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EE.UU. ENSAYA UNA DEFENSA ESPACIAL LIMITADA
¿Nace el hijo de Star Wars?

Hoy por la madrugada Estados Unidos estaba probando una variante más chica del sistema de defensa espacial conocido como �guerra de las galaxias�. Secretamente, Bill Clinton espera que fracase.


Por Julian Borger
y Richard Norton-Taylor
Desde Washington y Londres

t.gif (862 bytes)  Tiene una historia de fracaso funesto. Cincuenta premios Nobel dijeron que era una pérdida de dinero que pondría en peligro la paz mundial. La Casa Blanca secretamente espera que no funcione. Pero el proyecto para el Sistema Nacional de Defensa Anti-Misiles (NMD) de Estados Unidos marcha a todo vapor. En una prueba esta madrugada, el Pentágono iba a intentar por tercera vez derribar un misil señuelo sobre el Océano Pacífico. Si la prueba funciona, el presidente Clinton sufrirá intensas presiones para que apruebe la primera fase del programa de 60 mil millones de dólares conocido como el “hijo de la Guerra de las Galaxias”, que comprende una serie de radares, misiles y computadoras que proveerían a Estados Unidos con un escudo contra ataques de misiles de “Estados parias”. La prueba ha sido manipulada para que tenga todas las probabilidades de éxito. El interceptor de 30 millones de dólares lanzado desde el atolón Kwajalein en el Pacífico “sabrá” de dónde y hacia dónde se dirige el blanco. El misil señuelo, que despegará 125 millas al norte de Los Angeles, viajará a una velocidad relativamente lenta y transmitirá continuamente su posición al interceptor. “Será como dispararle a los patos en una feria”, explicó Chris Hellman, un importante analista del Centro de Información para la Defensa en Washington.
En la última prueba en enero, el interceptor erró su blanco por un desperfecto del sistema de enfriamiento. Según los críticos y algunos de los propios analistas del Pentágono, otras pruebas fueron arregladas para cubrir el hecho de que el interceptor no pudo distinguir entre cabezas de misiles y señuelos. Esta vez los intereses creados en el éxito son enormes. Nadie quiere parecer “blando en defensa” en un año electoral, y los lobbistas de las cuatro mayores contratistas, Boeing, Rayhteon, TRW y Lockheed Martin, están aceitando su paso por un Congreso ya entusiasta. “Esta cosa nos está dominando –aseguró Alan Kliegerman, un importante donante al Partido Demócrata y miembro de la junta de Líderes Empresariales para Prioridades Sociales–. Se lo está impulsando totalmente porque las compañías necesitan el negocio.” Inicialmente, Clinton se oponía a resucitar el esquema del paraguas nuclear de la Guerra de las Galaxias del presidente Ronald Reagan, pero finalmente adoptó una versión en menor escala del plan para ganarle de mano a un desafío de la derecha republicana a comienzos de las elecciones parlamentarias en 1994. El plan consideraba un escudo antimisiles para un solo lugar, Grand Forks, en Dakota del Norte, donde teóricamente estaría permitido por el Tratado de Misiles Anti-Balísticos (ABM), uno de los principales pilares del control global de armas nucleares. Pero cuando se descubrió que el escudo no cubriría islas remotas en Alaska, el senador republicano por Alaska, Ted Stevens, lideró una campaña para llevar a cabo un plan mucho más grande y caro, con instalaciones clave en las islas Aleutianas de Alaska.
El proyecto NMD en su forma actual violaría el tratado de ABM. Provocó la ira de Rusia y China, incomodidad en Europa y alarma entre científicos norteamericanos. Cincuenta premios Nobel estadounidenses firmaron anteayer una carta abierta al presidente Clinton, exhortándolo a abandonar el proyecto: “El sistema ofrecerá poca protección y dañará gravemente el núcleo de intereses de seguridad de la nación”. El primero en firmar fue el físico Hans Bethe, uno de los principales arquitectos de la bomba atómica. En privado, los funcionarios de la Casa Blanca están de acuerdo con muchas de las dudas y aseguran que un fracaso sería bienvenido porque facilitaría a Clinton poder demorar una decisión, comprometiendo al país con el esquema. Los gobiernos europeos, incluyendo el de Gran Bretaña, esperan desesperadamente que Clinton postergue la decisión si la prueba resulta un éxito. Los funcionarios de Whitehall dicen que la oposición al proyecto dentro de Europa crece en lugar de disminuir, a pesar de las declaraciones de Washington en sentido contrario.
