Por Juan José
Panno
La gran incógnita era saber cuánto tardaría River
en marcar el primer gol y liquidar el partido: ¿cinco minutos,
quince, veinte, media hora? Ganaron los que hablaron de medio tiempo.
A los 22m exactamente arrancó Zapata por el medio y metió
el pelotazo para Angel, pero le salió mal; la pelota cayó
encima de Tula, uno de los centrales de Ferro; llegaba mansita y sin embargo
Tula se asustó cuando lo vio picar a Angel, y calculó mal.
El colombiano se fue solo, encaró a Galant, lo gambeteó,
se abrió hacia su derecha y como venía metió el remate
cruzado que terminó en la red.
Antes de esa jugada el equipo de Gallego había pegado un par de
gritos de alerta: una gran tapada del arquero a Saviola y un remate de
Aimar que se desvió en Angel y salió haciéndole la
raspadita al poste derecho de Galant. Antes, Ferro sólo había
tenido tímidas aproximaciones a Bonano, aunque sí había
mostrado buenas intenciones de progresar tocando, al menos desde la mitad
de la cancha hasta la entrada en el área rival. Grana, Grande y
Hernández ponían mucho empeño y un poco de habilidad
para ilusionar al puñadito de fanas de Ferro. En realidad la relación
de hinchas de uno y otro cuadro era directamente proporcional a la diferencia
de orden táctico y capacidad técnica entre los dos equipos.
Lombardi, Trotta, Yepes y Placente conformaban un bloque sólido,
infranqueable para un adversario tan blandito como Ferro. Por el otro
lado, Lagos, Ayala, Tula y Cracco no sincronizaban sus movimientos y daban
ventajas al tridente ofensivo de River (Aimar, Saviola, Angel) cuya eficacia
y contundencia son más que conocidas por todos. En el medio también
las diferencias eran enormes. Décima, preocupado por Aimar, casi
no tocaba la pelota y De la Canal no daba señales de vida mientras
Coudet y Zapata, los volantes de los costados en River, gozaban de facilidades
para manejarse en su zona y aparecer libres en posiciones de ataque.
El segundo gol de River llegó pegadito al primero. Aimar peleó
una pelota en la mitad de la cancha, la cambió sobre la derecha
para Angel, con un toque magistral y se fue derechito al área para
conectar la devolución que el colombiano no demoró. Joyita
de velocidad y precisión.
De bronca, impotentes, los hinchas de Ferro esperaron que se acallara
el festejo y cantaron: ganale
a Boca/la puta que te parió. La infantil reacción
provocaba sonrisas sarcásticas y algunas miradas tiernas también.
River, mientras tanto, aceleraba en la búsqueda del tiro de gracia.
Entre el segundo y el tercero pasaron 7 minutos, lapso durante el cual
el equipo visitante armó un impactante festival de toque. La pelota
circulaba de derecha a izquierda y de izquierda a derecha una y otra vez.
Tiqui, tiqui, de Aimar para atrás, de Coudet para Berizzo, de Trotta
para Yepes, tiqui, tiqui, de Zapata para Saviola, tiqui, tiqui. Los jugadores
de Ferro eran testigos privilegiados del show que hacía delirar
a los hinchas. Los de camiseta rojiblanca tocaban a 80 kilómetros
por hora y levantaban a 120 en la entrada al área rival, casi sin
esfuerzo. Así llegó el tercer gol. La empezó Aimar
por el medio; la siguió Lombardi desbordando por el lateral derecho,
para llegar al fondo y colocar el centro; la extendió Saviola cabeceando
la pelota y la remató Angel, con otro cabezazo, debajo del arco
del pobre Galant. También golazo, más espectacular aún
que el segundo.
En diez minutos, entre los 22 y los 32, River le puso el sello a su victoria
y el moño al Clausura. En sólo diez minutos dejó
al desnudo las diferencias que separan a un equipo en serio, de un manojo
de pibes con buena voluntad; en sólo diez minutos River demostró
claramente por qué fue el mejor de todos en un campeonato discreto.
El partido se terminó con el tercer gol. A partir de ese momento
el protagonista principal pasó a ser el frío de muerte,
aun para los felices hinchas de River. El técnico de Ferro, Argüeso,
hizo un par de cambios; Gallego metió al demagógico Hernán
Díaz, a Gancedo y Cardetti; Saviola se erigió en figura
(dio dos pases gol, clavó un pelotazo en un palo) y los demás
se limitaron a esperar que pasara rápidamente todo y llegara el
momento del brindis: ¡Salud River!
CARA Y CRUZ DE LOS FESTEJOS
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Olímpico despelote
Por
A.D.B.
