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Nuestra intención no fue destruirlo, sino escracharlo, explicó Guillermo Loruso, un ex detenido-desaparecido de la dictadura, que participó de la batahola del jueves a la noche, cuando lo que había empezado como un escrache más terminó con un ex represor ensangrentado y refugiado en el baño y la policía intentando protegerlo. Todo empezó cuando un grupo de manifestantes se encontró en un bar con Juan Simón, alias el Turco Julián, un ex torturador de la Policía Federal que actuó en los centros clandestinos de detención El Olimpo y Club Atlético. Vayan a preguntarle lo que quieran al Tío Sam, provocó Simón, al escuchar los primeros gritos de Asesino y Torturador. Los militantes, enfurecidos, respondieron con golpes. El episodio puede repetirse. Por esa razón, Página/12 consultó a varias personas ligadas a la política y los derechos humanos, que opinaron acerca de la paliza que recibió el Turco Julián y analizaron cuál debe ser la reacción ante futuros encuentros con los represores de la dictadura. Guillermo Loruso, uno de los agresores del ex torturador del Club Atlético, remarcó que los golpes fueron absolutamente medidos, de otra manera lo hubiéramos destrozado, y ésa no fue la intención. En el mismo sentido, el profesor universitario Atilio Borón destacó el autocontrol que mantuvieron los manifestantes: ¿Cómo fue que este personaje no fue linchado? Eso habla muy bien de la gente, actuaron con serenidad. En otro país podría haber terminado peor. Hebe de Bonafini fue muy clara. Hay que romperles el culo a patadas, señaló a Página/12. La reacción de los pibes estuvo bien. Nosotros también tenemos que defendernos de ellos, explicó. Ella no dudó en festejar la paliza sufrida por Simón. Es más, a partir de ahora recordará cada 13 de julio. La presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo les dedicó también una frase a los ex represores que gozan de libertad gracias a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y al indulto: Tienen que saber que no pueden estar libremente en la calle. Los integrantes de HIJOS, en tanto, reconocieron que nunca habían estado tan cerca de un personaje como el Turco Julián. Fue muy fuerte para todos nosotros. Es un tipo que no se garantiza por el perfil bajo. Hablaba de una manera provocadora, recordó ayer Florencia Gemetro. Para ella, estos episodios demuestran que la impunidad es una realidad. El tipo estaba ahí totalmente desguarnecido. La gente tomó la decisión de no ir más allá. Porque nosotros somos distintos de ellos. Nuestro objetivo es meterlos en cana. Para eso necesitamos la condena social, señaló Gemetro. Nosotros nunca hemos pedido venganza. Siempre hemos pedido verdad y justicia, explicó ayer Mauricio Eisen, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Estos torturadores confesos, que hacen ostentación de su valentía por haber torturado y asesinado a seres indefensos, se merecen la repulsa de todos los ciudadanos, aseveró. En relación con la paliza sufrida por el Turco Julián, Eisen consideró que las personas que fueron torturadas actuaron en forma individual. No criticamos a la gente que resolvió las cosas de esa manera. Aunque después enfatizó que nosotros jamás hemos reclamado venganza. El diputado nacional Alfredo Bravo calificó la actitud del ex represor como una provocación y, además, justificó la agresión de la gente. La reacción se justifica, es natural. Frente a un hombre que por televisión hizo una apología de la tortura, afirmó. Por otra parte, el legislador electo Patricio Echegaray, quien formó parte del grupo de manifestantes que se enfrentó con el ex represor, acusó al Turco Julián de realizar un gesto de provocación, pero aclaró que Izquierda Unida de ninguna manera está a favor de la justicia de mano propia.
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