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Dique Luján, un pueblo sumergido
que sólo puede recorrerse en bote

La crecida tapó la Ruta 26 y Dique Luján quedó aislado. Parece un pueblo fantasma: algunos se fueron a casas de familiares, otros están en carpas y 48 se refugiaron en el primer piso de una escuela, a la que este diario llegó en bote.

Alejandro y su hijo Brian se trasladan en bote hasta la casa de sus familiares.
El agua llegó hasta la mitad de la ventana de la casa de don Luis, padre de Alejandro.


Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) �Nosotros vivimos mirando la estatua de San Martín. Hoy (por ayer), a la mañana, apenas asomaba el busto. Ahora está a la vista la placa de abajo. Pero esta tarde las sirenas sonaron de nuevo, y ya nos dijeron que nos preparemos a otra marea más.� Se llama Amanda, es vecina de Dique Luján, un diminuto pueblo isleño del Delta, de no más de tres mil habitantes. Habla mirando hacia el patio, a través de una ventana del primer piso de la Escuela provincial 16. San Martín es el prócer de la patria que, igual que el resto del pueblo, está sumergido y aguarda el momento en que su pedestal quede a la vista.
Dique Luján está ubicado al borde de la Ruta 26, el único lazo que lo comunica con Ingeniero Maschwitz y la Panamericana. Lo rodean canales que los técnicos llaman �aliviadores� porque ayudan a que el río Luján desemboque sin sorpresas en el Paraná. Pero, desde el sábado pasado, por efecto de la sudestada, los canales aliviadores y el Luján no tienen cómo desagotar en el Paraná. Ahora, vuelcan sus aguas sobre Dique Luján, que se encuentra literalmente sumergido.
La Ruta 26 quedó cortada a pocos kilómetros de Maschwitz, dejando a la población completamente aislada. Los terraplenes levantados a sus costados no resistieron la crecida. El único modo de llegar al pueblo, entonces, es a través de la Vía Muerta, un sendero de tierra y pedregullo elevado, que cruza el campo hasta alcanzar la avenida 12 de Octubre, la arteria principal de Dique Luján.
Rodeada a ambos lados por extensiones interminables de agua, la Vía Muerta no sólo es el único modo de comunicación con el pueblo: sobre el mismo sendero, una multitud apretujada se alberga de la lluvia, la inundación y el frío en carpitas precarias, de cartón y chapas, levantadas este fin de semana, cuando arreció �la marea�. �El intendente se olvidó de nosotros. Viene el delegado municipal nada más que para las elecciones�, dice Leonardo, mientras azuza con bronca las brasas diseminadas en una palangana, a cubierto de la lluvia.
Alrededor de él, seis vecinos tratan de secar cigarrillos, acercan las manos al fuego para calentar los dedos. Fuera de la casilla, de una de las sogas que hace de tirante, cuelga el pellejo de una liebre como testigo de la última cena. �Cazamos nutrias, liebres, lo que venga�, dice Juan. �Qué querés, si ni yerba nos trajeron�, asegura Alejandro.
Debajo de la precaria carpa, a Alejandro lo acompaña Brian, su hijo de tres años, que tirita igual que los perros que rodean el fuego. Como ellos, una larga hilera de carpas y casillas se extiende a lo largo de la Vía Muerta esperando que el agua baje.
Desde el sábado, como el resto de los refugiados en el sendero, Alejandro hace tres o cuatro viajes en canoa hasta su casa o la de sus padres. Lleva lo que encuentra de comida o va de visita. Para hacerlo, rema sobre dos metros de agua que, de tan fría, tritura los dedos. Rema por encima de las calles de Rialto, uno de los barrios pobres de Dique Luján. El agua llegó hasta la mitad de la ventana de la casa de don Luis, padre de Alejandro. �Tuvimos que subir todo lo que tenemos hasta que el río baje�, dice don Luis, en una habitación montada sobre pilotes, a tres metros de altura.
Al final de la Vía Muerta, donde debiera abrirse la 12 de Octubre, no hay nada. Sólo agua, y casas con diferente suerte. A las paredes de algunas, �la marea� las marcó a los 30 centímetros de altura. Otras llegan a un metro y medio. Dique Luján parece un pueblo fantasma. Son pocos los que prefieren quedarse. Muchos se repartieron en casas de familiares de otras localidades. Una buena parte permanece en guardia sobre la Vía Muerta. Cuarenta y ocho están refugiados en el primer piso de la Escuela provincial 19. Sólo se puede llegar en bote hasta la escalera interior que comunica con las aulas del piso superior. �No es la primera vez que pasa�, dice Esther Segovia. �Tuvimos tres mareas en un mes y quince días�, recuerda Eduardo Pereyra, cuya vivienda se encuentra en 25 de Mayo y la 12 de Octubre, una de tantas esquinas desaparecidas. �Nos avisaron, y en media hora ya nos tapaba el agua.� María, la madre de Esther, prepara un guiso para la noche, en una gran olla. �El delegado viene a traernos comida, pañales, abrigos, dos o tres veces por día.�
�Se está construyendo un terraplén de contención en Villa La Ñata y que se extenderá hasta Dique�, explica un vocero de la intendencia. �Se van trayendo camiones de tierra, pero la tierra no se consigue porque llueve todo el tiempo y se hace barro. Ahora el agua se está retirando del centro de Tigre, pero en el pueblo tarda varias horas más. Dique Luján es una zona muy baja.�
Un grupo de mujeres conversa en una de las aulas de la escuela flotante. Hablan de cualquier cuestión que les viene en mente, menos del agua. �¿Para qué, si por donde miremos está inundado?�, pregunta una de ellas. Después del desayuno, todas, como Amanda se acercarán a mirar por la ventana cuántos centímetros tiene, fuera del agua, San Martín esa mañana.