Enfrentados a la perspectiva de tener que permitir que Estados Unidos construya un sistema de radar en Fylingdales, North Yorkshire, Inglaterra, funcionarios británicos se negaron a comentar públicamente el proyecto en un intento por sofocar el debate. Tanto el secretario del Exterior, Robin Cook, como Geoff Hoon, secretario británico de Defensa, repiten que “considerarán” propuestas para construir nuevos sistemas de radar norteamericanos en Gran Bretaña cuando reciban un pedido formal de Estados Unidos. Pero, en privado, Cook y los jefes militares son hostiles al proyecto NMD. Creen que amenazará los acuerdos existentes sobre control de armas, además de ser innecesario y técnicamente no plausible.
Junto con otros aliados europeos, especialmente Alemania y Francia, Gran Bretaña no comparte la evaluación hecha por algunos miembros de la comunidad de inteligencia militar de Estados Unidos sobre la amenaza formulada por países como Corea del Norte, Irán e Irak. Hoon llegó casi a cuestionar los cálculos de Estados Unidos cuando dijo ante la Cámara de los Comunes esta semana que, según las evaluaciones británicas, no existía una amenaza significativa al Reino Unido de armas de destrucción masiva.
Si Clinton decide dejar a su sucesor la decisión del NMD, esto daría a los europeos un necesario gran respiro, declaró un funcionario de Whitehall. Estados Unidos ya está mejorando su base de espionaje en Menwith Hill, cerca de Harrogate, en North Yorkshire, para instalar una base espacial para el sistema de radar infrarrojo para el proyecto NMD. Esa base ya existe. Pero construir un sistema de radar más grande y nuevo en Fylingdales provocará más protestas, dicen los funcionarios. Los miembros del Parlamento británico están cada vez más descontentos con la continua negativa del gobierno a participar en un debate público sobre un desarrollo tan controvertido.
“El NMD es una idea loca; técnicamente es improbable que funcione, y tendrá un efecto desestabilizador sobre la seguridad mundial –dijo anteayer Phyllis Starkey, un miembro laborista del comité de Asuntos Extranjeros de la Cámara británica de los Comunes–. La hipótesis norteamericana del Estado paria simplemente no es creíble.” Los aliados europeos de Estados Unidos creen que el proyecto NMD generará contrarrespuestas de parte de Rusia. La última edición de la autorizada Defense News de Estados Unidos asegura que Moscú está considerando seriamente anular el Tratado de Fuerzas Nucleares de alcance intermedio que llevó a desmontar muchos misiles norteamericanos y soviéticos de ese alcance en la década del ‘80.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

Greenpeace vs. Star Wars
El sistema antimisiles NMD norteamericano ha suscitado fuertes críticas verbales tanto dentro como fuera del país. Pero ayer la organización ecologista Greenpeace fue un paso más allá en su oposición al proyecto. Activistas de la agrupación lograron irrumpir en la base aérea Vandenberg en California y enviaron una embarcación en una zona restringida en el Océano Pacífico para sabotear la prueba clave del NMD. Portavoces de Greenpeace afirmaron que su grupo en la base aérea Vandenberg estaba equipado con equipo de supervivencia y con suministros para varios días. Los activistas habrían logrado penetrar hasta el silo desde donde se lanzaría el misil Minuteman II que debía destruir el sistema antimisiles. Mientras tanto, un rompehielos de Greenpeace llamado Arctic Sunrise penetró en una de las cinco “zonas de peligro” por donde el misil pasará luego de ser disparado desde Vandenberg. John Sprange, un activista a bordo, aseguró que la organización “continuará utilizando todos los medios pacíficos para convencer al presidente de que abandone el Star Wars”.

 

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