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"No dieron los tiempos" para el acuerdo en torno a la pastoal social
El disenso en la mesa del consenso

La propuesta económica de la �mesa del consenso� auspiciada por la Iglesia no pudo dar a luz el 9 de julio, como se prometió. Internas empresarias, sindicales y de la propia Iglesia traban el camino.

Por Washington Uranga
t.gif (862 bytes)  En el encuentro de Pastoral Social celebrado hace tres semanas en Mar del Plata, tanto los dirigentes de la CGT disidente de Hugo Moyano como algunos voceros de la Unión Industrial Argentina (UIA) habían asegurado que el 9 de julio era la fecha marcada para dar a conocer propuestas en el marco de la llamada “mesa del consenso” auspiciada por la Iglesia Católica. Sin embargo, el día pasó sin que tales anuncios se concretaran. “No dieron los tiempos”, fue la frase más escuchada por parte de todos los voceros consultados. También desde la Comisión de Pastoral Social que encabeza el cardenal Raúl Primatesta se coincidió en el argumento, trasladando la responsabilidad del acercamiento a los dirigentes obreros y empresarios porque “la Iglesia sólo está para contribuir al acercamiento de las partes”.
Lo anterior no significa que los obispos hayan dejado de actuar en este campo: el martes pasado una delegación de la que formaban parte, entre otros, los dirigentes sindicales Horacio Ghilini y Juan Manuel Palacios y el empresario Pablo Challú estuvieron en la sede capitalina del Episcopado conversando con su titular, el arzobispo Estanislao Karlic. En algunos momentos de la reunión participó también el secretario general del Episcopado, el obispo Guillermo Rodríguez Melgarejo. En esa oportunidad, los obispos fueron informados de la marcha de las negociaciones. En vista de las dificultades planteadas últimamente entre Primatesta y la Comisión Ejecutiva del Episcopado, obreros y empresarios participantes de la “mesa del consenso” quisieron hacer un gesto también hacia Karlic, como una manera de dejar en claro que importa la presencia eclesiástica sin atender a los debates internos que allí se puedan plantear. Siguiendo el estilo de Karlic, se decidió no dar a publicidad la reunión y mantener reserva acerca de lo conversado. No obstante, se supo que todos coinciden en la necesidad de medidas que apunten a la reactivación productiva y que generen fuentes de trabajo.
Dentro del Episcopado existe disposición para colaborar en la búsqueda de alternativas consensuadas a la coyuntura económica, aunque entre los obispos también haya discrepancias acerca de cómo hacerlo. Primatesta, que ya tuvo muchos dolores de cabeza y duras críticas internas por su respaldo a Moyano en el acto público contra el FMI, ha hecho todo para volver al bajo perfil que cultivó como característica fundamental de gran parte de su trayectoria eclesiástica. Mientras los hombres de la CGT disidente y de la UIA hablaban de un acto público con gran concurrencia para anunciar los acuerdos, el arzobispo emérito de Córdoba seguía insistiendo en reducir todo al ámbito pequeño y, en lo posible privado, de los dirigentes. Por otras razones, Karlic también prefiere que la Iglesia mantenga bajo perfil en el tema, aunque sin restar su apoyo si el respaldo es necesario para sellar un acuerdo.
Pero no es éste el único tema relacionado con lo económico que se debate en la Iglesia. Mientras los obispos, en sintonía con lo solicitado por Juan Pablo II, se aprestan a apoyar el pedido por una sustancial reducción de la deuda externa en un acto público por el Jubileo que se realizará en Córdoba en setiembre, los empresarios reunidos en la Asociación Católica de Dirigentes de Empresa (Acde) han hecho conocer su opinión contraria a tal solicitud. El martes 27 de junio, los dirigentes de Acde discutieron sobre este punto con el propio Primatesta y con los obispos de Pastoral Social. La semana anterior los empresarios católicos organizaron un almuerzo en honor del ex director ejecutivo del FMI, Michel Camdessus, quien se proclama católico practicante. Fue la oportunidad para que el economista francés felicitara a los miembros de Acde por su posición y los aplaudiera por no sumarse al reclamo de Juan Pablo II.

 

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