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Por Felipe Yapur Son trece diputados. La cantidad coincide con el número de la mala fortuna. Y en algún momento lo representaron para el gobierno nacional. A estos legisladores todos oficialistas se los conoce como rebeldes o disidentes. De hecho el propio Presidente así los llama. Surgieron cuando el Gobierno profundizó el modelo menemista, alejando a la Alianza de la propuesta electoral que los llevó al triunfo en 1999, según dicen. Los rebeldes tienen algunas características peculiares: no son un grupo homogéneo y ninguno pretende irse de la Alianza. Y los carcome una incógnita: ¿existen posibilidades de permanecer dentro de la Alianza? No es un tema menor. De los trece rebeldes, ocho deben renovar su banca el próximo año. Pocos, muy pocos, creen que les permitirán intentarlo. En la corta historia de la Alianza, o más precisamente del Frepaso, la disidencia se paga caro. Los disidentes que deben renovar sus mandatos en los comicios del 2001 recuerdan la osadía de Eduardo Jozami, quien cometió dos pecados: primero se presentó en la interna del Frepaso para integrar la lista de diputados por Capital, obtuvo el 23 por ciento de los votos y, como no alcanzó la minoría exigida, hoy está a punto de quedarse fuera del gobierno de Aníbal Ibarra que comienza en agosto próximo; el otro pecado de Jozami fue cuestionar la conducción de Carlos Chacho Alvarez y Darío Alessandro. Varios de los rebeldes consultados por este diario recuerdan aquel incidente y, como afirma Enrique Martínez, éste es uno de los riesgos que se corre en esta actividad por ser coherente. El principal pecado de los disidentes es no disciplinarse al mandato del bloque y el Gobierno. Algunos de estos diputados acompañarán todo el mandato de De la Rúa; otros deben renovar sus bancas el próximo año. Entre los que se quedan están aquellos que provienen del Frente Grande, como Gustavo Cardesa, Eduardo Macaluse, Elsa Quiróz, Marcela Bordenave. De este grupo sólo Federico Soñez y Jorge Giles tendrán que probar suerte en el 2001. Pero tienen un punto que juega a su favor: están considerados por algunos miembros de la conducción del Frepaso como los recuperables. En el socialismo democrático el panorama tampoco es muy halagüeno. Sólo Alfredo Bravo, quien fue cabeza de lista de la Alianza en las últimas elecciones, permanecerá hasta el 2003. Héctor Polino y Jorge Rivas tendrán que pelear duro si es que pretenden regresar. Este último, uno de los primeros adherentes al documento que originó el grupo rebelde, reconoce que, si se hace una lectura simplista de la realidad, es muy probable que no pueda competir el próximo año. Pero sostiene que si el 66 por ciento de la población desacuerda con el rumbo económico, como reflejan las últimas encuestas, entonces no sé quién está más en problemas, si el Gobierno que tiene tres largos años por delante o nosotros. Otros que están en la misma situación que Rivas son Alicia Castro, Enrique Martínez y Ramón Torres Molina. Castro, quien proviene del MTA y que recuerda que su presencia en la Cámara de Diputados se debe a un expreso pedido de Alvarez, afirma que su actitud no tiene nada de especulación electoral. Desde antes de que triunfara la Alianza luché por alternativas al modelo, dice. Pero en la conducción del Frepaso no se descarta que Castro, auxiliada por el líder de la CGT rebelde, Hugo Moyano, pelee en elecciones internas un lugar en la lista de diputados. Castro prefiere no hablar del asunto y se queja por las nuevas órdenes que bajan del Gobierno. Ahora pretenden convencernos de que es preciso cambiar el humor de la gente. Esto fue una recomendación de Ramiro Agulla, que es un publicista y cree que haciendo marketing la sociedad cambiará su opinión sobre las medidas económicas. Este no es el Frepaso por el que yo luché, se queja. Martínez tampoco coincide con Agulla y afirma que en la producción de ideas está el patrimonio de los rebeldes. Nuestra disidencia tuvo sentido siempre porque no sólo rechazamos políticas, sino que ademásofrecíamos alternativas. Por eso creo que más allá de pensar en si renovaremos o no nuestras bancas, lo importante está en generar propuestas, alguien las tomará. Tal vez sean los que ocupen nuestro lugar, afirma. Estos doce legisladores tienen algo en común que los diferencia de su colega número trece: todos están dentro del Frepaso; en cambio ella, Elisa Carrió, es radical. No hay otras voces en el radicalismo que se opongan al plan económico oficial como la de Carrió. Y por ello su futuro político está comprometido. Enfrentada con el gobernador de su provincia, Angel Rozas, sus posibilidades de convertirse en senadora se reducen considerablemente. Es por ello que se especuló que intentaría serlo por la Capital Federal, pero ser rebelde también es un pecado en este distrito.
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