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GOBIERNO ISRAELI SIN MAYORIA ANTES DE CAMP DAVID
Una cumbre que se desmorona

Mañana comienza en Camp David la reunión cumbre palestino-israelí organizada por EE.UU. Pero hoy Barak arriesga su mayoría.

t.gif (862 bytes)  El presidente norteamericano Bill Clinton quiere terminar su presidencia con el éxito de una cumbre árabe-israelí. Para eso, convocó a otra el martes. Y nada menos que en Camp David, donde otro presidente demócrata, Jimmy Carter, festejó un triunfo en acercar posiciones en la década del 70. Pero todo parece indicar que la fortuna no lo asistirá. La coalición de gobierno de Israel, que dirige el primer ministro laborista Ehud Barak, se desintegró ayer. El ministro del Interior, Natan Sharansky, miembro del Partido de los Inmigrantes Rusos, presentó formalmente una dimisión que ya había anticipado hace unos días, porque rechaza de plano la cumbre convocada por Clinton para reunir a Barak y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Yasser Arafat. Horas después, el partido ultraortodoxo Shas anunció que retirará su apoyo, con lo que Barak pierde el respaldo de 17 votos en el Parlamento. Y el conservador Partido Nacional Religioso, próximo a los colonos judíos radicales en los territorios palestinos, también ha anunciado que abandonará la coalición.
Sin los votos de estos partidos, Barak tan sólo cuenta en la Knesset (Parlamento) con 32 de los 120 escaños que la conforman. A todos estos reveses se suman las sorpresivas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, David Levy, segundo de Barak, quien anunció que no viajará a Estados Unidos por tener reservas sobre la cumbre. En vista de estos acontecimientos, sobre Barak se cierne hoy la derrota en el Parlamento, donde se someterá a un voto de confianza, y todo ello 24 horas antes de que comience la cumbre. De saldarse con una derrota, si una mayoría de 61 diputados no respalda a Barak, la votación podría incluso conducir a la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones en 90 días. Barak contaría con el apoyo de los 20 diputados árabes y la probable abstención de los representantes del Shas.
El presidente de este partido, Eli Yishai, apuntó que su partido todavía apoyaría el proceso de paz. “Si el primer ministro regresa con un acuerdo que aporte a Israel seguridad, nosotros lo respaldaremos”, señaló Yishai. En opinión de Yishai, el hecho de que el Shas no forme parte de la coalición podrá reforzar al primer ministro pues “podrá ir a Clinton y decirle: ‘no tengo coalición, no tengo gobierno, no tengo una mayoría de la población, por eso necesito un buen acuerdo para convencer a mi país’”.
El anuncio de Levy de boicotear la reunión estadounidense contribuyó considerablemente —según observadores locales— a la decisión del Shas de abandonar a la “coalición arco iris” de Barak. Levy se había manifestado enérgicamente contra la cumbre en los últimos días y había exigido un “gobierno de unidad nacional” que incluyera al principal partido de la oposición, el Likud, iniciativa que el primer ministro ha rechazado.
Según una encuesta de opinión de la Universidad de Tel Aviv publicada ayer, Barak puede contar con el respaldo de unos dos tercios de la población para su política de paz. Sin embargo, cerca de la mitad de los entrevistados estimó que un acuerdo de paz no traerá la paz.
En Alejandría, el ministro de Relaciones Exteriores egipcio, Amr Mussa, dijo ayer que los palestinos no quieren aceptar que en Camp David se pospongan temas controvertidos. Luego de una conversación entre Arafat y el jefe de Estado egipcio, Hosni Mubarak, el canciller dijo que para que la reunión en Estados Unidos sea exitosa es necesaria una regulación justa, que no deje ninguna pregunta abierta, a la vez que destacó ante todo el futuro de Jerusalén. Dado que éste es un problema central y no se puede aprobar que sea “ignorado, pospuesto o que se lo deje caer”.
Por otra parte, la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, se reunía ayer con las delegaciones palestina e israelí en Washington para mantener conversaciones previas a la cumbre tripartita de Camp David. En estas conversaciones previas se discuten las cuestiones más polémicas, como el estatuto de Jerusalén, las fronteras de un futuro Estado independiente palestino y los derechos sobre el agua.

 

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