LA CORTE SUPREMA TRABO EL JUICIO POR LA VERDAD EN BAHIA BLANCA
A veces la justicia no es suprema
Un día antes de la feria judicial, el máximo
tribunal dispuso que la Cámara Federal de Bahía Blanca remita todo
el expediente del Juicio por la Verdad a la Cámara de Casación Penal.
Se dispuso también la libertad del suboficial Santiago Cruciani,
detenido desde hace casi dos meses en Mendoza. Los militares festejaban
la decisión antes de que se conociera el contraataque de la Cámara
bahiense.
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Por Nora Veiras
La Corte
Suprema de Justicia les dio ayer un motivo de alegría a los militares:
le ordenó a la Cámara Federal de Bahía Blanca que
remita el expediente del Juicio por la Verdad a la Cámara de Casación
Penal. El objetivo es que en esa instancia se resuelva la queja de los
uniformados que cuestionan el proceso porque consideran que se los obliga
a declarar contra sí mismos. Casi en simultáneo, la Cámara
de Casación dispuso la libertad del suboficial Santiago Cruciani,
el torturador del centro clandestino La Escuelita de Bahía
Blanca, detenido por negarse a prestar testimonio. La cámara bahiense
decidió contraatacar de inmediato y anoche según comprobó
Página/12 planteó un conflicto de competencia ante
la Corte Suprema y exigió que se restituya la prisión de
Cruciani. Esa resolución opacó el júbilo que había
invadido el Edifico Libertador.
Desde fines del año pasado, el Ejército empezó a
plantear su inquietud por el desfile de militares citados
para dar testimonio en los juicios abiertos en distintas cámaras
federales para conocer el destino de los detenidos-desaparecidos. Amparados
en el evidente guiño del Ministerio de Defensa, los uniformados
se ocuparon de empezar a delinear una estrategia defensiva común.
El teniente coronel Julián Oscar Corres, quien había sido
detenido en Bahía Blanca, planteó ante Casación que
mientras se nos cita como testigos, después se pretende que
nos autoincriminemos, lo cual es violatorio del artículo 18 de
la Constitución. La sala IV de Casación, integrada
por Amelia Berraz de Vidal, Ana María Capolupo de Durañona
y Vedia y Gustavo Hornos pidió entonces la totalidad del expediente
a Bahía Blanca. El tribunal porteño apeló a la Corte
Suprema porque dicen que la Cámara bahiense lo desconoce como tribunal
de alzada y no le entregó toda la documentación requerida.
En una acordada extraordinaria, los seis ministros de la Corte Suprema
presentes el jueves, Julio Nazareno, Eduardo Moliné OConnor,
Augusto Belluscio, Carlos Fayt, Antonio Boggiano y Adolfo Vázquez
ordenaron a la Cámara de Bahía Blanca que cumpla con el
requerimiento de Casación. A escasas veinticuatro horas de iniciarse
la feria judicial, quedó en evidencia la intencionalidad política
del pronunciamiento en un detalle de procedimiento: Nazareno, el presidente
del cuerpo, le ordenó al secretario general de la Corte, Cristian
Abritta, que adelantara por fax la resolución teniendo en cuenta
que por la vía habitual de la bolsa de la Policía Federal
recién llegaría el lunes.
Allegados a la Cámara de Casación repetían ayer que
hasta ahora no hay ningún pronunciamiento sobre el fondo de la
cuestión que se empezará a analizar cuando reciban el expediente
porque esto es inédito. En el Ejército, en cambio,
mostraban su beneplácito por la resolución de la Corte.
Ahora van a tener que establecer un criterio único para tratarnos.
No puede ser que en Córdoba, por ejemplo, se detenga a los oficiales
y suboficiales que se niegan a declarar por 48 horas, fundándose
en el Código Penal, mientras en Bahía Blanca a Cruciani
se lo encarceló por tiempo indefinido usando como respaldo el Código
de Justicia Militar, detallaban los hombres cercanos al jefe del
Ejército, Ricardo Brinzoni, quien ya confesó sin medias
tintas que los juicios por la Verdad no son el mecanismo más
feliz y envió al secretario general de la fuerza, Eduardo
Alfonso a brindar su apoyo a los detenidos.
