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El PJ y la Alianza ya acordaron dar vía rápida al plan de obras

En Diputados, las dos fuerzas políticas decidieron aprobar el Plan de Infraestructura. Se definen iniciativas por U$S 21 mil millones.

t.gif (862 bytes)  El Gobierno se dispone a enviar al Congreso un proyecto de ley para financiar su anunciado megaplan de obras públicas, con el que promete crear 400 mil puestos de trabajo y que la Alianza y el justicialismo ya habrían acordado avalar. El acercamiento se habría producido en la Comisión de Obras Públicas de Diputados, donde el aliancista José Recio, titular del grupo, y el vicepresidente y ex funcionario bonaerense, Hugo Toledo, también habrían acordado ayer considerar en paralelo otra iniciativa del PJ dirigida a los municipios, elevada por el ex gobernador Eduardo Duhalde al presidente Fernando de la Rúa.
La iniciativa nacional prevé crear un fondo de garantía que permita respaldar inversiones por un total de 7000 millones de pesos en los próximos años, y en sus anexos también figurará el listado de obras a ejecutar en el interior, que fue consensuado con cada provincia.
El proyecto fue presentado públicamente hace poco más de un mes en sede de la Cámara Argentina de la Construcción, con la promesa de que demandaría en el próximo lustro más de 20 mil millones de pesos. Pero este paquete incluye tanto aportes de los tesoros nacional y provinciales, como los planes de inversión de las empresas públicas privatizadas, que están sometidos a revisión de parte del Estado.
La mayor novedad del plan diseñado por el ministro de Infraestructura, Nicolás Gallo, es la instrumentación del sistema inglés, por el cual el Estado licita las obras que una empresa privada ejecuta y gerencia, con financiamiento propio. Una vez concluida, comienza a cobrarla en cuotas y retiene su propiedad hasta que la deuda estatal haya sido totalmente cancelada.
Para respaldar el compromiso que contraerá el fisco con esos empresarios, Infraestructura y Economía resolvieron crear un fondo de garantía que administrará el Banco Nación y estará constituido por aportes de los tesoros nacional y provincial, parte del impuesto a la Transferencia de los Combustibles y activos públicos. Ineludiblemente, este punto requería la sanción de una ley.
“Es una iniciativa muy inteligente, que va a movilizar la infraestructura necesaria”, avaló ayer el ex secretario de Industria, Alieto Guadagni. En la misma jornada, Gallo inauguró el tercer carril del Acceso Norte con destino a Pilar, destacando que se trataba de un principio de ejecución del Plan Federal de Infraestructura del que habla casi desde comienzos de su gestión. Autopistas del Sol, grupo concesionario de ese acceso con peaje, reclamó al Gobierno una renegociación contractual que le permita extender la concesión a cambio de hacer inversiones adicionales por 65 millones de pesos.
Aunque comandado por la Nación, el Plan Federal requiere fondos de las provincias, que también participaron en su diseño. Las administraciones del interior son protagonistas en el listado de iniciativas que irá como anexo al proyecto de ley, y que incluye emprendimientos como el dique Las Toscas en Tucumán, la ruta 12 en Misiones, el acueducto centro-oeste en el Chaco y otras varias que terminarán de definirse cuando el proyecto de ley sea debatido en el Parlamento. Allí darán batalla casi todas las gobernaciones para conseguir que se defina como prioritaria alguna iniciativa considerada de su interés.

 

LOS CONCESIONARIOS VIALES Y DE TRENES RECLAMAN AL ESTADO
Deudas millonarias en discusión

Por Cledis Candelaresi
Bien sea por la crisis fiscal, bien por debilidades en los contratos de concesión, el Estado acumula deudas millonarias en favor de las empresas de servicios privatizadas. Al margen de los reclamos que formulen los propios adjudicatarios, las cuentas públicas acusan que, sólo en el caso de los peajes y los trenes urbanos, el fisco tiene obligaciones incumplidas por casi 600 millones de pesos. Este punto es uno de los que traban las difíciles renegociaciones contractuales que encaró el gobierno de la Alianza y, por añadidura, deja en suspenso planes de inversiones que el Gobierno considera vitales para reactivar la economía.
Los datos se hicieron públicos durante un seminario organizado por el Instituto Argentino de Servicios Públicos, entidad que creó el justicialismo para evitar la diáspora de sus técnicos ligados a un tema neurálgico como las privatizaciones. La convocatoria, que se realizó el jueves pasado, tuvo como objetivo analizar las revisiones contractuales que comenzó el gobierno de Carlos Menem y continúa, sobre bases muy similares, el de Fernando de la Rúa.
María Isabel Pluss, miembro del Instituto y ex titular del órgano de control de concesiones viales, sacudió al auditorio con los primeros datos. El primero: el Estado debe 320 millones de pesos a los adjudicatarios. El segundo: debido a la incertidumbre que afecta sus contratos –en renegociación desde 1997–, las empresas invertirán este año sólo 50 millones de pesos contra los casi 300 que habrían desembolsado el año pasado. El tercero: este parate en las obras ya habría producido la pérdida de 2000 puestos de trabajo directos y otros tantos indirectos.
Las operadoras ruteras hicieron saber en el último tiempo que reclamaban al Estado alrededor de 350 millones de pesos por subsidios impagos, aumentos no autorizados y otros conceptos, con sus correspondientes intereses. El Gobierno reconoce que les debe, pero ningún funcionario quiere precisar públicamente cuánto, ya que esas obligaciones están bajo la mira de la Sigen y forman parte de una trabajosa renegociación.
El punto de partida de aquella deuda es un acuerdo escrito por el cual el gobierno anterior les reconoció a las empresas una acreencia por 210 millones de pesos que, en gran medida, se acumuló por los ajustes tarifarios habilitados por los propios contratos, pero que Economía no les dejó aplicar. En algunos casos, a cambio de más subsidio, que tampoco pudo pagar. Ese pacto formaba parte de una renegociación truncada, pero la obligación estatal quedó admitida por escrito. Sobre este piso, los compromisos públicos habrían seguido creciendo por los mismos conceptos y algunos otros, como las rebajas en el peaje que el Gobierno ofreció a los transportistas.
Jorge Kogan, actual secretario de Transporte, desnudó las angustias que afronta el Tesoro nacional para pagar a los adjudicatarios de trenes urbanos el subsidio comprometido por contrato: deben 70 millones del año anterior, a lo que habrá que sumar otros 188 millones del actual, entre subvención para obra y para subsidio operativo.
En este caso, el dilema mayor no es lo que el fisco debería pagarle al conjunto de adjudicatarias sino las obras que dejarán de hacerse, ya que el grueso del subsidio es, precisamente, para solventar el plan de inversiones: de 288 millones previstos para este año, 240 debían destinarse a mejorar la infraestructura y el parque rodante.
Los problemas no terminan aquí, porque las empresas demandan pagos millonarios por otros conceptos que ahora analiza la Comisión Nacional Reguladora del Transporte. Pero, además, porque tampoco parecen muy dispuestas a aceptar bonos, recurso de última instancia que prevé el Gobierno para tapar aunque sea una parte de este bache. “La situación es mucho más crítica de lo que podía pensarse en noviembre del año pasado, cuando las renegociaciones ferroviarias ganaron los diarios. Entonces, la situación era hiperoptimista”, se sinceró el funcionario.

 

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