Por Elio Brat
Desde Tel Aviv
�La izquierda israelí es débil porque el proletariado apoya a la derecha nacionalista y chauvinista.� Con estas pocas palabras, el escritor y periodista israelí Uri Avnery logra explicar por qué el premier israelí Ehud Barak acudió a la decisiva cumbre de paz de Camp David con su coalición en ruinas. Como uno de los dirigentes más activos del movimiento pacifista Gush Shalom (Bloque de la Paz), Avnery conoce el problema desde adentro. Su carrera también le dio la oportunidad de entender el dilema del palestino Yasser Arafat, quien debe enfrentarse �al partido islámico Hamas, su verdadera oposición; sus demás rivales casi no existen�. Avnery espera que Israel firme la paz con Siria y considera que la diferencia sobre el lago Tiberíades �es una tontería�. Pero enfatiza que �Siria es un país dividido entre ciudades, entre grupos tribales y castas religiosas, la democracia podría causar una guerra civil como en el Líbano�. Pero �al final, la paz con Siria es secundaria. Lo importante ahora es llegar a una paz definitiva con los palestinos. Si no, estallará la guerra�.
�Usted aquí es considerado un hombre de izquierda. ¿Existe la izquierda en Israel? ¿A quiénes incluye?
�El término �izquierda� en Israel es muy difuso. Porque aquí se acepta ideológicamente de izquierda a gente que no tiene nada que ver con lo que se reconoce como tal en Europa, América y hasta me imagino también en Argentina. La ubicación política no tiene nada que ver con elementos ni posiciones sociales. Izquierda en Israel es un tipo que quiere hacer la paz. A mí, por ejemplo, toda la vida me llamaron de extrema izquierda, tomando en cuenta que para los medios europeos y argentinos no paso de ser un socialdemócrata. Pero aquí me llamaron extremista porque desde el momento de la gestación del Estado de Israel en 1948 estuve a favor de la formación de un Estado palestino al lado de Israel.
�Pero no me contesta quiénes son o no de izquierda en su país...
�La izquierda social es una cosa y la izquierda por la paz es otra. En Israel, estas dos �izquierdas� están muy lejos una de la otra. Uno de los hechos más elocuentes y extraños es ver que el movimiento por la paz esté compuesto por los estratos superiores de la sociedad israelí, que es ashkenazi, es decir los judíos que son de origen europeo, laicos, pertenecientes a las clases más acomodadas. Para darse cuenta de eso no se necesitan encuestas públicas. Sólo hay que ir a las manifestaciones por la paz, como por ejemplo el día que murió (el premier Yitzhak) Rabin, donde de las 120 mil personas que asistieron sólo unas 120 llevaban kipá en sus cabezas, o sea que eran religiosos. Y los que externamente tenían rasgos judeo-orientales no pasaban de los 200.
�¿Cómo está formado el proletariado israelí?
�Hay unos cuantos cientos de miles de obreros extranjeros, ilegales, sin el más mínimo derecho social. También unos 150 mil palestinos de los territorios ocupados, quienes tampoco tienen el más mínimo derecho ni defensas sociales ni sindicales. Y después otros cientos de miles de obreros árabe-israelíes, o que son ciudadanos israelíes, que también tienen muchas dificultades por sus derechos. Lo que queda son muchos obreros judíos de origen oriental, venidos de los países islámicos, que son el sector más nacionalista en Israel. ¿Por qué es así? No es sólo una problemática israelí, ya que pienso que todos los países que tienen un origen colonialista, donde existe una minoría explotada y otra dominante, las capas sociales más bajas del pueblo son las más chauvinistas y nacionalistas. Así es en Alemania y en los Estados Unidos y supongo que en Argentina. En Israel casi no existe una izquierda que luche por una mayorigualdad y por un mundo socialmente más justo. Es que el proletariado que podría apoyarla vota a la derecha. Y a la derecha no les importa más que para que los voten, dejando de lado todo lo social.
