OPINION
Ultimo tren al desarrollo
Por Julio Nudler
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No existe razón alguna para que la gente quiera tener una computadora
en su casa. Ken Olson, presidente y fundador de Digital Equipment,
1977. 640K deben bastar para cualquiera. Bill Gates, 1981.
Pienso que hay un mercado mundial para no más de cinco
computadoras. Thomas Watson, presidente de IBM, 1943. Las
computadoras en el futuro llegarán a pesar no más de
una tonelada y media. Mecánica Popular, 1949. Todo
lo que podría inventarse ya ha sido inventado. Charles
Duell, Oficina estadounidense de Patentes, 1889. He viajado
por todo este país y hablado con su gente, y le puedo asegurar
que la informática no sobrevivirá a este año.
El editor a cargo de Business Books de Prentice Hall, 1957.
Estas citas sobre la imprevisibilidad amenizan el ingreso a sucesivos
capítulos de un grueso estudio sobre La revolución
de las tecnologías de la informática y la comunicación
(TIC) en Argentina, cuyo acuciante planteo puede resumirse así:
la historia del país hizo que la Argentina no haya participado
de las grandes oleadas de crecimiento de la prosperidad que aprovecharon
muchos otros países en las últimas décadas. Esta
nueva oleada, de la mano de las TIC, presenta para el país
la oportunidad de explotar su potencial para acelerar su desarrollo
y superar décadas de retraso. Sin embargo, también representa
la amenaza de aumentar el retraso relativo de la sociedad argentina
si el país también pierde este tren.
El trabajo de 130 páginas, realizado por Ieral, instituto de
estudios de Fundación Mediterránea, y dirigido por Gabriel
Casaburi y Guillermo Mondino, traza un diagnóstico y recomienda
el urgente lanzamiento de una Iniciativa Nacional Informática.
Estos son algunos de sus puntos salientes:
El sector TIC no es un
sector más de la economía. Su rasgo distintivo es la
capacidad de transformar a todo el resto de las actividades económicas,
y aun las sociales y políticas.
Argentina está participando
en estos cambios, pero de manera reactiva, con áreas y sectores
dinámicos y otros que todavía están muy lejos
de las mejores prácticas mundiales.
El nuevo gobierno ha dado
varias señales de comprender la magnitud del desafío,
pero aún no emprendió acciones de política concretas.
Nuestra primera aproximación
al estudio de las TIC en la Argentina estuvo muy influida por la idea
de detectar aquellos nichos en los cuales el país tuviese ventajas
para especializarse y producir para el mundo. ¿Software en
español para Hispanoamérica? ¿Líderes
en contenidos en castellano para Internet? Sin embargo, rápidamente
quedó claro que la relevancia del sector para el país
tiene aspectos mucho más ricos que el de encontrar un nuevo
nicho para nuestras exportaciones. Se trata más bien de ver
a las TIC como una nueva herramienta con el potencial de aumentar
la productividad de todo el resto de la economía argentina.
No se trata de elegir un
subsector (pick a winner) dentro del amplio mundo de las TIC para
que la Argentina se especialice, sino aplicar todas las medidas posibles
para la más amplia y rápida difusión de estas
tecnologías en el país.
Estas son las recomendaciones de política:
Antes de cualquier política
específica, es esencial para el desarrollo de este sector,
que puede operar desde cualquier parte, que el país presente
un buen clima de negocios. Es además necesaria
la protección efectiva de los derechos de propiedad intelectual
(sin los cuales Bill Gates no podría ni haber empezado).
El carácter de las
políticas aplicadas difiere por países. Dos casos opuestos
son los de Estados Unidos e Israel. En la Unión el boom del
sector TIC tuvo un desarrollo bastante autónomo, conducido
por el mercado. En Israel, en cambio, la acción del Estado
ha sido crucial.
La mayor parte de los países
que tienen un sector TIC pujante poseen algo parecido a un plan nacional
de TIC o bien una repartición pública derango ministerial
dedicada especialmente al sector. Uno de sus objetivos es crear demanda
para lo que las TIC tienen para ofrecer y asegurar la mayor inclusión
social posible en esta nueva ola transformadora. Un segundo
propósito es coordinar a todas las áreas gubernamentales
que pueden influir en las políticas del sector. Otro es la
promoción, llevando conectividad a bibliotecas y colegios,
subsidiando iniciativas privadas de punta, etc.
La Argentina debería
lanzar a la brevedad una Iniciativa Nacional Informática (INI),
que contemple al menos esos tres objetivos. Es fundamental actuar
con rapidez. La iniciativa debería ubicarse a nivel de la presidencia
de la Nación o la vicepresidencia.
El foco de la iniciativa
no debería ser la asignación de fondos públicos
al estilo de los planes de conexión masiva a la red
de Singapur (que tiene un presupuesto de mil millones de dólares
para un país de menos de 3 millones de habitantes). No sólo
es desaconsejable por la restricción presupuestaria, sino que
además el nivel de incertidumbre que todavía rodea al
desarrollo del sector es un llamado a la prudencia en el gasto.
Para el cumplimiento de
los primeros dos objetivos mencionados se necesita mucha más
inteligencia y voluntad política que recursos fiscales.
La Argentina tiene una
penetración de Internet entre su población aceptable
por su nivel de ingreso per cápita. No existe el pretendido
gran retraso nacional. Sin embargo, estamos muy lejos del nivel de
conectividad de países más avanzados.
Como el costo de una computadora
en el país supera al salario promedio de los argentinos no
es difícil entender por qué hay grandes sectores de
población que no están ni cerca de acceder a la red.
Aunque los costos telefónicos y de acceso fueran cero, el hardware
y el software seguirían siendo una barrera importante. Para
atacar este problema es importante mantener el costo del hardware
lo más bajo posible. Hoy los componentes de una PC pagan aranceles
de entre 0 y 15 por ciento, mientras que una PC armada paga 14 por
ciento. La Argentina tenía 0 por ciento de arancel antes, pero
pactó en el Mercosur un arancel ascendente. Como no producimos
computadoras, sólo se trata de un subsidio a los poco eficientes
ensambladores brasileños.
El foco en el acceso individual
(una familia = una computadora) dejaría fuera a millones de
familias de bajos ingresos, incluso si se consiguieran los costos
más bajos del planeta. La solución pasa por el fomento
al acceso colectivo en escuelas, bibliotecas, centros comunitarios,
etc.
El comercio electrónico
está viviendo un veloz desarrollo en la Argentina. Aunque lo
más visible es el e-commerce minorista, el mayor impacto sobre
la economía lo tendrá el comercio electrónico
entre empresas. No existen barreras para su desarrollo en el país,
y una primera recomendación es que no se implanten nuevas regulaciones
ni impuestos.
Los problemas de seguridad
en Internet limitan su crecimiento, por la gran difusión en
el país del fraude con tarjetas de crédito. Sin embargo,
la adopción de la firma digital, tal cual se está planteando
en el proyecto argentino, es muy compleja y engorrosa, y no se usa
en general en otros países. Lo relevante es que se ajusten
los mecanismos por los que se previene y castiga el fraude con tarjeta.
En la Argentina hay escasez
de programadores y de talentos para el área de contenidos en
Internet. Se debe asegurar que las universidades cuenten con recursos
humanos y tecnológicos de última generación,
para no formar capital humano que está obsoleto al minuto mismo
de recibir su título. |
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