Por Raúl Dellatorre
El debate en torno de la indexación de la tarifa del gas fue levantando presión a lo largo de la semana, y ayer estuvo a punto de estallar. �No estoy de acuerdo conque haya un aumento�, disparó el presidente Fernando de la Rúa desde Córdoba por la mañana, lo que se interpretó como romper lanzas con las empresas concesionarias. �Estoy pidiendo al ministro de Economía que considere la posibilidad de hacer una audiencia pública porque yo me opongo a que el gas aumente, y más en esta época�, completó De la Rúa. Pero las intenciones de José Luis Machinea circulaban por otros carriles. Por la tarde arribó prácticamente a un acuerdo con las gasíferas para reconocerles un ajuste que, a nivel del público, representaría una suba del 3 por ciento, postergando otros dos puntos que correspondía aplicar ahora. Apenas faltaba la firma, y los jefes de prensa de uno y otro lado sólo esperaban el aviso para largar la comunicación. Pero la válvula volvió a fallar: el choque entre los dichos mañaneros del Presidente y el acuerdo entre Economía y las empresas obligó, una vez más, a revisar lo andado. Hoy seguirán las conversaciones, pero pocos esperan que pueda resolverse algo distinto a un aumento del gas en pleno y frío invierno.
�Las empresas deben tener otra consideración con el país que las recibió, sobre todo cuando vienen ganando tanto�, había dicho De la Rúa en una rueda de prensa ofrecida en Córdoba, donde firmó un acuerdo con la empresa de construcciones aeronáuticas Lockheed. A esa hora, en las oficinas de las principales empresas gasíferas todavía se lamentaban por el �irracional� manejo de la información desde el Ministerio de Economía, por las marchas y contramarchas del día anterior respecto de una conferencia de prensa que iba a brindar Machinea, las �aclaraciones� que iba a hacer Daniel Montamat (secretario de Energía) y finalmente el desplante a los periodistas.
�Hay cuestiones que son infortunios, como que el final de la negociación coincida con esta ola de frío record, pero hay funcionarios que parecerían buscar que le peguen los medios por placer�, le comentó anoche a Página/12 el ejecutivo de una distribuidora, cuando ya se conocía que se había vuelto a postergar el anuncio del ajuste.
El verdadero infortunio, sin embargo, es el que soportarán los usuarios residenciales, que no trasladan a sus precios (los salarios) los mayores costos de los servicios, ni tienen ingresos ajustados por algún índice internacional. El aumento que recibirán en sus facturas de gas alcanzará casi el 3 por ciento. Los clientes industriales recibirían un aumento inferior, del 1,7 por ciento, ya que el componente de intermediación del transporte y la distribución en sus precios es menor que el que forma parte del precio de los usuarios residenciales.
Si no media una decisión política (Casa de Gobierno) en contrario, el acuerdo Economía-empresas definirá que a partir de julio (como reclaman las empresas) o agosto (como pretende Economía) se ajusten las tarifas. En esta oportunidad se aplicará la indexación postergada de enero pasado. Y la correspondiente al primer semestre de este año se acumulará con los tres períodos similares posteriores para aplicarse recién en el 2002.
Pero en el 2002 corresponde realizar la revisión quinquenal por aumentos de productividad y rentabilidad de las empresas, lo que suponía una baja de tarifas. La especulación, justamente, es que esa baja se compense con los aumentos postergados para no tener que proceder, entonces, a un tarifazo. Pero esta formulación supone renunciar a la rebaja prometida, y en cambio mantener vigente la fórmula indexatoria.
Ya en 1997 se había frustrado la posibilidad de una rebaja, cuando en la primera revisión quinquenal (el sistema se privatizó en 1992) el gobierno de Carlos Menem le reconoció a las empresas distribuidoras aumentos �compensatorios� por las compras en exceso de capacidad de transporte en los años anteriores, lo que se interpretó entonces como �un reaseguro paraevitar el desabastecimiento�. �Lo que en verdad fue un error de gestión de las empresas, que previeron mal sus necesidades pagando por algo que no utilizaron, terminó castigando al bolsillo de los usuarios�, opinó Gustavo Calleja, ex subsecretario de Combustibles.
Todo depende hoy de una decisión política. Desde la Casa Rosada no se abandona el empeño por �tirar buenas ondas�, pero el anuncio del aumento del gas coincidente con la ola de frío no hizo más que sumarle malhumor a la población. De la Rúa dio ayer una señal que no se condice con lo que venían escuchando las distribuidoras y transportistas de boca del equipo económico. Pero ayer tomaron nota de un dato que las inquietó: Pablo Gerchunoff, jefe de asesores del Palacio de Hacienda, que hasta ahora piloteaba las negociaciones, desapareció del primer plano. Y ahora sienten que el aumento del gas, que hasta anteayer era una bomba que ellos iban a activar, ahora les puede explotar en sus propias manos.
