ECONOMIA FESTEJO EL SUPERAVIT FISCAL DEL TESORO. SEÑAL A LA CITY
Machinea pasó el examen ante los mercados
El saldo de las cuentas públicas de junio fue
positivo en 726 millones de pesos, lo que asegura el cumplimiento
de las metas pautadas con el Fondo Monetario. Más impuestos y menos
gastos fue la receta. Sólo el pago de intereses de la deuda aumentó
en el primer semestre. El secretario de Hacienda anunció que el
año que viene se eliminará el Impuesto a las Altas Rentas.
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Por Maximiliano Montenegro
Por
primera vez en los últimos dos años, el Gobierno consiguió exprimir las
cuentas del Estado hasta lograr en junio el superávit fiscal que esperaban
los "mercados": es decir, que los ingresos superen a los gastos en 726
millones de pesos. Así, logró asegurarse el cumplimiento de las metas
pautadas con el Fondo Monetario para la primera mitad del año y, como
frutilla del postre, recibió la felicitación, desde Washington, del número
dos del organismo: "El FMI está impresionado", declaró el influyente Stanley
Fischer. "Esta performance es el resultado del esfuerzo de la población,
de los contribuyentes", reconoció, humilde, el secretario de Hacienda,
Mario Vicens. En junio, la aspiradora fiscal funcionó al máximo: pegó
de llenó el impuestazo, pero además aportaron ingresos extraordinarios
la moratoria y el triple anticipo de Ganancias de las empresas. Por el
lado del gasto, el apretón salarial y de otras áreas compensó el único
rubro dinámico: el pago de intereses de la deuda externa, que crecieron
21 por ciento en la primera mitad del año. Los funcionarios dicen que
el margen de maniobra del Gobierno sigue siendo demasiado angosto, como
para bajar impuestos y aflojar el cinturón fiscal en los próximos meses.
Sin embargo, Vicens adelantó que, para el 2001, el alivio empezaría por
los sectores más pudientes, al eliminarse el impuesto a las altas rentas.
En cambio, no se está evaluando recomponer los recortados salarios públicos
ni disminuir impuestos que afectan más a los que menos tienen, como el
IVA. En pocos países del mundo se celebra de manera tan entusiasta, como
en Argentina, cuando se conoce noticia de que existe un superávit fiscal.
Semejante actitud oficial tiene su explicación. Si el Gobierno no hubiera
logrado un holgado superávit en las cuentas fiscales de junio, todo el
andamiaje fiscal armado por José Luis Machinea, sobre la base de un alto
costo político, habría tambaleado. Entonces, la reacción de los inversores
poseedores de deuda argentina habría sido inmediata, desprendiéndose de
papeles locales, precipitando su cotización, elevando las tasas de interés,
y desatando --una vez más-- los fantasmas del golpe de mercado que tanto
desvela a los más fieles guardianes de la estabilidad convertible. El
dato conocido ayer le permite a Machinea seguir en carrera, mostrándoles
a inversores y FMI los primeros frutos de una dura cosecha. Y así fue
interpretado en el Ministerio de Economía, donde se puso en marcha un
rápido operativo para potenciar el impacto de la información sobre el
humor de los mercados. A la conferencia de prensa que ofreció Vicens,
segundo de Machinea, se le sumaron las declaraciones realizadas a pedido
de Economía, vía telefónica, por Stanley Fischer a las principales agencias
de noticias internacionales. Más difícil es transmitir optimismo a la
sociedad con una información tan desabrida como lo del superávit. En especial,
si se considera que a tal resultado se llega gracias --como lo admitió
Vicens-- al "esfuerzo" de los que, en medio de la recesión, debieron en
junio soportar una mayor alícuota impositiva, acogerse a una moratoria,
anticipar pagos de Ganancias, y/o, en el caso de los empleados públicos,
resignar un 12 por ciento de sus salarios (ver aparte). De todos modos,
la consigna oficial ayer era demostrar que se había logrado cerrar, exitosamente,
una primera etapa en la que se salvaguardó la Convertibilidad de la pesada
herencia fiscal legada por Carlos Menem. En el elenco oficial saben que
el humor social y político volverá a caldearse el miércoles de la próxima
semana, cuando se conozca la tasa de desocupación de mayo, que superaría
el 15 por ciento. Y, por eso, la estrategia será entonces dar la imagen
que, con las cuentas en orden, el Gobierno estaría en condiciones de anunciar
nuevos planes de empleo para paliar la crisis. En realidad, la situación
fiscal para los próximos meses seguirá ajustada. Vicens explicó que, gracias
a que se sobrecumplió la meta de déficit fiscal pactada con el Fondo para
el segundo trimestre, se podría incurrir en un déficit mayor en el tercero
(1200 millones en lugar de los 700 previstos originalmente). Pero se preocupó
por aclarar que en el período julio-septiembre no habrá espacio para tirar
manteca al techo, ya que el Gobierno deberá afrontar una fuerte concentración
en el cronograma de pagos de intereses de la deuda y el medio aguinaldo
estatal. Más aún, lejos de la euforia, ayer el consultor estrella de la
city, Miguel Angel Broda, alertó que, para afrontar los compromisos de
refinanciamiento del capital, en este tercer trimestre el Gobierno planea
colocar una cantidad de títulos de deuda en el mercado local tan importante
como la que emitió en el primer trimestre. Y que tal situación podía,
al igual que entonces, desplazar financiamiento privado, provocando una
nueva recaída en la actividad económica. Justamente, los pronósticos de
crecimiento de la economía de los bancos y consultores oficiales difieren,
y mucho, de la versión oficial. Vicens intentó relativizar la cuestión,
argumentando ayer que las diferencias con el pronóstico oficial de 3,0
a 3,5 por ciento podían encuadrarse dentro del llamado "error estadístico".
