En un fallo histórico, un tribunal de Miami condenó a
la industria tabacalera estadounidense al pago de más de 145 mil
millones de dólares como multa por los daños a la salud provocados
por los cigarrillos. La demanda fue entablada por 700 mil habitantes de
La Florida contra cinco representantes de la industria, entre ellas las
tres cabezas que se reparten la mayor parte del mercado: Philip Morris;
R.J. Reynolds Tobacco; Brown & Williamson, subsidiaria de la British
American Tobacco Plc.; Lorillard Tobacco Co., dependiente de Loews Corp,
y la más antigua de Estados Unidos; y un pequeño fabricante
de cigarrillos, Liggett. Además, comparten la condena dos grupos
fundados por la industria: el Consejo de Investigación del Tabaco
y el Instituto del Tabaco. La multa impuesta por el jurado es una cifra
record en condenas por daño civil. Las empresas anunciaron que apelarán
el caso, que se originó hace dos años.
El monto de la multa es de 146.820.278.339 dólares, y se acerca al
pedido máximo del abogado de los demandantes, Stanley Rosenblatt.
El letrado argumentó durante el juicio que entre un mínimo
de 123 mil millones y un máximo de 196 mil millones, una cifra justa
serían 154 mil millones. Ayer, el juez Robert Paul Kaye, del
estado de La Florida, leyó en voz alta el veredicto al que llegaron
los seis miembros del jurado, tras cinco horas de deliberaciones.
El juicio fue conocido como Caso Engle, apellido del médico pediatra
que promovió la causa hace más de dos años después
de comprobar que sufría enfisema pulmonar por el cigarrillo, y durante
el proceso convocó a 157 testigos.
Ya en 1969, la avanzada contra el cigarrillo había logrado que los
fabricantes tuvieran que aplicar a los atados la leyenda de advertencia:
Fumar es perjudicial para la salud. Pero en 1992, la Corte Suprema
determinó que la advertencia en las marquillas no eximía a
las empresas a enfrentar demandas civiles.
La demanda que en este caso llevó adelante el abogado Rosenblatt
se basó en investigaciones científicas
que relacionaban el fumar con enfermedades como cáncer y enfisema.
El proceso se inició formalmente en octubre del 98, después
de tres meses de búsqueda de un jurado imparcial. Al inicio del juicio
Rosenblatt sostuvo que las compañías de tabaco están
matando a la humanidad, mientras que los abogados de las empresas
demandadas argumentaban que las personas son conscientes de los riesgos
que representa fumar para la salud, y deberían ser responsables por
su elección. Además de las investigaciones científicas,
la acusación se montó en la confesión de las mismas
empresas, que reconocieron que el cigarrillo genera adicción (ver
aparte). Finalmente, ayer, se cerró el primer capítulo: la
líder del mercado mundial, Philip Morris, productora de Marlboro,
deberá pagar 73.960 millones de dólares; R.J. Reynolds Tobacco,
fabricante de Camel, fue condenada a pagar 36.280 millones. La número
tres de Estados Unidos, Brown & Williamson, 17.590 millones. Lorillard
Tobacco Co. 16.250 millones. La Liggett, 790 millones. El Consejo de Investigación
del Tabaco, 1950 millones, y el Instituto del Tabaco, 278.339 dólares.
De todos modos, Dan Webb, abogado de la compañía Philip Morris,
consideró que la decisión del jurado no tendrá
un impacto práctico ya que se va a apelar y en caso de que el fallo
se confirme tendrían que pasar décadas para se pague algún
monto. Poco después, Daniel Donahue, vicepresidente de R.J.
Reynolds, sostuvo que el monto de las sanciones es irreal y tiene
buenas posibilidades de ser revertido. Para Donahue, la demanda colectiva
tiene poco asidero en las cortes y será el eje de la apelación.
Ayer, la sentencia tomó estado público una hora antes del
cierre de la rueda de Wall Street, pero no pareció impactar en el
tablero de las acciones. Las tabacaleras perdieron escasos puntos en sus
valores. Según los expertos, se especulaba con que la apelación
sería favorable a las empresas. En Florida, una ley exime a las empresas
a pagar condenas que las lleven a la quiebra y obliga a reducir los montos.
Entretanto, al finalizar el juicio, Rosenblatt sostuvo que las tabacaleras
siguen comportándose de una manera altanera y arrogante. Este caso
no era sobre dinero, sino por justicia para los miles de fumadores que murieron
a causa de un producto defectuoso.
A favor
y en contra
En abril del 94, siete representantes de la industria del tabaco
afirmaban ante el Congreso de Estados Unidos que el consumo de cigarrillos
no generaba riesgos de dependencia. Pero, un mes después, Mississippi
se transformaba en el primer estado en presentar una querella contra
las tabacaleras: el reclamo se sostenía en los gastos que demandaba
a la salud el cuidado de los fumadores.
En el mismo estado de Florida, los fallos judiciales se transformaron
en un tema controvertido. En junio del 98, familiares de Roland
Maddox, un fumador que falleció de cáncer de pulmón
lograron que un jurado condenara a Brown & Williamson Tobacco
Corp. a pagar 950 mil dólares. Maddox fumaba dos atados de
Lucky Strike por día. Pero quince días después,
y también en Florida, Grady Carter, que había ganado
en primera instancia 750 mil dólares a la American Tobacco,
recibió un fallo en contra cuando el tribunal de alzada decidió
que el etiquetado de advertencia eximía cualquier reclamo posterior. |
La confesión de
las empresas
Una de las principales pruebas utilizadas por Stanley
Rosenblatt fue el reconocimiento de las mismas empresas de que
el cigarrillo genera adicción. La primera fue Liggett,
en marzo del 97. Al año siguiente, durante una demanda
entablada en California, salieron a la luz documentos de la R.
J. Reynolds, de 1974, en la que establecía planes de comercialización
para recuperar posiciones en el mercado.
La Reynolds había quedado relegada al tercer lugar y se
propuso tener una política de publicidad agresiva en la
franja adolescente. Cuando ese grupo de 14 a 24 años
madure, representará una porción crucial en el volumen
total de cigarrillos, sostenía uno de los estudios.
El plan tuvo éxito, porque Reynolds hoy está ubicada
en segundo lugar. En octubre del año pasado, la mayor tabacalera
del mundo, Philip Morris, lanzaba a través de Internet
su propia confesión: Hay un abrumador consenso médico
y científico en que fumar provoca cáncer de pulmón,
enfermedades coronarias, enfisema y otras graves dolencias. Los
fumadores tienen muchas más posibilidades de desarrollar
esas enfermedades que los no fumadores.
La confesión no era estrictamente un mea culpa. Se inscribió
en el tire y afloje entre el gobierno de Bill Clinton y las tabacaleras,
que finalmente se comprometieron a pagar 206 mil millones de dólares
a 46 estados, en un período de 25 años. Las empresas
suponían que el acuerdo cerraría la puerta a nuevos
juicios.
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