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LE GANO A FERRO 3 A 0 Y LE PUSO EL MOÑO AL CLAUSURA
A River le sobró un tiempo

Con dos goles de Angel y uno de Aimar, el equipo de Gallego se floreó cuando quiso, aprovechándose de las debilidades de un rival que puso buena voluntad, pero dio demasiadas ventajas. River cerró bien un campeonato que ganó con toda justicia.

Por Juan José Panno

t.gif (862 bytes)  La gran incógnita era saber cuánto tardaría River en marcar el primer gol y liquidar el partido: ¿cinco minutos, quince, veinte, media hora? Ganaron los que hablaron de medio tiempo. A los 22m exactamente arrancó Zapata por el medio y metió el pelotazo para Angel, pero le salió mal; la pelota cayó encima de Tula, uno de los centrales de Ferro; llegaba mansita y sin embargo Tula se asustó cuando lo vio picar a Angel, y calculó mal. El colombiano se fue solo, encaró a Galant, lo gambeteó, se abrió hacia su derecha y como venía metió el remate cruzado que terminó en la red.
Antes de esa jugada el equipo de Gallego había pegado un par de gritos de alerta: una gran tapada del arquero a Saviola y un remate de Aimar que se desvió en Angel y salió haciéndole la raspadita al poste derecho de Galant. Antes, Ferro sólo había tenido tímidas aproximaciones a Bonano, aunque sí había mostrado buenas intenciones de progresar tocando, al menos desde la mitad de la cancha hasta la entrada en el área rival. Grana, Grande y Hernández ponían mucho empeño y un poco de habilidad para ilusionar al puñadito de fanas de Ferro. En realidad la relación de hinchas de uno y otro cuadro era directamente proporcional a la diferencia de orden táctico y capacidad técnica entre los dos equipos. Lombardi, Trotta, Yepes y Placente conformaban un bloque sólido, infranqueable para un adversario tan blandito como Ferro. Por el otro lado, Lagos, Ayala, Tula y Cracco no sincronizaban sus movimientos y daban ventajas al tridente ofensivo de River (Aimar, Saviola, Angel) cuya eficacia y contundencia son más que conocidas por todos. En el medio también las diferencias eran enormes. Décima, preocupado por Aimar, casi no tocaba la pelota y De la Canal no daba señales de vida mientras Coudet y Zapata, los volantes de los costados en River, gozaban de facilidades para manejarse en su zona y aparecer libres en posiciones de ataque.
El segundo gol de River llegó pegadito al primero. Aimar peleó una pelota en la mitad de la cancha, la cambió sobre la derecha para Angel, con un toque magistral y se fue derechito al área para conectar la devolución que el colombiano no demoró. Joyita de velocidad y precisión.
De bronca, impotentes, los hinchas de Ferro esperaron que se acallara el festejo y cantaron: “ganale a Boca/la puta que te parió”. La infantil reacción provocaba sonrisas sarcásticas y algunas miradas tiernas también. River, mientras tanto, aceleraba en la búsqueda del tiro de gracia. Entre el segundo y el tercero pasaron 7 minutos, lapso durante el cual el equipo visitante armó un impactante festival de toque. La pelota circulaba de derecha a izquierda y de izquierda a derecha una y otra vez. Tiqui, tiqui, de Aimar para atrás, de Coudet para Berizzo, de Trotta para Yepes, tiqui, tiqui, de Zapata para Saviola, tiqui, tiqui. Los jugadores de Ferro eran testigos privilegiados del show que hacía delirar a los hinchas. Los de camiseta rojiblanca tocaban a 80 kilómetros por hora y levantaban a 120 en la entrada al área rival, casi sin esfuerzo. Así llegó el tercer gol. La empezó Aimar por el medio; la siguió Lombardi desbordando por el lateral derecho, para llegar al fondo y colocar el centro; la extendió Saviola cabeceando la pelota y la remató Angel, con otro cabezazo, debajo del arco del pobre Galant. También golazo, más espectacular aún que el segundo.
En diez minutos, entre los 22 y los 32, River le puso el sello a su victoria y el moño al Clausura. En sólo diez minutos dejó al desnudo las diferencias que separan a un equipo en serio, de un manojo de pibes con buena voluntad; en sólo diez minutos River demostró claramente por qué fue el mejor de todos en un campeonato discreto.
El partido se terminó con el tercer gol. A partir de ese momento el protagonista principal pasó a ser el frío de muerte, aun para los felices hinchas de River. El técnico de Ferro, Argüeso, hizo un par de cambios; Gallego metió al demagógico Hernán Díaz, a Gancedo y Cardetti; Saviola se erigió en figura (dio dos pases gol, clavó un pelotazo en un palo) y los demás se limitaron a esperar que pasara rápidamente todo y llegara el momento del brindis: ¡Salud River!