 


 

EN CAPITAL HUBO 6 BAJO CERO DE SENSACION TERMICA
El Conurbano espera aguanieve

Tanta inclemencia metereológica intenta devolver, al menos, la ilusión de ver nieve en Buenos Aires. Lo advirtió el Servicio Meteorológico Nacional, aunque aclararon �para bajar expectativas� que en realidad lo que podría caer hoy es aguanieve, una versión light del fenómeno que no alcanzaría para blanquear las copas de los árboles ni los techos de las casas. Si ocurre, sería en el Gran Buenos Aires, donde el frío siempre es más frío que en el cemento de la Capital. Donde sí hay nieve, y mucha, es en la cordillera patagónica, y también en Jujuy, Salta, Catamarca, Córdoba, Mendoza, San Luis y en Sierra de la Ventana, en la provincia de Buenos Aires.
En Buenos Aires, ayer hizo más frío que el lunes, con una sensación térmica de seis grados bajo cero a las 10, y una máxima de apenas 5,2, a las 17. Hoy y mañana transcurrirán con iguales condiciones. 
�Si se sigue enfriando la atmósfera, es posible que se formen cristales de hielo que caigan con las gotas de agua y se produzca aguanieve, especialmente en la provincia de Buenos Aires�, explicó a Página/12 Hugo Hordij, jefe del Centro de Análisis Climáticos del SMN. Los porteños, sugirió el especialista, están casi condenados a no presenciar el fenómeno por dos factores: el �calor� de la ciudad que �aunque no parezca� irradian los edificios y su situación geográfica, casi a nivel del mar.
�La nieve se registra en lugares más altos. Y en los lugares bajos se produce cuando las temperaturas se ubican por debajo del cero�, precisó Hordij. Por eso, si algo de esto llega a ocurrir en el Gran Buenos Aires, habrá apenas aguanieve, gotas heladas que se derretirán apenas toquen el piso. Un fenómeno de ese tipo se produjo en 31 de mayo de 1993 en Ezeiza, Cañuelas, Lobos y Coronel Brandsen. Según Hordij, podría repetirse a partir de la madrugada de hoy.
En cualquier caso, no se producirá aquí ninguno de los percances que están afligiendo al interior del país. En la capital jujeña, por ejemplo, hubo que suspender las clases para proteger a los alumnos del frío. Los pasos internacionales de Pichachén, en Neuquén, y de Jama, en Jujuy, seguían cerrados, mientras que en el resto sólo se podía circular con cadenas. La caída de nieve sobre el pavimento obligó a cortar la ruta 7, en San Luis; la 3, en Chubut; la 40 y la 22, en Neuquén; la 9, en Jujuy, y la 307, en los Valles Calchaquíes de Tucumán, entre otras. La ciudad de San Luis amaneció de blanco, con acumulaciones de hasta 30 centímetros de nieve. Mientras, en toda la franja que va desde Junín de los Andes hasta Esquel, se registró un record histórico en el consumo de gas.
Los que peor la pasaron fueron los habitantes de Clemente Onelli, en Río Negro, y de Gobernador Gregores, en Santa Cruz, donde la temperatura cayó hasta los 25 grados bajo cero. 

 


 

POR LO MENOS 20 ESTUDIANTES RESULTARON HERIDOS
Se desbarrancó un micro en Bariloche

El micro mordió la banquina, se desbarrancó y volcó sobre una arboleda, en las afueras de Bariloche. Sus ocupantes eran 41 estudiantes secundarios de un colegio de Chivilcoy �provincia de Buenos Aires� que hacían su viaje de egresados. Por lo menos veinte de ellos resultaron con heridas de distinta consideración, consecuencia del accidente. En Catamarca, en tanto, dos dirigentes políticos sufrieron heridas al volcar el auto en el que viajaban como consecuencia de la nevada.
El vuelco del micro se produjo alrededor de las 16, cuando el vehículo, perteneciente a la compañía Río Estudiantil, perdió estabilidad al doblar en una curva muy cerrada, sobre la avenida Bustillo, que comunica el centro de Bariloche con el hotel Llao Llao. 
�No había hielo en el asfalto�, confirmó el director de Defensa Civil local, Miguel Lynch. Pudo verse, en cambio, que el ómnibus dejó en el asfalto marcas que daban cuenta de una abrupta frenada. También resultaron heridos dos obreros que trabajaban a la vera del camino. Ni ellos ni los estudiantes presentaban lesiones de gravedad.
En Catamarca, el senador provincial Mario Quintar y el intendente de Fiambalá, Julio Serrano, sufrieron heridas de consideración al volcar el auto en el que viajaban, en Paso de San Francisco, un corredor que comunica con Chile. �El auto fue envuelto por un viento de nieve que causó el vuelco�, explicó Yebir Quintar, padre del legislador accidentado.

 

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