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OPINION

Berhongaray al ataque

Por Julio Nudler

Un país pequeño (la Argentina lo es en términos económicos) no puede protegerse a sí mismo. Así es que cuando intenta proteger algún sector, necesariamente somete al resto de los sectores a pagar el costo de esta protección. Una primera evidencia de este costo proviene del encarecimiento de los insumos protegidos utilizados por el resto de los sectores... En el caso argentino, los sectores que más han contribuido a soportar el peso de la protección industrial, y que por lo tanto han postergado por largo tiempo el aprovechamiento pleno de su potencial productivo, son el sector agropecuario y el sector agroindustrial.”
Este párrafo no proviene de una declaración ruralista sino de un documento oficial impreso por la Secretaría de Agricultura. Si el tiempo de los frentes empresariales, tipo Grupo de los 8, fue barrido por la confrontación de intereses, el choque sectorial ya está instalado en el propio gabinete económico. Según el estudio, encargado por Antonio Berhongaray a Jorge Medina y Luis Soto, “las transferencias de ingreso inducidas por la política comercial externa durante 1999 son estimadas en 5949 millones de pesos, de los cuales 3660 fueron cedidas por los sectores agropecuario y alimenticio (excluyendo industria azucarera). Esto es, más de 60 por ciento del costo de la protección es soportado por el agro y la agroindustria.” Si a esta cifra su suman los 1372 millones transferidos por efecto de la política fiscal, se llega a un monto anual de 5032 millones.
Los cañones apuntan hacia las industrias de automotores, autopartes, textiles, refinación de petróleo, manufactura de plásticos y siderurgia. “En conjunto, estos sectores reciben 3894 millones de pesos, que representan dos tercios del total de las transferencias.” El análisis de Agricultura desmiente el argumento habitual con que se justifica la protección de esas industrias, fundándola en la defensa de las fuentes de trabajo. Los berhongaraístas afirman que “los sectores agropecuario y gran parte de su industria, a pesar de que son forzados a soportar 60 por ciento del costo de la protección, dan ocupación a un millón y medio de personas, mientras que el conjunto de los sectores sustitutivos de importaciones, recibiendo 60 por ciento de la protección, apenas si da trabajo a 350 mil personas”.
Por la localización de los sectores cedentes y receptores de las transferencias, dos tercios del total de las transferencias proviene de las provincias que componen la pampa húmeda, aunque en términos netos y proporcionales la más perjudicada es Río Negro.

 

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