CARA Y CRUZ DE LOS FESTEJOS

Olímpico despelote

Por A.D.B.

La felicidad del nuevo título se vio empañada cuando el árbitro Sergio Pezzotta determinó el final del partido. En ese momento, varios hinchas de River comenzaron a subir al alambrado desde las cabeceras para ingresar al campo de juego. Como la policía hacía muy poco para detenerlos, los simpatizantes se mezclaron con los jugadores que intentaban realizar la habitual vuelta olímpica. Pero el giro no llegó a concretarse en el estadio de Vélez, y sólo pudieron desarrollarlo por la mitad, debido a que los simpatizantes pretendían quedarse con las camisetas de los protagonistas como trofeo. Como los futbolistas se negaron a entregar su vestimenta, se produjeron varios enfrentamientos que terminaron con golpes de puño, y con los jugadores corriendo desesperados hacia el vestuario para cubrirse.
El arquero Roberto Bonano sufrió un ataque de nervios en medio del tumulto, y fue controlado por el jefe de seguridad de River. Como consecuencia de su resistencia, Bonano sufrió una lesión en la nariz que le produjo una leve hemorragia. Otro al que también se lo pudo ver forcejeando fue al veterano Hernán Díaz. Inclusive, Díaz debió soportar varios golpes en su espalda. Por su parte, Eduardo Berizzo no pudo quedarse con su camiseta número cinco, ya que prácticamente se la arrancaron entre varios. Un poco más tranquilo, el arquero Bonano explicó después que ese hecho “de ninguna manera va a empañar la alegría”.
El jefe electo de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, quien presenció el encuentro en el palco oficial, repudió la revoltosa vuelta olímpica que coronó la conquista de River, y señaló que “esto no puede ocurrir nunca más. Esto es una locura, no puede ser. Debiera ser una verdadera fiesta y resulta que entran hinchas que agreden a los jugadores. Nunca más puede ocurrir una cosa así”.
A pesar de lo sucedido, el comisario Jorge Carpese, jefe del operativo, señaló que el desempeño policial fue “correcto”. Carpese justificó en todo momento el accionar de sus dirigidos y comentó que “ni con 200 oficiales más hubiéramos impedido la invasión del campo de juego. Había casi 80 oficiales contra los alambrados, cien por tribunas, pero nos desbordaron. Esto era una final y había más de 50 mil personas en el estadio. La culpa no fue de la policía”.


Vuelta monumental

Por A.D.B.

Como los festejos en el estadio de Vélez no pudieron concretarse en su normalidad, la alegría de la gente de River se trasladó al estadio Monumental. Allí, los jugadores pudieron realizar la vuelta olímpica a bordo de una autobomba, mientras en el público ocupaba su lugar en las tribunas y plateas. Un rato antes, un grupo de entre 400 y 500 personas se reunió en el Obelisco y luego también se desplazó hacia el estadio Monumental. Por este nuevo título el plantel recibirá alrededor de dos millones de dólares en concepto de premios.
De todas maneras, los festejos continuarán el próximo sábado cuando el campeón reciba a San Lorenzo por la última fecha. Para ese día, los dirigentes ofrecerán un auto que será sorteado entre los hinchas. Además, también habrá fuegos artificiales. En total, River gastará cerca de 25 mil dólares para su merecida fiesta.
Luego de la victoria ante Ferro, el presidente de River, David Pintado, afirmó que “la dedicatoria del título es para la masa riverplatense” y aseguró que “no hay preparados afiches contra Boca”, similares a aquellos con los que en las últimas temporadas le dedicaron a su máximo rival. “Lo importante es que River se coronó en forma indiscutida, con un equipo y un plantel joven, con muchos valores surgidos en el club. Y que el equipo disputó este torneo con las mismas ganas que la Copa Libertadores de América.”
Asimismo, el defensor Hernán Díaz le dedicó el nuevo título a Ramón (su padre, que tiene el mismo nombre que el ex entrenador). “Le dedico el campeonato a Ramón Díaz, que es mi viejo”, dijo Hernán con ironía. Luego, el marcador lateral indicó que este título se lo debía “en un noventa y nueve por ciento al Tolo, y también a Dios”.
El juvenil delantero Javier Saviola celebró su segundo campeonato y admitió que en la medida que pasan los partidos se siente “más fuerte y más preparado para soportar marcas exigentes y duras”. Cuando se retiraba para agrandar los festejos, Saviola destacó que su intención es quedarse “varios torneos más en River”. En tanto, Gustavo Lombardi reconoció que el grupo “tuvo que asimilar un golpe duro que fue quedar eliminado de la Copa por Boca. Pero lograr el bicampeonato es para destacarlo”.
Cuando el 9 de Julio se despedía, cada uno de los jugadores seguía prolongando las emociones con los suyos. Seguramente, esa fecha será muy difícil de olvidar.

 

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