![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
Por Irina Hauser ![]() Levene había sido designado ministro de la Corte en 1975, una suerte interrumpida por el golpe de 1976. Su retorno en 1990, que lo puso en el cargo de presidente del cuerpo pocos días después de que el Congreso aprobara la multiplicación a nueve de los ministros supremos, intentó ser una especie de desagravio a la Justicia derruida por los militares. Su nombre había surgido en una reunión entre Raúl Granillo Ocampo, Eduardo Bauzá y Eduardo Menem, relata Horacio Verbitsky en Hacer la Corte. En el mismo libro cuenta que además de haber sido autor del Código Procesal Penal que incluía la posibilidad de declaración espontánea ante la policía (un equivalente a legitimar la tortura de los detenidos), una enemistad histórica llevó a que el ex titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy, desempolvara documentación que desnudaba que Levene había sido asesor de inteligencia bajo la Revolución Libertadora. Al frente de la Corte, cuando caminaba con un bastón y apenas le alcanzaba la fuerza para firmar resoluciones, Levene protagonizó algunas de las acordadas más escandalosas del tribunal, como aquella en la que intervino con el instrumento del per saltum, en la privatización de Aerolíneas Argentinas. A él le tocó conducir la pesquisa del atentado a la Embajada de Israel, ocurrido el 17 de marzo de 1992. Le llovieron severos cuestionamientos por no haber hecho nada, especialmente de parte del ex titular de la DAIA, Rubén Beraja, y del embajador de Israel, Yitzahk Avirán. Sin embargo, sus compañeros lo respaldaron para que no abandonara. Su renuncia a la Corte venía anunciada desde 1993, y era parte de los trueques no escritos del pacto que sellaron Menem y el ex presidente Raúl Alfonsín para reformar la Constitución nacional. De los tres lugares que cedería el menemismo en el tribunal, los primeros en retirarse fueron Rodolfo Barra, luego ministro de Justicia, y Mariano Cavagna Martínez. Levene quería esperar, decía, para demostrar que no eludía responsabilidades, hasta que se archivara el pedido de juicio político a todos los supremos por el extravío de una sentencia que perjudicaba al Banco Central. Finalmente renunció en noviembre de 1995. Fue a verlo a Menem, sostenido por el ministro Barra. Para la posteridad, Levene (h) donó al Estado hace nueve años su casa y su biblioteca. Con el tiempo, sus seguidores intentaron destacar que, al diseñar la reforma procesal de Capital Federal (también fue autor de los códigos procesales de varias provincias) había incluido los esperados procesos orales. Ayer falleció a raíz de un paro cardíaco y sus restos eran velados en su domicilio, en Pacheco de Melo 2134, Capital Federal.
|