El fiscal de la Cámara Federal de Bahía Blanca, Hugo Cañón,
consideró que el jefe del Ejército, en lugar de aconsejar
a sus hombres a declarar lo que sepa, lo cual no implica autoincriminarse,
avala la decisión de no hablar una insolencia ante la Justicia
y manda al general Alfonso. Como dijo el presidente de la Cámara
de Bahía Blanca, Augusto Fernández, es como si frente a
la detención del ex juez Francisco Trovato, el titular de la Corte
hubiera ido a visitarlo a la cárcel. Eso sería un escándalo
pero lo hace el Ejército y no pasa nada. Practican un espíritu
de cuerpo al revés, en lugar de sacar a los elementos que contaminan,
encubren a losque cometen delitos. Cañón anticipó
a Página/12 que pedirá ante la Cámara la continuidad
del Juicio por la Verdad más allá de la decisión
que se plantee en torno al envío o no del expediente a Casación,
tal como dispuso la Corte Suprema.
El director ejecutivo del centro de Estudios Legales y Sociales (CELS),
Martín Abregú, señaló que Lo particularmente
grave es que se repita lo que ya hizo el gobierno radical de Raúl
Alfonsín: sostener que iba a dejar el tema militar en manos de
la justicia y por otro lado operar sobre los tribunales para obtener decisiones
judiciales que tranquilicen a las Fuerzas Armadas. Todo esto no puede
ocurrir sin la orden expresa o tácita del gobierno. Evidentemente,
acá no se trata de que la Corte intervenga para decidir en calidad
de qué se cita a los militares sino que interviene para solicitar
un expediente completo que sólo se explica para detener el avance
del juicio. En otras palabras satisfacer el deseo de los militares.
Con la tradición de haber sido el único tribunal que planteó
la inconstitucionalidad de la Ley de Obediencia Debida y los indultos,
los camaristas de Bahía Blanca se apresuraron a defender su competencia.
Con la firma de Ricardo Planes, Angel Argañaraz, Luis Cotten y
Haydee Fernández resolvieron plantear el conflicto de competencia
ante la Corte Suprema. Fundamentaron el escrito en la obra La Casación
Penal publicada por Fernando de la Rúa en 1994, a la sazón
el presidente de la Nación y comandante en jefe de las Fuerzas
Armadas. Al plantear que la Cámara de Casación no tiene
jurisdicción en la investigación abierta para conocer el
destino de los detenidos-desaparecidos, el tribunal bahiense está
obligando a la Corte Suprema a pronunciarse sobre la competencia. Se habilita
así otra instancia que dejaría en suspenso la participación
de la sala IV de Casación en el expediente hasta tanto falle el
máximo tribunal.
La airada respuesta de los camaristas bahienses desmiente en sus fundamentos
que se hayan negado a remitirle las fotocopias de las piezas procesales
de las causas requeridas necesarias para poder resolver el recurso
y aclara que la Corte Suprema de Justicia sin pronunciarse sobre
la competencia y el fondo del asunto, ordenó la remisión
de todos los originales lo que esta Cámara Federal dispuso
de inmediato.
La orden de liberación de Cruciani dispuesta por la Cámara
de Casación también fue severamente cuestionada por Bahía
Blanca y exigieron que continúe en prisión. Defendido por
el abogado Jorge Suter, ex juez en Bahía Blanca durante la última
dictadura militar, al torturador Cruciani sólo le interesó
la nota que recibió el director del Hospital Militar de Mendoza
que ordenó su liberación.
Los quince días de feria judicial serán el escenario donde
los militares se ocuparán de seguir ejerciendo su desenfadado poder
de lobby ante jueces y funcionarios. Mientras tanto, la verdad sigue entrampada.
PIDEN ESCRACHE INSTITUCIONAL
Persona no grata
Por
Mónica Gutiérrez
Desde Córdoba
El primer detenido por falso
testimonio en las causas por la verdad histórica en Córdoba
podría ser declarado persona no grata en su ciudad
de residencia si prospera el pedido que el diputado nacional Atilio
Tazzioli realizó personalmente a las autoridades de Cosquín.
Se trata del ex cabo Miguel Angel Pérez, asesino confeso del
estudiante de periodismo Raúl Bauducco, preso durante 1976 en
la Penitenciaría 1 a disposición del Tercer Cuerpo de
Ejército, quien declaró a fines de abril ante la jueza
federal Cristina Garzón de Lascano.
Ante la magistrada, Pérez admitió haber disparado en la
cabeza de Bauducco aunque no quiso reconocer con nombre y apellido al
oficial que le había dado la orden. Dejó a salvo la figura
de Bauducco al revertir la versión oficial sobre su muerte: el
detenido nunca había intentado resistirse ni arrebatarle el arma
por el contrario, estaba casi inconsciente y había sido cruelmente
torturado.
