Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

el Kiosco de Página/12

Libertad, igualdad, fraternidad,
internet

Por Leonardo Moledo

Increíblemente, y tras la baja performance del apocalipsis del Y2K �nada más emblemático para un fin de siglo bastante miserable�, estamos asistiendo a una nueva vuelta de tuerca en la relación entre la sociedad y las tecnologías, luego de un tiempo de predominio de tendencias tecnofóbicas (las máquinas como peligro deshumanizador), acorde con una fantasía futurista, que aparece bajo la forma del desorden y el crecimiento anárquico de las tecnologías, el raudo ascenso social de diseñadores de páginas web que se hacen millonarios de la noche a la mañana.
La estrella es indudablemente Internet, que parece constituirse en el lugar (virtual, dicen), donde se resuelven los conflictos de la sociedad, donde se asegura la transparencia y se accede a un mundo de conocimiento total, en una versión remozada de la Enciclopedia o la Biblioteca de Babel, anunciando un nuevo mundo de equidad virtual y un ciberespacio sin clases: según parece, todos somos iguales frente a Internet.
En realidad no se sabe si seremos felices cuando accedamos a la red (y el �discurso.com� que soportamos todo el tiempo no lo asegura así), pero por lo menos seremos, ya que estaremos en ella; accederemos a esa existencia que nos escamotea la televisión negándonos los quince minutos de fama. 
Paradójicamente, esa existencia escamoteada por la galaxia televisiva (la existencia como fama, el ser como ser conocido, el ser como ser mirado y ser conocido por todos, que saben el nombre de tu perro y la marca del cenicero que le arrojaste a tu pareja), es devuelta y legitimada por la red no a través de la fama sino del anonimato. La red permite ser legítimamente anónimo: en una voltereta curiosa, existís si estás conectado y estar conectado te permite ser anónimo, adoptar otro nombre, cualquier identidad, fluctuar entre identidades; justo al revés del ideal de la TV. El ser como ser anónimo parece reivindicado y así el ciudadano devenido cibernauta parece asumir plenamente su individualidad (porque ya no es el que mira confundido en la platea), transformarse de espectador en actor, de consumidor en productor, adquirir una libertad que la televisión (y a veces la sociedad) le niega (salvo mediante la seudo forma pasiva del zapping): quien quiera puede ser a través de su página web. 
Y todo a través de la misma pantalla, y previsiblemente, pronto a través del mismo aparato, que brindará la posibilidad de conmutar de la televisión a la red, de la resignación al anonimato y el protagonismo de los otros, al protagonismo del anonimato y el cambio en la identidad, que permite aún adoptar la identidad de quien se acaba de ver por TV. La Red, así, funciona como una televisión subterránea, y parece ser una contratelevisión. 
Sin embargo, si hay algo de contratelevisión en la red, parece más bien complementaria, ya la web repite y asimila vicios y virtudes: con los contenidos de los chats increíblemente parecidos a los programas de chimentos en insustancialidad, con los lugares porno (los más visitados) que requieren pagos especiales (como los canales porno codificados de la televisión) y el arte, la ciencia o los lugares de �cultura� jugando el papel de Canal á o Discovery Channel, y la proliferación de propaganda en formas de banners o de promesas de rápida fortuna (como en los sorteos televisivos). Globalmente y nunca la palabra podría estar mejor planteada; el inmenso conjunto se vuelve inevitablemente light a fuerza de proliferación y superabundancia.
Superabundancia que no sólo se da en la red, sino en las múltiples formas en que la red (que por naturaleza es subterránea y �virtual�) aflora en el mundo cotidiano: el símbolo de la arroba y el �punto com� ocupan cada vez más lugar visual en la vía pública, en el discurso político (e incluso en las políticas que se adoptan a raíz de esosdiscursos) y en la conversación. La poderosa herramienta (que indudablemente es) deviene fetiche, un fetiche que no solamente puede erigirse en una aparente �utopía� que promete la solución de todos los problemas, sino que �y sería mucho más grave� puede hacer creer que ya están solucionados.

REP

 

PRINCIPAL