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Oleg Belonenko, director general de Uralmash, uno de los grandes gigantes de la industria pesada rusa, fue asesinado ayer a tiros por varios pistoleros en Yekaterimburgo (la capital de los Urales), junto al conductor de su automóvil. Es el último de una racha de asesinatos mafiosos que se han cebado, sobre todo, con San Petersburgo, la antigua capital zarista y patria chica del presidente Boris Yeltsin. Las amenazas mafiosas tampoco faltaron ayer en la Duma (parlamento ruso), cuando el diputado ultranacionista Vladimir Zhirinovsky amenazó con bombardear Bucarest si Rumania adhiere a la OTAN. Las disputas de negocios se resuelven con frecuencia en Rusia a tiros limpios o con bombas. Esto explica que se cometan unos 1000 asesinatos por contrato al año, un 90 por ciento de los cuales queda impune. Uralmash, con decenas de miles de trabajadores, estaba experimentando en los últimos meses una espectacular recuperación de su capacidad productiva (70 por ciento en el primer trimestre de este año). En los viejos tiempos soviéticos, fue una de las joyas de la corona del complejo militarindustrial, pero en la actualidad produce sobre todo maquinaria pesada de uso en la agricultura y en la industria petrolera. Uralmash fue privatizada a comienzos de los años noventa. Belonenko intentaba luchar contra la utilización ilegal de la imagen de marca de la empresa. El consejo de directores pidió ayer al presidente Vladimir Putin que tomara urgentemente el control personal de la investigación del asesinato, para que no quede impune.
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