OPINION
Los
cautivos del sistema
Por
Julio Nudler
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¿Guerra
de ideas o de lobbies? En este partido de pato, todos tironean de
los casi 400 millones mensuales que los trabajadores aportan a las
AFJP. Discuten el destino de esos fondos, que crecen exponencialmente,
sumando un pozo de miles y miles de millones. Mientras para todos
los demás rige una absoluta libertad financiera, el ahorro
de los trabajadores sufre una implacable regulación, pero que
cada grupo de interés quiere modelar a su gusto. A finales
del menemismo, la Comisión Nacional de Valores autorizó
a las AFJP a invertir en Fidelity, un fondo de inversión estadounidense,
pero la Superintendencia del sistema todavía no convalidó
esa venia. Mientras se descolgaba sobre ella una tormenta de presiones,
en las carteras de los fondos jubilatorios empezaron a multiplicarse
las acciones de transnacionales. A otros se les ocurrió, entretanto,
que los fondos jubilatorios deberían aplicarse a financiar
el vasto plan de obras públicas que diseñaron entre
el ministro Nicolás Gallo y la Cámara Argentina de la
Construcción (Techint, Roggio, Macri y compañía).
En esta línea, el viernes 30 de junio apareció en La
Nación un largo artículo de Mario Brodersohn (es Hacienda
con Alfonsín) y Aleto Guadagni (ex Industria con Menem), aportando,
en resumen, la siguiente descripción del asunto:
Un objetivo de la privatización
del sistema jubilatorio (1994) fue generar ahorro interno de largo
plazo para salir del cortoplacismo y reducir la dependencia de la
financiación externa.
Hoy casi el 50% de los
fondos jubilatorios (que suman actualmente $ 18 mil millones) está
invertido en títulos públicos nacionales. Si en el 2003
se alcanza el equilibrio fiscal, no habrá ya emisión
neta de bonos, y las AFJP sólo podrán invertir en acciones
privadas, plazos fijos y algunas otras opciones. A fines de ese año,
las AFJP manejarán $ 45 mil millones.
Pero las empresas importantes
están dejando de cotizar en la Bolsa local. Ya se borraron
de las pizarras YPF, Telefónica, Banco Río, Disco...
* Ante ello, a fines de 1999 la CNV autorizó a las AFJP a comprar
acciones de 167 multinacionales que cotizan en Nueva York. Pueden
hacerlo a través de los llamados Cedear, que son certificados
emitidos por bancos. Por esta vía, parte de los fondos jubilatorios
argentinos pueden ser invertidos en acciones de Microsoft, Telefónica
de España, Merrill Lynch, AOL, Repsol...
Por tanto, hemos
privatizado el sistema jubilatorio para fortalecer el insuficiente
ahorro nacional y terminamos exportando nuestros ahorros... Mientras
nos quejamos de que las empresas argentinas emigran a Brasil, por
el otro lado autorizamos a invertir en acciones de empresas brasileñas.
¿Qué sería
sensato hacer, en cambio?: canalizar los recursos del sistema jubilatorio
hacia inversiones en infraestructura, y en escuelas, hospitales, cárceles,
etcétera. La idea es que parte de los recursos que manejan
las AFJP se vuelquen en fondos fiduciarios para inversiones.
Tras leer este planteo, le preguntamos a Brodersohn por qué
sólo para los trabajadores no hay libre movimiento de capitales.
¿Le parece mal que no puedan comprar acciones en Estados
Unidos?
Lo que parece inicuo es que sólo a los trabajadores les
esté prohibido invertir su ahorro como más les convenga.
¿O sea que estaría bien que las AFJP, que administran
la plata de los trabajadores, la inviertan afuera?
¿Y está bien que los trabajadores sean los únicos
obligados a asumir con sus ahorros el riesgo argentino?
Pero no es así, porque las AFJP hoy pueden comprar acciones
de Microsoft, de Petrobrás...
Sí, pero con un techo muy bajo.
Claro, pero para la diversificación del riesgo. También
tienen un tope para títulos públicos, para plazos fijos...
Para títulos públicos el máximo es del
50% de los fondos, mientras que en acciones extranjeras el tope es
del 7%.
No tengo claros los porcentajes. Y no es que el trabajador tome
las decisiones. Hay otros que las toman por él, y las acciones
que compraron las AFJP cayeron fuertemente.
Riesgo toma todo el que invierte, pero sólo el ahorro
de los trabajadores está sometido a restricciones.
Pero éste es un ahorro compulsivo, con la intención
de crear un mercado de capitales en la Argentina. Si dejo que esos
fondos se vayan afuera, esos trabajadores van a terminar desocupados
y el país no va a crecer.
Pero eso también vale para el éxodo del ahorro
de las demás clases sociales, empresarios, rentistas, que sin
embargo nadie limita.
Yo no tengo forma de prohibirle a la gente que compre acciones
de Estados Unidos.
Se podría imponerles un ahorro compulsivo a los no trabajadores
y someter su inversión a las mismas regulaciones.
Lo que digo es que un país que depende tanto de la entrada
de capitales no puede exportar su ahorro.
¿Pero es el ahorro de los trabajadores el único
que no debe ser exportado?
Es que es el único que puedo controlar. Yo sé
dónde entra, cuánto tienen y en qué los autorizo
a invertir. Además es un ahorro de muy largo plazo, no especulativo.
En vez de mandar la plata afuera o de ponerla en un plazo fijo, es
mucho mejor que las AFJP financien obras públicas rentables.
Pero para que tengan sentido inversiones a largo plazo, la tasa
tiene que ser baja.
No, ¿por qué? La tasa para la Argentina es de
12 ó 13 por ciento. Como las AFJP están invirtiendo
en plazos fijos al 7 u 8%, la tasa podría estar en el 10 y
el trabajador se beneficiaría.
¿Y si esas inversiones fracasan y no devuelven la plata?
¿Cómo que no si el Estado se comprometerá
a pagar un canon?
¿Pero no es que había que salir del régimen
de reparto porque el Estado no era confiable?
Invirtiendo el 50% en títulos públicos pasa lo
mismo.
Por supuesto. Porque a los trabajadores no se los deja elegir.
¿Qué sugiere? ¿Que cada trabajador decida
por su cuenta?
En este régimen el ahorro de los trabajadores es cautivo,
mientras el resto es absolutamente libre.
Pero en esto consiste precisamente el sistema de capitalización.
¿Y está de acuerdo con eso?
¿Con el sistema de capitalización? Sí.
Lo que hago es pagarle a cada trabajador en función del 11%
que ahorra. La cuestión es administrarlo bien.
Es obvio que cuanto menos libre sea la aplicación de
esos ahorros, menor será la rentabilidad que obtengan.
Desde ya, pero si no se embroma el país.
¿Por qué los únicos que deben pensar en
el país son los trabajadores?
No por eso prostituyamos todo. No facilitemos la emigración
de los escasos ahorros institucionales de largo plazo que se generan
compulsivamente con el régimen de capitalización. ¡No
igualemos para abajo!
De esta forma se convalida la desigualdad en el trato. Para
unos regulación, para otros libertad.
La regulación existe. Yo no la inventé. Las AFJP
me dicen que yo quiero jorobar a los jubilados, y yo les contesto
que ellas quieren jorobar al país mandando los ahorros al exterior.
El ping pong sigue indefinidamente. ¿Habrá manera de
saber dónde está la verdad? |
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