Esgrimió en su defensa que desconocía que el arma
estaba cargada, razón por la que estuvo a punto de ser
procesado por falso testimonio. Con todo, Pérez está a
salvo gracias a la ley de Obediencia Debida.
A partir de esa declaración los vecinos de Cosquín, lugar
donde reside, comenzaron a enterarse del pasado del ex cabo, quien paseaba
su figura pequeña y cabizbaja trabajando como fotógrafo
y productor televisivo.
Ayer Tazzioli se llegó hasta la Municipalidad de Cosquín
donde fue recibido por el intendente Carlos Bustos. El diputado le solicitó
por escrito que declare persona no grata al cabo Pérez
y que la comuna le retire el aporte económico que en forma de
pauta publicitaria le brinda a su productora de televisión. En
su solicitud, Tazzioli recuerda los testimonios de personal y de ex
detenidos que dan cuenta del sadismo que exhibía Pérez.
Hace tres meses, Pérez estuvo detenido durante 48 horas en la
alcaidía de Tribunales Federales por orden de Garzón de
Lascano, pero la acusación de falso testimonio fue desestimada
por el fiscal Carlos Torres. Volvió a la libertad, pero no a
su vida de antes: desde entonces, vecinos y comerciantes de la ciudad
serrana ya saben de quién se trata.
OPINION
Por Horacio Verbitsky
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El
regreso del doble discurso
La
respuesta de la Cámara Federal de Bahía Blanca al
rechazar las intimaciones de la Corte Suprema de Justicia y de la
Cámara Nacional de Casación, colocan un mínimo
de racionalidad jurídica y de decoro institucional en un
asunto que el Ejército y el gobierno han politizado al máximo.
Los periodistas no se enteraron en tribunales de la orden de la
Corte sino por las eufóricas comunicaciones de los voceros
militares y esto ya basta para caracterizar la situación.
Tanto la Corte como la Cámara de Casación han actuado
de un modo arbitrario y prepotente. La Corte ordenó al tribunal
de Bahía Blanca la remisión de todo el expediente
(de unas 15.000 fojas) para que la Cámara de Casación
entienda en el simple recurso de un coronel que considera afectados
sus derechos constitucionales.
Pero la Cámara bonaerense ya había enviado al tribunal
de Casación fotocopias de todo el expediente. El único
propósito de la Corte ha sido entonces paralizar las audiencias
del juicio por la verdad. Esto es inadmisible y escandaloso y responde
a un plan que el gobierno había anunciado mediante trascendidos.
La Cámara de Casación, a la que hasta ahora nadie
le ha atribuido competencia en el caso, ha dispuesto la libertad
de un suboficial torturador.
Es discutible si el teniente coronel Corres, alias Laucha, debe
ser obligado a declarar bajo juramento sobre hechos propios que
podrían autoincriminarlo. También es legítimo
opinar sobre la constitucionalidad o no del artículo del
Código de Justicia Militar que para asegurar la disciplina
castrense permite detener por tiempo indefinido al suboficial Cruciani,
alias Tío, porque se niega a responder hasta cómo
se llama.
Lo que no puede aceptarse bajo ningún concepto es esta operación
comando, impulsada por el Ejército y apañada por el
gobierno, para interrumpir un juicio cuya realización es
un compromiso asumido voluntariamente por el Estado nacional ante
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización
de Estados Americanos. A tal punto esto tiene más que ver
con la doctrina de la Seguridad Nacional que con el estado de derecho
que la resolución fue ocultada incluso a uno de los jueces
de la Corte. Si la prensa supo de lo decidido a través del
Ejército, el ministro de la Corte Enrique Petracchi se enteró
de lo ya resuelto por sus colegas a raíz de una consulta
periodística.
El Poder Ejecutivo ha asumido sin beneficio de inventario al puñado
de sabandijas con que el gobierno anterior copó la Corte
Suprema. El argumento era que hasta las elecciones del año
próximo no tendría fuerza en el Congreso para removerlos
por juicio político. Pero ahora, además de tolerarlos
se sirve de ellos, y los suplementa con sus propios incondicionales.
Era previsible: lo único que ha cambiado es el gobierno.
Como tratadista, Fernando de la Rúa escribió que la
Cámara de Casación no era competente en los juicios
por la guerra sucia, que correspondían a las Cámaras
Federales. Cómo presidente avala la estrategia castrense
de servirse de la Casación para frenar los juicios por la
verdad. Suena familiar.
Luego de diez años de estridente sinceridad menemista está
de vuelta el doble discurso que condujo a la bancarrota del anterior
gobierno radical. ¿Por qué habría de resultar
mejor ahora que entonces?
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