No falta gas pero parece
Entidades de usuarios, especialistas del sector energético e, incluso, empresarios del sector, señalaron ayer que en los últimos días se han registrado fallas en la distribución de gas. �No hubo cortes domiciliarios, pero hay menor calidad del servicio por baja presión en el suministro�, confesó una fuente empresaria de una de las concesionaria a Página/12. �A las firmas que compraron servicio interrumpible, esta semana le empezaron a cortar el servicio y en el suministro domiciliario, mandan el gas con menor presión para estirarlo�, indicó un experto del sector. Desde la Secretaría de Energía, en tanto, informan que el sistema está funcionando �a full� sin problemas, con un suministro de 10 a 120 millones de m3 diarios. Por otra parte, confían en que durante el fin de semana suba la temperatura y, consecuentemente, afloje un poco la demanda. �Ya pasamos el examen más difícil, porque el frío llegó de golpe y todo el mundo prendió todas las estufas para calefaccionar las viviendas�, señalan con alivio. Una fuente del Enargás (ente regulador) negó, en tanto, ante la consulta de Página/12, la existencia de deficiencias. Asimismo, las distribuidoras vienen batiendo records de ventas. Metrogás, la empresa que atiende toda la Capital Federal y un arco que abarca la franja oeste y sur del conurbano, alcanzó esta semana picos de 30,1 millones de metros cúbicos diarios de demanda, contra poco más de 15 millones que promedió en julio del año anterior. Pero el usuario no conoce cuál es el precio que pagará por ese consumo record: todavía no se definió la tarifa del gas para este mes. |
Otra apertura despareja
Uno de los elementos en el que la conducción económica confía para introducir competencia en la monopolizada distribución de gas es la habilitación de �comercializadoras mayoristas� del fluido. Su función sería la compra a granel, en boca de pozo (al productor) de un volumen de gas para luego venderlo a grandes usuarios. En no más de 90 días, el Enargás y la Secretaría de Energía se pronunciarán a favor de la existencia de esta nueva figura empresaria, a la que habilitarán a venderles a usuarios con un consumo mayor a 5000 m3/día. Transportistas y distribuidoras estarán obligadas a habilitar sus redes para llevarle el fluido a cambio de un �peaje�. Pero este esquema de �competencia� conlleva el mismo defecto que otras desregulaciones recientes: beneficiará a grandes clientes y deja afuera a los pequeños. Enron, operadora de Transportadora Gas del Sur, ya anotó su propia trader para comerle una parte del negocio a las distribuidoras. |
LA NEGOCIACION, VISTA POR LAS CONCESIONARIAS
Apenas una gestión de buenos oficios
Por R.D.
El gobierno nacional encaró la negociación con las concesionarias del transporte y la distribución de gas como quien juega una mano de truco con dos 4 y un 5. �Jurídicamente, todo está del lado de las empresas: el contrato de privatización previó el ajuste semestral de tarifas por un índice extranjero, durante siete años se aplicó y, hasta ahora, no hay ninguna norma que diga lo contrario�, justificó una fuente de las empresas concesionarias. �Esto no fue una negociación, fue una gestión de buenos oficios para buscar que las empresas renunciaran o postergaran alguno de sus derechos�, definió.
Según confesó el empresario, la conducción económica llegó a ofrecer, para ablandar posiciones, posponer obligaciones impositivas a cambio de que las concesionarias renunciaran a aplicar ajuste alguno este invierno. �Pero si se aceptaba, hubiéramos sentado un precedente terrible. ¿Quién nos aseguraba que en el 2002 algún juez no interpretara esto como una renuncia definitiva al derecho de indexar las tarifas?�, indicó la misma fuente.
De algo estaban seguros los negociadores del lado empresario: no hay asociaciones de usuarios suficientemente fuertes para imponer condiciones, ni capaces de sacar la gente a la calle para protestar contra la suba de tarifas. Sin ese condimento, el Gobierno en soledad no podía llegar muy lejos en su presión. Incluso, aunque no lo confiesen en público, las privatizadas reconocieron en reuniones que realizaron en la sede de Adigás (la cámara que las agrupa) un único punto débil: cuando el ex ministro Domingo Cavallo les extendió a las concesionarias el beneficio de la rebaja de aportes patronales, lo hizo con carácter �provisorio�.
Ahora, el Gobierno podía atacar amenazando con eliminar esa rebaja. Pero no vieron convicción de las autoridades para ello, por lo que se animaron a un gesto audaz en sentido contrario. Aunque no prosperó, dejó en claro hasta dónde daba la capacidad negociadora de uno y otro en la mesa: le llegaron a solicitar al Gobierno que le diera carácter �definitivo� a aquella rebaja de aportes de un lustro atrás.
