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Las negociaciones parecen serias; las concesiones suenan palpables; la cumbre tiene pinta de trascendental. Quizás por todas o algunas de estas impresiones, los cimbronazos de los sectores duros, tanto palestinos como israelíes, están a la orden del día tanto frente a la residencia presidencial norteamericana de Camp David como en Israel. En lo que sería la novedad del día en materia de concesiones, fuentes israelíes aseguraron que su país ofrecería una sustancial donación a un cuerpo internacional de ayuda humanitaria para los refugiados palestinos y que incluso se les otorgaría derechos de regreso a Israel. Las delegaciones de ambas partes ya mantienen fluidas reuniones para tratar los temas específicos y el presidente norteamericano, Bill Clinton, presidió personalmente los encuentros entre el premier israelí, Ehud Barak, y el líder palestino, Yasser Arafat. El martes, Clinton debería viajar a Japón, pero las negociaciones seguirían igual. Claro que no con el mismo ritmo, dadas los días religiosos que tienen en este fin de semana israelíes y palestinos. Los refugiados palestinos son aproximadamente 3,7 millones de personas, y corresponden a quienes debieron huir del territorio que ocupaban durante la guerra de 1948, el año en que nació el Estado de Israel, y durante la de 1967, cuando Israel se anexó los territorios de Cisjordania, Gaza y las Alturas sirias del Golán. Ellos, y sus descendientes, podrán volver siempre y cuando tengan familiares dentro de Israel, aclaró una fuente israelí que pidió el anonimato. Otras fuentes indicaron que Barak sólo hará estas concesiones si Arafat acepta una cláusula en la que se dice que no habrá más reclamos sobre el tema. Y agregaron que el premier israelí ampliaría esta fórmula al resto de los puntos conflictivos para alcanzar la paz. Es que el tema de los refugiados es sólo uno de los puntos delicados sobre los cuales Barak, antes de subirse al avión que lo dejaría en Estados Unidos, había jurado y perjurado que no iría a ceder bajo la imagen de las líneas rojas. Respecto de que no se aceptaría el reclamo de los palestinos sobre una Jerusalén como capital de su hipotético Estado, anteayer ya se filtró que existiría la posibilidad de ceder la autoridad municipal del sector árabe de la ciudad a ese Estado palestino. En las otras dos líneas rojas, el rechazo israelí a la presencia militar palestina en el valle del río Jordán y la no cesión de los territorios ocupados por colonias judías, desde Israel mismo parece que hay novedades: hay topadoras barriendo zonas cercanas a colonias judías en Gaza y el servicio secreto israelí admite que existiría algo así como la matriz de un Primer Cuerpo de Ejército del Estado Palestino en Ramallah, donde está la provisoria sede gubernamental de la Autoridad Palestina. Todo esto prefigura un panorama sombrío para todo el espectro político israelí que se ubica a la derecha de Barak. El partido nacionalista Unión Nacional, fundado por Beni Begin (nada menos que el hijo de quien ya firmó una paz en Camp David en 1978, el ex premier Menahem Begin), presentó una nueva moción de censura contra el gobierno de Barak, que hace sólo cinco días soportó con éxito una medida similar. Por su parte, el diputado del Likud (el partido que presentó esa moción el lunes) Dani Naveh pidió que Barak volviera inmediatamente a Israel para que explicara por qué está cediendo tanto. Su compañera de partido, la diputada Limor Livnat, visitó el centro de prensa en Camp David para clamar que no construiremos otro Muro de Berlín dentro de Jerusalén, esto es algo que Israel no aceptará, tras lo cual los encargados de seguridad norteamericanos la expulsaron del recinto. La tensión ante este nuevo y casi sorprendente panorama (la cumbre estuvo precedida por los llamados de Arafat a proclamar como sea un Estado palestino y la renovada crisis de gobierno de Barak) estará en las calles de Tel Aviv durante este fin de semana. El domingo, en la plaza Yithzak Rabin, la derecha espera reunir más de 150.000 personas, entre ellasmuchos colonos y militares retirados que están en las afueras de la ciudad en huelga de hambre, para protestar contra Barak. La izquierda y los pacifistas contraatacarán con otra movilización que llevará por lema el mismo que alguna vez lanzó la organización Paz Ahora a Menahem Begin en 1978: Vete en paz y vuelve con la paz. Mientras tanto, las tensiones del lado palestino, por ahora, las intenta resolver Estados Unidos. Cuatro dirigentes palestinos querían hablar con Arafat y con Clinton para exponer sus diferencias respecto del acuerdo que estaría en marcha. Pero fue la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, quien los recibió y no en Camp David sino en Emmitsburg, cerca de allí. Esto no lo aceptamos, gritó Tayseer Khaled, líder del Frente de Liberación Palestino, quien se negó a hablar con Albright. Queremos mantener el buen clima, respondió el portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart. Como dentro de Camp David se había producido un choque accidental de dos vehículos que transportaban a las delegaciones que trabajan en el lugar, un periodista levantó la suspicacia de que tan buen clima no había. Mire, eran delegaciones del mismo bando, respondió Lockhart, negándose rotundamente a decir si eran palestinas o israelíes. Todo sea para mantener la buena onda.
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