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Por P.V. Veinticuatro horas después de haber conseguido su segundo título como entrenador --en su segundo intento como técnico de Primera--, todavía conmovido, Américo Rubén Gallego explicó cómo trabajó para hacer de River el campeón del torneo Clausura 2000. "El mérito principal fue de los jugadores, pero yo estoy conforme porque creo que puse mi granito de arena en este logro", señaló el entrenador, para quien haber ganado el título "fue un desahogo muy grande, por todo lo que me mataron periodísticamente". Gallego se hizo cargo del equipo cuando Ramón Díaz renunció dos días antes del inicio del Clausura. "Que los directivos se hubieran fijado en mí significa que me tenían mucha confianza, y este logro también es un mérito de ellos, porque me bancaron siempre." En los primeros cuatro partidos hubo dos triunfos (ante Instituto y Colón) y dos empates, con Central y Estudiantes. "River venía de ser campeón y yo debía respaldar totalmente a los jugadores. Era el momento justo para que los jugadores de más experiencia alentaran al compañero que se equivocaba." Tras dos triunfos seguidos (Belgrano, Independiente) sumaba dos empates, con Lanús y Argentinos. "Sabía que lo mejor que le podía pasar a River era tener tiempo para trabajar. Veía que podía revertir la situación." Después de otros dos triunfos consecutivos (Vélez y los jujeños) vino el empate con Boca, por el Clausura, y un episodio que destruyó la moral del equipo: la eliminación de la Libertadores a manos del clásico rival. "Fui el único responsable de la derrota con Boca, pero por los lesionados no pude formar el equipo que yo quería. Si, cuando miraba al banco, había sólo defensores y volantes de marca." Gallego se acuerda perfectamente del mal trago. "Quedamos afuera por diferencia de gol, pero se hizo un drama porque se trataba del rival de toda la vida. Pero no me olvido de que los dirigentes dijeron públicamente que querían renovarme el contrato." Para colmo, tras la eliminación llegó la derrota con Unión. "Todavía no me explico cómo entró aquel tiro de Juan Jayo desde 45 metros. Pero me tranquilizó mucho haber contado con 15 días para trabajar después de esa derrota." Gallego empleó esas dos semanas antes del siguiente compromiso, con Gimnasia por la 14ª fecha, en restañar las heridas. "Aquel parate lo aproveché al máximo para trabajar con los jugadores, tanto en lo táctico como en lo anímico. Hablé claramente con cada integrante del plantel y comprendí que les había llegado mi mensaje." Hubo cuatro goles en La Plata para renovar la confianza. "En ese partido el equipo le sacó las dudas a la gente. Terminé de confirmar qué clase de plantel tengo." A la fecha siguiente, ante Talleres, River "volvió a ganar como local jugando bien" y contra Chacarita "consiguió ser contundente con más volumen de juego". Una semana después tuvo lugar, según Gallego, "el partido clave, la victoria sobre Racing. Fue clave porque si no manteníamos los tres puntos de diferencia en la tabla, respecto de San Lorenzo e Independiente, se nos podía complicar el campeonato". Para la conquista del 29º título profesional del club de Núñez, resultó trascendental la actuación de la tripleta atacante que formaron Pablo Aimar, Javier Saviola y Juan Pablo Angel, que en la cancha hizo la auténtica diferencia con respecto a los demás equipos. "Descansados y trabajando conmigo todas las semanas fueron tres jugadores decisivos dentro de la cancha." ¿Puede repetir en el Apertura, logrando el tricampeonato? Si River no se desarma, como Independiente o Boca, largaría con ventaja. Pero, aunque la dirigencia no quiere vender en conjunto a Aimar y Saviola, es muy probable que los colombianos Angel y Yepes vayan a Italia, y hay ofertas desde Francia por Bonano y desde Inglaterra por Lombardi. Para Gallego, sin embargo, el Clausura no terminó, y para la última fecha, el sábado ante San Lorenzo, se plantea nuevos objetivos. "Queremos tener la delantera más goleadora del torneo (River anotó 42 goles contra 40 de Independiente) y terminar con la valla menos vencida." A Bonano le hicieron 15 goles, en tanto el arco de San Lorenzo cayó 13 veces. Acaso con una sola movida pueda cumplir ambas metas. |