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Carlos Menem jugó una apuesta fuerte al anunciar su intención de convocar a elecciones internas del PJ para octubre próximo. En principio no tuvo la suerte esperada. Dos de los principales gobernadores del justicialismo, como Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota, rechazaron su propuesta. Ahora, el ex presidente deberá comenzar un arduo trabajo de convencer a los mandatarios provinciales de los beneficios de la contienda electoral. Pero el ex presidente no estará solo. Desde la vereda de enfrente, Carlos Ruckauf y Eduardo Duhalde intentarán convocar a su vez un congreso partidario para proponer una conducción colegiada del partido. Pero para ello también tienen que seducir a los gobernadores. En definitiva, ellos tendrán la última palabra. Para Duhalde, la jugada definitiva sería poder concretar la convocatoria a un congreso partidario para setiembre, tal como dijo en el reportaje publicado ayer en Página/12. En ese diálogo el ex gobernador desnudó su estrategia. El sostiene que es en ese ámbito donde se conocerá la voluntad de los gobernadores, y donde se decidirá si hay internas. Duhalde se arrogó la capacidad de saber cuál es la opinión de los mandatarios provinciales. Están interesados en que la nueva conducción elegida por los afiliados se haga el año próximo, porque ahora sería una pérdida de tiempo. En algo tuvo razón Duhalde, dos de los principales gobernadores justicialistas como De la Sota y Reutemann ya anunciaron su rechazo a la intentona menemista. El mandatario santafesino tuvo que ser prácticamente forzado a sentar una posición. Poco después de culminar su encuentro junto a otros mandatarios provinciales con el presidente Fernando de la Rúa (ver página 6) y parco como siempre, el ex piloto de Fórmula Uno dijo finalmente: Personalmente no estoy de acuerdo con participar en una interna, alguien (por Menem) mencionó una fecha en octubre y yo de ninguna manera pienso en participar, aseguró. El mandatario santafesino logró de esta manera zafar de la contienda pero no será por mucho tiempo. Sobre todo si se tiene en cuenta su opinión sobre la conducción del PJ: Evidentemente no hay un liderazgo absoluto. Está muy disperso todo en el justicialismo, dijo y agregó cubriéndose con rapidez: A Menem no lo van a jubilar por decreto. El tándem Duhalde-Ruckauf cuenta con aliados. Ayer fue el turno del vicegobernador bonaerense, Felipe Solá. Menem como persona es creíble, pero no es creíble su conducción desde el punto de vista que no está legitimada por lo que aconteció el 24 de octubre pasado, dijo Solá previo a lanzar una propuesta de conducción colegiada del partido. Para el segundo de Ruckauf esa conducción debe estar integrada por una lista confeccionada por gobernadores provinciales y jefes de bancadas, y propuesta al Congreso partidario para alcanzar acuerdos sólidos y a largo plazo con el gobierno nacional sobre temas económicos y sociales. Este gesto no es gratuito. Solá, que no oculta su deseo por ser gobernador, apoya la candidatura presidencial de Ruckauf e impulsa a Duhalde como candidato a senador para tener el camino despejado. El ex presidente tampoco está solo. Sus viejos y fieles seguidores continúan apoyándolo y alentándolo en esta aventura. El ex secretario general de la Presidencia, el geólogo Alberto Kohan advirtió que si se proponen cambios en la conducción, es preciso ir a internas y poner algo que le guste a la mayoría y recordó que en 1988 nadie creía en Menem; solamente los justicialistas, que sabían que un hombre recorría el país. El gobernador de La Pampa, Rubén Marín, coincidió con Kohan y consideró que los críticos en el fondo tienen miedo, porque si no irían a internas para ver quién tiene más votos. Los argumentos de ambos sectores tienen su lógica y una coincidencia. Por un lado el menemismo no quiere perder el espacio del que gozó durante diez años y menos dejárselo a sus enemigos. En tanto, la dupla Ruckauf-Duhalde está confiada en su estrategia contra Menem debido a los resultados favorables que le arrojan las encuestas. Pero ninguno de los sectores puede contar como suyo al resto de los gobernadores, el poder real del peronismo, como suele decir Duhalde.
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