo que ocurre. |
|