LA NOCHE DE DE LA RUA EN IDEA
Con el sabor de seducir al poder
El Presidente festejó junto a las empresas más grandes el 40º
aniversario de IDEA. Se comparó con Clinton, exageró su buen humor y se lamentó por la desocupación. |
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Por David Cufré
María Volonté cantaba un bolero, y todos reían. Fernando de la Rúa y su esposa, Inés Pertiné, de elegante vestido negro, conversaban con Jorge Aguado, vicepresidente del Grupo Macri. En otra mesa, José Luis Machinea intercambiaba bromas con el titular de Telefónica de Argentina, Carlos Fernández Prida. Y más allá, Alberto Flamarique seguía con el pie el compás de la música. Fue anteanoche, en el salón Río de la Plata del imponente Hotel Hilton, en Puerto Madero. La fiesta, a la que asistieron los empresarios más poderosos del país, la cúpula del poder político y dirigentes provinciales, fue por el 40º aniversario del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA). Una oportunidad única para que el Presidente recogiera calurosos elogios a su gestión por parte del establishment, y pudiera reiterar su pedido de enfrentar el futuro con una sonrisa.
La semana pasada De la Rúa compartió una noche de confraternidad con diputados de su bloque, en el boliche Buenos Aires News. Como si estuviera nuevamente en campaña, De la Rúa se encuentra en plan de volver a enamorar, tal como le recomienda su publicista de cabecera, Ramiro Agulla. Y esta vez le escapa a la muletilla del aburrido. �Me pareció excesivo que pusieran los bongó para subrayar la alegría con que debemos mirar el tiempo que nos toca�, bromeó el Presidente al subir al escenario que acababa de abandonar Volonté. Los 440 comensales respondieron a la humorada con un aplauso reconfortante. �Ya se está pareciendo a Menem�, le dijo por lo bajo un alto ejecutivo de Arcor a otro de Acindar, sentados a la par del cronista de Página/12.
Eran de los pocos empresarios nacionales, debido a la metamorfosis que sufrió IDEA en los últimos años. Las 350 compañías líderes son cada vez menos de origen nacional, y eso obligó a De la Rúa a corregirse sobre la marcha en su discurso para no parecer descortés. �Aquí están protagonistas de medio siglo del progreso argentino, algunos con 50 años de experiencia, otros con 40, otros con 30, otros más jóvenes, pero si juntamos a todos es la gran experiencia del empresariado argentino. Y también están otros que han llegado ahora, por efecto de la globalización, y su aporte es muy bienvenido�, subrayó.
Muchos, la mayoría, agradeció el gesto. Entre ellos, Carlos Masjoan (Telecom), Carlos Fernández Prida (Telefónica), Vicenzo Barello (Fiat), Carlos Fedrigotti (Citibank), Damien Lecadre (Aguas Argentinas), Horacio Achával (Wal Mart), William Adamson (Metrogas), Serafín Alvarez Tato (Siemens), Rafael Argüelles (Massalin Particulares), Carlos Bacher (TGN), Francisco Badía Vidal (Gas Natural BAN) y Mario Calafell Loza (Pan American Energy), entre otros. Repartidos en distintas mesas, estaban con ellos políticos como Aníbal Ibarra (uno de los más saludados), Felipe Solá, Jesús Rodríguez, Marcelo Muniagurria, Jorge Remes Lenicov, el procurador Nicolás Becerra y un único funcionario del menemismo, Jorge Campbell.
Esta vez De la Rúa no leyó su discurso. Prefirió tomar las palabras del presidente de IDEA, Jorge Aguado, primer orador de la noche, para improvisar. Dijo que ordenar las cuentas públicas es precondición para crecer, que el empresariado y el Gobierno deben trabajar juntos, que el Mercosur es una apuesta estratégica y que su administración buscará recuperar a las pymes y a las economías regionales. Pero las dos frases más comentadas por los empresarios fueron las siguientes:
�En todo el mundo, los gobernantes de los países desarrollados y de los países en desarrollo están en el mismo problema: la reducción del déficit fiscal. El propio Clinton empezó su gobierno combatiendo el déficit, y eso sentó las bases para que después el país pudiera crecer�, resaltó. en evidente comparación con su plan de gobierno.
�Todos los días me levanto con el peso y la angustia que para un gobernante significa que haya un 15 por ciento de desocupados y 10 millones de personas en estado de pobreza�, aseguró.
Al finalizar la cena, los empresarios hicieron fila para saludar a De la Rúa, felicitarlo y transmitirle buenos augurios. Fueron 20 minutos de relax para el Presidente, mientras Machinea, unos metros más allá, disfrutaba de la misma calidez. El último martes, ambos habían logrado terminar con sonrisas una reunión con el Grupo Productivo. Y anteanoche hubo otra sesión para ahuyentar las malas ondas.
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