Por Elio Brat
Desde Tel Aviv
No hay nadie en Israel que deje de reconocer que es uno de los hombres
más polémicos de la historia de este país. El periodista
Uri Avnery, dos veces diputado nacional, es un personaje que a través
del tiempo se transformó en una verdadera historia viviente de
Israel. Recibió a Página/12 en su departamento del séptimo
piso de la calle Rupin, en pleno centro de Tel Aviv y de cara al mar,
"desde donde vi pasar el avión que trajo a Israel al presidente
egipcio Anwar el-Sadat, en uno de los acontecimientos más increíbles
y valientes de la historia de la humanidad: que un mandatario árabe
se animara, en pleno estado de beligerancia, a conversar directamente
con los israelíes en nuestra tierra". Un acontecimiento que
Avnery espera ver repetido hoy, un día después su cumpleaños
número 77, con el comienzo de las conversaciones entre Israel y
la Autoridad Nacional Palestina en Camp David, Estados Unidos. Según
quien se define como el político israelí que más
comprende a Yasser Arafat, si no se llega a un acuerdo "estallará
otra vez la guerra, que será cruenta y donde caerán muchísimas
víctimas por ambos lados".
--Las negociaciones en Camp David comienzan con la coalición gubernamental
israelí partida. ¿Qué hubiera hecho usted ante los
tire y afloje de los partidos de esta coalición, cuatro de los
cuales ya dieron el portazo?
--Hubiera hecho exactamente lo mismo que hizo Barak. A pesar de que ahora
el partido religioso
Shas se fue, Barak hizo bien en privilegiar su alianza con ellos, ya que
la presencia de Shas es necesaria para hacer la paz. Representan a dos
sectores importantes en la sociedad israelí: el judío oriental,
oriundo de los países islámicos y norafricanos, y el judío
ortodoxo. Sin estos sectores de la sociedad israelí, no se puede
hacer la paz. Las capas elitistas, acomodadas, askenazis, ateas, intelectuales
y antirreligiosas son sólo la mitad de la población. Una
paz firmada por la mitad de un pueblo, con la mitad de otro pueblo, no
resiste un día.
--¿Por qué habla de "la mitad de otro pueblo"?
--Me refiero a la mitad del pueblo palestino, ya que Barak quiere hacer
la paz sólo con los palestinos que se encuentran dentro de la Autoridad
Palestina, sin tomar en cuenta a la otra mitad que vive en la diáspora.
--En su casa se ven muchas fotografías suyas con el líder
palestino Yasser Arafat. ¿Usted se siente amigo de él?
--No sé si amigo es la palabra correcta (largo silencio). Yo me
siento muy cercano a él. Lo comprendo muy bien, más que
cualquier otro palestino. Yo estoy en contacto directo con él desde
hace 20 años y en forma indirecta desde hace más de 30.
Conozco sus criterios, su forma de pensar y pienso que es uno de los grandes
líderes de nuestra época. No sé por qué no
recibe en Israel ni en el mundo, pienso que tampoco en Argentina, la repercusión
y el efecto que se merece. Pero pensando en la situación que él
y su pueblo viven hoy, lo difícil de entender es que los palestinos
casi tienen un estado que tienen que administrar y territorios que gobernar,
mientras aún no se liberaron. Arafat tiene que dirigir esa lucha
por la liberación al mismo tiempo que organizar un estado y conducirlo.
Puede ser que mañana, o en un mes o más, estalle un nuevo
conflicto y comience una guerra. El Ejército israelí se
prepara para ello.
--Del lado palestino, ¿la guerra tendrá la forma de una
nueva intifada?
--La intifada fue una guerra de liberación clásica. Comenzó
desde abajo y nadie la preparó. La situación ahora es diferente.
La Autoridad Palestina tiene 40 mil soldados equipados con armas livianas,
y no sabemos si tienen de las otras. Eso nadie lo puede saber a ciencia
cierta, ya que ellos son dueños del terreno ya casi por siete años
y yo creo que ellos han hecho lo que pudieron para hacer entrar armas.
Además, existen allí unas cuantas decenas de miles de militantes
de Al Fatah, un movimiento armado de corte militar. Por eso pienso que,
si se da una nueva revuelta, no será un alzamiento pasivo, como
fue en sus comienzos la intifada, sino que comenzará directamente
con un levantamiento armado. Porque ahora es diferente: los palestinos
están obligados a erigir su nuevo Estado.
--¿Por qué "están obligados"?
--Porque ningún dirigente palestino aguantaría en el gobierno
si no hace eso. Esa es la única exigencia del pueblo palestino
para con sus líderes: la creación sí o sí
de un Estado independiente. Puede hacerse con o sin acuerdo con Israel.
Obviamente, si no hay acuerdo, la creación del Estado palestino
no será pacífica. Si hay acuerdo, no será uno definitivo,
pero sí uno que ambas partes puedan soportar. Aquí hay una
mayoría que está de acuerdo con el nacimiento de un Estado
palestino. No es la más entusiasta, pero saben que si no hay acuerdo
habrá guerra.
--¿Cómo llegan las partes a las negociaciones de Camp David?
--Barak tiene un programa de paz. Pero ningún hombre en sus cabales
dentro del pueblo palestino está dispuesto a aceptar ese programa.
Todos sabemos cuál es: adjudicarse territorios que pertenecen a
la Autoridad Palestina. Pero, si Barak presenta ese programa como una
medida táctica y al final lo anula, entonces puede ser que lleguemos
a un acuerdo, que nazca un Estado palestino, y que Israel y Estados Unidos
lo reconozcan. Llegaríamos a un acuerdo temporario con la problemática
de Jerusalén, donde los barrios árabes estén bajo
control palestino. Y donde los asentamientos, los más grandes,
seguirían en manos israelíes. Sin dejar de lado que los
problemas más duros, como la situación final de Jerusalén,
el establecimiento de una frontera binacional y el tema de los refugiados
palestinos se negociarían durante los próximos dos años
entre ambos gobiernos.
--¿Piensa que Barak puede lograr todo eso como el líder
israelí?
--Barak desea fervientemente hacer la paz, sólo que él no
sabe que es la paz. El es un general, un militar de carrera toda su vida,
y su mundo espiritual interior es militarista. Y las categorías
militares no son precisamente las mejores para hacer una paz en estas
condiciones, donde se requiere imaginación y agudeza para entender
los pensamientos y los sentimientos de la otra parte. Barak piensa en
la paz de una manera dictatorial. Imponiéndose: "Yo, Barak,
sé lo que es bueno para Israel. Y no sólo para Israel, sino
para el pueblo palestino también. Por eso hice un programa de paz
así y así. Vengan y firmen que está todo listo".
Por eso se asombra muchísimo cuando la otra parte no sólo
no firma sino que piensa que las condiciones no le convienen. Desde otro
punto de vista, Barak es un hombre muy inteligente, que aprende rápido.
Usted tiene que recordar que también Rabin, a su tiempo, fue un
general al cual le costó mucho empezar a entender a los palestinos
para llegar a un umbral de paz con ellos. Por eso, todavía no soy
absolutamente pesimista sobre la paz.
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