Sin embargo, cuatro bancos de inversión extranjeros de primera línea,
relevados por Página/12 (Deutsche, HSBC, Merrill Lynch y JP Morgan), dicen
que este año Argentina no crecerá más allá del 2 por ciento. Y Broda habla
incluso de un mísero 1,5 por ciento, lo que --aislando el "arrastre estadístico"
del año pasado-- significaría que la economía permanecería estancada.
Obviamente, de darse tales escenarios, el humor social se enrarecería
aún más. Para colmo con un crecimiento tan débil, pasado el excepcional
junio, la recaudación volvería a enflaquecer y el Gobierno podría verse
enfrentado ante la necesidad de un nuevo ajuste para cerrar las cuentas
del año con el déficit de 4700 millones que se acordó con el Fondo. En
los países desarrollados, cuando se habla de las cuentas fiscales la discusión
apunta en otra dirección. Una buena noticia, para la gente, puede ser
una baja de impuestos o el aumento de un programa de gastos para algún
grupo desprotegido, como ser los desocupados. En otras palabras: hay júbilo
si el Estado devuelve a los ciudadanos, con más gastos o menos impuestos,
más de lo que les sustrajo vía recaudación impositiva. El contraste con
el caso argentino es todavía más patético si se tiene en cuenta que una
porción cada vez mayor del dinero que la sociedad aporta al Estado va
a pagar los intereses de la deuda externa. En el primer semestre del 2000,
se abonó por este concepto 4739,1 millones de dólares, 839 millones más
que en igual período que el año pasado. Para todo el año, la factura de
la deuda suma unos 9500 millones, alrededor de 600 millones más de los
estimados a principios de año por el Gobierno, cuando la tasa de interés
todavía no había subido.
El
FMI está asombrado
Argentina en crisis se ha desempeñado
de manera más que asombrosa, dijo ayer Stanley Fischer.
Hasta donde tenemos entendido, el programa no sólo
marcha sobre ruedas, sino que las autoridades han excedido claramente
las expectativas en el primer semestre, continuó el
subdirector gerente del FMI. La inusual intervención del
hombre fuerte del Fondo, que representa a Estados Unidos en ese
organismo internacional, para apoyar la gestión de José
Luis Machinea no fue casual. Para organizar un conferencia telefónica
con algunos periodistas eligió el mismo día que Economía
anunciaba el superávit fiscal del Tesoro Nacional del mes
pasado. En esta etapa, creo que es razonable esperar que tengan
una muy buena oportunidad de cumplir con las metas presupuestarias
para el segundo semestre del año. No anticipamos que sea
necesario cambiar las metas. Parecen estar en condiciones de cumplir,
dado lo que han logrado en el primer semestre del año,
agregó Fischer. Argentina ha manejado su deuda bien
y cumplido con los términos por bastante tiempo, apuntó,
añadiendo que uno tiene que sentirse impresionado por
las relaciones que ha mantenido con los mercados de deuda.
Fischer dijo, además, que ambos partidos político
están comprometidos con la política de convertibilidad.
Dolarizar la economía aportaría algún beneficio,
pero no parece que eso ocurra en el futuro inmediato. Al respecto,
señaló que (la dolarización) es una decisión
que debe tomar el pueblo argentino.
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Una
a una las perlas del Tesoro
El resultado financiero del Tesoro nacional ejecución
de caja arrojó en el mes de junio un superávit
de 726,6 millones de pesos
Los principales resultados fueron los siguientes:
Recursos corrientes:
2538,4 millones de pesos en junio, con una mejora de 817,3 millones
con respecto a 1999;
Gastos corrientes:
1670,1 millones, inferiores en 26,2 millones al mismo mes del año
pasado.