La
felicidad del nuevo título se vio empañada cuando
el árbitro Sergio Pezzotta determinó el final del
partido. En ese momento, varios hinchas de River comenzaron a
subir al alambrado desde las cabeceras para ingresar al campo
de juego. Como la policía hacía muy poco para detenerlos,
los simpatizantes se mezclaron con los jugadores que intentaban
realizar la habitual vuelta olímpica. Pero el giro no llegó
a concretarse en el estadio de Vélez, y sólo pudieron
desarrollarlo por la mitad, debido a que los simpatizantes pretendían
quedarse con las camisetas de los protagonistas como trofeo. Como
los futbolistas se negaron a entregar su vestimenta, se produjeron
varios enfrentamientos que terminaron con golpes de puño,
y con los jugadores corriendo desesperados hacia el vestuario
para cubrirse.
El arquero Roberto Bonano sufrió un ataque de nervios en
medio del tumulto, y fue controlado por el jefe de seguridad de
River. Como consecuencia de su resistencia, Bonano sufrió
una lesión en la nariz que le produjo una leve hemorragia.
Otro al que también se lo pudo ver forcejeando fue al veterano
Hernán Díaz. Inclusive, Díaz debió
soportar varios golpes en su espalda. Por su parte, Eduardo Berizzo
no pudo quedarse con su camiseta número cinco, ya que prácticamente
se la arrancaron entre varios. Un poco más tranquilo, el
arquero Bonano explicó después que ese hecho de
ninguna manera va a empañar la alegría.
El jefe electo de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra,
quien presenció el encuentro en el palco oficial, repudió
la revoltosa vuelta olímpica que coronó la conquista
de River, y señaló que esto no puede ocurrir
nunca más. Esto es una locura, no puede ser. Debiera ser
una verdadera fiesta y resulta que entran hinchas que agreden
a los jugadores. Nunca más puede ocurrir una cosa así.
A pesar de lo sucedido, el comisario Jorge Carpese, jefe del operativo,
señaló que el desempeño policial fue correcto.
Carpese justificó en todo momento el accionar de sus dirigidos
y comentó que ni con 200 oficiales más hubiéramos
impedido la invasión del campo de juego. Había casi
80 oficiales contra los alambrados, cien por tribunas, pero nos
desbordaron. Esto era una final y había más de 50
mil personas en el estadio. La culpa no fue de la policía.
Vuelta monumental
Por
A.D.B.
Como
los festejos en el estadio de Vélez no pudieron concretarse
en su normalidad, la alegría de la gente de River se trasladó
al estadio Monumental. Allí, los jugadores pudieron realizar
la vuelta olímpica a bordo de una autobomba, mientras en
el público ocupaba su lugar en las tribunas y plateas.
Un rato antes, un grupo de entre 400 y 500 personas se reunió
en el Obelisco y luego también se desplazó hacia
el estadio Monumental. Por este nuevo título el plantel
recibirá alrededor de dos millones de dólares en
concepto de premios.
De todas maneras, los festejos continuarán el próximo
sábado cuando el campeón reciba a San Lorenzo por
la última fecha. Para ese día, los dirigentes ofrecerán
un auto que será sorteado entre los hinchas. Además,
también habrá fuegos artificiales. En total, River
gastará cerca de 25 mil dólares para su merecida
fiesta.
Luego de la victoria ante Ferro, el presidente de River, David
Pintado, afirmó que la dedicatoria del título
es para la masa riverplatense y aseguró que no
hay preparados afiches contra Boca, similares a aquellos
con los que en las últimas temporadas le dedicaron a su
máximo rival. Lo importante es que River se coronó
en forma indiscutida, con un equipo y un plantel joven, con muchos
valores surgidos en el club. Y que el equipo disputó este
torneo con las mismas ganas que la Copa Libertadores de América.
Asimismo, el defensor Hernán Díaz le dedicó
el nuevo título a Ramón (su padre, que tiene el
mismo nombre que el ex entrenador). Le dedico el campeonato
a Ramón Díaz, que es mi viejo, dijo Hernán
con ironía. Luego, el marcador lateral indicó que
este título se lo debía en un noventa y nueve
por ciento al Tolo, y también a Dios.
El juvenil delantero Javier Saviola celebró su segundo
campeonato y admitió que en la medida que pasan los partidos
se siente más fuerte y más preparado para
soportar marcas exigentes y duras. Cuando se retiraba para
agrandar los festejos, Saviola destacó que su intención
es quedarse varios torneos más en River. En
tanto, Gustavo Lombardi reconoció que el grupo tuvo
que asimilar un golpe duro que fue quedar eliminado de la Copa
por Boca. Pero lograr el bicampeonato es para destacarlo.
Cuando el 9 de Julio se despedía, cada uno de los jugadores
seguía prolongando las emociones con los suyos. Seguramente,
esa fecha será muy difícil de olvidar.
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