Ingresos tributarios:
1953,6 millones (+733,8 millones), por efecto de la reforma
impositiva, un aumento de los anticipos de Ganancias de las empresas
y la moratoria.
Recursos no tributarios:
506,2 millones (+ 61,9 millones), a partir de la operación
de canje de deuda (bonos Brady).
El déficit
del primer semestre fue de 2374,8 millones de pesos, contra
2690 millones pautados con el FMI.
Por servicios de la
deuda pública, se pagaron en el semestre 4739,1 millones
de pesos, un 21,5 por ciento más que en igual período
del año anterior.
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¿Para
qué sirve tener superávit fiscal?
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Martin
Redrado, de la Fundacion Capital.
Brinda más certidumbre
Este
superávit permitirá al Gobierno tener certidumbre
fiscal, al menos para cerrar con
holgura las cuentas del segundo y el tercer trimestres. Esto significa
que si en el último período del año se presentan
problemas podrán ser solucionados con un poco de creatividad
contable, por ejemplo a través del descuento de la moratoria
en el sistema financiero. Con esto, el equipo económico consiguió
un colchón de aire para la disminución continua y
sostenible del riesgo país. No obstante, no se justifica
un exceso de optimismo, pues en términos de recuperación
de la actividad aún no se ha quebrado la tendencia. Sí
se ha registrado un punto de inflexión en el sector financiero,
con un record histórico en las reservas internacionales y
en las líquidas, lo que muestra un lento ingreso de capitales,
además de un aumento en los depósitos y en los préstamos.
Pero la recuperación no se refleja en el consumo. No se trata,
entonces, de que estemos creciendo. En síntesis, esto no
es para la euforia sino que, en todo caso, sólo indica que
Argentina podrá cumplir con sus compromisos.
Carlos
Melconian, de M&S.
Para que festejen
Dada
la estacionalidad de ingresos y egresos, los resultados fiscales
de junio, de los que se han dado a conocer sólo los del Tesoro
Nacional, están dentro de los cálculos
previstos por los principales analistas, en particular por los componentes
de la recaudación que ya fueron conocidos, como el anticipo
de ganancias y la moratoria. Sí se notan los efectos de una
política sostenida de reducción del gasto público.
Que haya superávit fiscal en este momento muestra que Argentina
no estaba ni para la depresión como se pensaba hace tres
meses, ni para festejar ahora. Estos números no deben servirle
al Gobierno para dormirse en los laureles en el segundo semestre.
Le convendrá no desatender ni un minuto la política
de contención del gasto, pero también poner siempre
el mayor énfasis en la recaudación de impuestos. En
otras palabras, mientras se espera el aumento de la recaudación
habrá que atajar los penales en el gasto. Dado este contexto,
es lógico que el Gobierno festeje. Y hay que dejarlos.
Claudio
Lozano, del Idep-CTA.
No había emergencia
El
superávit fiscal de junio demuestra que no había emergencia
fiscal, por lo que hoy
no se justifica la algarabía. Mientras la emergencia fundamentó
el recorte salarial, la alegría actual pretende fundar expectativas
sobre una reactivación que, ya casi nadie duda, estará
por debajo de la meta del 4 por ciento anual declamada por Economía.
Además el aumento de la recaudación de junio es de
carácter transitorio (moratoria, anticipo de ganancias) y,
aun así, el acumulado de la primera mitad del año
continúa 300 millones por debajo de las metas pautadas con
el FMI. La lógica fiscal con tendencia al desequilibrio permanente
se funda en la convalidación de la resistencia de los ricos
a pagar impuestos, así como en la persistencia para garantizar
subsidios a los sectores más concentrados. La no recuperación
de la recaudación en impuestos internos es una demostración
de que el escenario recesivo sigue y deja abierto elinterrogante
respecto a los efectos que, sobre el panorama fiscal futuro, plantea
el panorama de recesión más deflación.
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Para los que ganan altas rentas pasó la emergencia
Por
Raúl Dellatorre
La noticia es que el impuesto
de emergencia por única vez a las Altas Rentas dispuesto
para este año será, efectivamente, por única vez:
no se repetirá el año que viene, según aseguró
ayer Mario Vicens, secretario de Hacienda. No sería una novedad
si el Gobierno fuera suficientemente creíble, pero en el contexto
de las urgencias fiscales y de una historia nacional que indica que todo
impuesto por única vez se aquerencia en el sistema
tributario, el anuncio de Vicens significa un respiro aliviado
y un cambio de ánimo favorable para los afortunados perceptores
de altas rentas (más de 120 mil pesos al año). Justamente,
la señal que el equipo económico buscó dar con el
aviso anticipado de que cumplirá su palabra.
El rendimiento
del impuesto en el mes de su vencimiento estuvo en línea con lo
esperado: recaudó 27,5 millones de pesos en abril. Pero, además,
como muchos contribuyentes deben haber optado por el pago en seis cuotas
sumado a otros que hayan presentado su declaración rezagados,
durante los cinco meses siguientes seguiría rindiendo ingresos
extra, redondeando una cifra quizá superior a los 100 millones
de pesos.
Sus características lo convirtieron en un impuesto de fácil
fiscalización: toda aquella persona física o sucesión
indivisa que hubiera declarado ingresos superiores a los 120 mil
pesos por el ejercicio 1998 o 1999 cualquiera de ambos, sin importar
cómo le hubiera ido en el otro se convertía, por ese
solo hecho, en sujeto del impuesto. Después, abonaba
el tributo extraordinario, por un monto equivalente al 20 por ciento del
gravamen determinado para Ganancias por el año 1999.
Con la base de datos perfectamente delineada, la AFIP envió en
los primeros días de mayo la intimación a aquellos contribuyentes
de Ganancias que no habían ingresado, junto a la declaración
anual, el tributo a las altas rentas, debiendo haberlo hecho. Casi el
sueño de todo recaudador: tener un universo de contribuyentes totalmente
enganchados.
Del otro lado del mostrador, la sensación era estar viviendo una
pesadilla. En 1999 tuve ingresos extra porque cobré un premio
especial de la empresa, con lo cual este impuesto extraordinario me costó
este año el equivalente a un auto, ¿el año que viene
tendré que pagar por otro?, se quejaba amargamente un financista
apenas unos días atrás ante un periodista de este diario.
Vicens ayer le respondió que no, porque sin haberlo
escuchado sabía que ésa era la opinión dominante
en esa franja de contribuyentes de altos ingresos. Y es la opinión
que le interesa en este momento al equipo económico: la de los
operadores que mueven los capitales financieros, que deciden o aconsejan
dónde hacer las inversiones y que, en su conjunto, conforman lo
que se denomina humor del mercado.
Las comparaciones con respecto a si en vez de anular el impuesto a las
altas rentas se podría haber bajado la tasa del IVA o subir el
piso del impuesto a las ganancias de los empleados en relación
de dependencia no resiste el análisis de las cifras. Cada punto
del IVA representa cerca de 1000 millones de pesos anuales de recaudación,
algo así como diez veces lo que rindió el tributo extraordinario.
Subir en 100 pesos la base imponible de Ganancias personales beneficiaría
apenas a una franja de ingresos medios cercanos a los 2000 pesos mensuales.
No constituye un objetivo demasiado tentador para el equipo económico,
más preocupado en las actuales instancias por lograr un equilibrio
entre bajar el déficit y mejorar el humor del mercado, que en hacer
prácticas de equidad fiscal. ¿El Gobierno podría
haberle puesto fin al recorte salarial a los empleados públicos
manteniendo el impuesto a las altas rentas? Otra vez, la respuesta debe
pasar por el tamiz de los objetivos y preocupaciones prioritarios de la
conducción económica: el ajuste y la buena predisposición
del capital financiero es lo primero, la justicia social puede esperar.
Ni siquiera los fallos judiciales en contra lograron inducir al Gobierno
a desistir de la quita salarial, aun a riesgo de colocarse en situación
de desobediencia judicial. No es esta seguridad jurídica, la de
los empleados estatales, la que le preocupa al Gobierno. Al anunciar lo
que ya estaba anunciado, Vicens buscó dar una señal clara
en materia fiscal que pretende tener más de una lectura. Sin mencionarlo,
es también una respuesta a los sectores políticos, empresarios
y sindicales que plantean gravar las rentas extraordinarias o subirles
los aportes previsionales a las concesionarias de servicios privatizados,
hipermercados y bancos. Sin decirlo, señala cuáles son los
límites que respetará el esfuerzo por bajar el déficit
fiscal: no endurecerá las reglas de juego a quienes, implícitamente,
son socios de este plan económico en su rol de inversores.
Sin ser simpática para el gran público, la eliminación
del impuesto a las altas rentas ayer logró dibujar una sonrisa
en el rostro de financistas y rentistas. En definitiva, no es para la
popular sino para esos exclusivos palcos a los que se les dedicó
la jugada. En la estrategia de juego del equipo de Machinea, cada aplauso
del palco vale más que mil insultos de la popular.
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