�¿Existe entonces una izquierda que lucha por la paz y que es realmente una vanguardia en el sentido social?
�Aquí también nos hacemos ese cuestionamiento, ya que en los últimos años esa izquierda se ha debilitado. Paradójicamente, eso ocurre mientras Israel marcha a paso seguro hacia la paz en la región, que puede surgir este año o el próximo. Quizás habrá una guerra en el medio, pero en los hechos estamos marchando hacia la paz. Porque hace 20 o 30 años, cuando alguien como yo decía que existe un pueblo palestino y que hay que hacer la paz con ellos, me decían que estaba loco porque los palestinos no existían como identidad. Hoy en Israel no existe un solo hombre o mujer que niegue la existencia del pueblo palestino. Yo también pienso que hoy hay una mayoría que está dispuesta a la creación de un Estado palestino.
�Sea cual fuere el resultado de las conversaciones en Camp David, ¿usted apoyará la declaración de un Estado palestino el próximo 13 de septiembre, si es que Arafat cumple con lo que prometió?
�Ciento por ciento. Hace un año reuní firmas de 700 israelíes destacados en el mundo de las letras, académicos, escritores, en apoyo del derecho del pueblo palestino a formar su Estado. Y yo lo apoyo porque pienso que es la base de cualquier acuerdo de paz, de todo acuerdo de paz.
�¿Cómo analiza la retirada israelí del Líbano?
�Fue un triunfo del Hezbollah. Israel se retiró del Líbano por las bajas muy altas que le infligió. Eso influyó muchísimo en el mundo palestino, ya que ellos dicen que si Israel sólo retrocedió y cedió territorios por los muertos que tuvieron. Así que quien sigue la prensa árabe y observa lo que piensan y discuten intelectuales árabes, junto a un sector de las bases palestinas, verá que la pregunta es �¿es nuestra situación parecida a la del sur del Líbano o no?� La comparación no es correcta, ya que la situación en ese sector libanés era muy diferente a la que existe en los territorios de la autoridad palestina. Pero muchos siguen pensando que es lo mismo y que Israel entiende sólo por la fuerza y que ahora es el momento de poner en práctica todos esos conceptos de guerra.
�Usted se ha distinguido como un analista de la realidad política de los palestinos. ¿Quién o quiénes son los enemigos de Arafat?
�La verdadera oposición a Arafat es el partido islámico Hamas. Ellos son el hueso duro de roer para el líder de la OLP, si bien nunca hay que olvidar que el Hamas está mitad dentro y mitad fuera de la Autoridad Palestina. Ellos se cuidan muchísimo de no comenzar una guerra civil dentro del pueblo palestino. Si estallara un conflicto entre los palestinos e Israel, es casi ciento por ciento seguro que el Hamas se pondría del lado de Arafat.
�¿Y los grupos restantes dentro del mundo palestino? ¿Qué hay de los líderes que existieron y convivieron con Arafat?
�Los grupos restantes casi no existen. Están los religiosos musulmanes que existen porque a Siria le interesa mantenerlos como un mazo para mover en contra de Arafat cuando sea necesario. Y existirán por todo el tiempo que Siria no firme la paz con Israel. Cuando eso suceda, todos esos personajes como (George) Habash, Hawatme, Abu Nidal y Gibril tendrán que dejar Siria y no les quedará otra que irse a Irán.
�¿Puede dar más detalles de todos esos hombres fuertes del pasado?
�Habash se acabó. No tiene peso en el movimiento palestino, ya que hoy por hoy es un agente sirio. Y con él hay otros grupos chicos que tienen poca presencia en los territorios palestinos. Todo lo que fue el �Frente del Rechazo� con el mismo Habash, Abu Nidal, Hawatme y Gibril, que se opusieron a los acuerdos de Oslo, se anquilosaron y perdieron el tren de la historia. Es que a siete años de Oslo la calle palestina los dejó afuera, con una Autoridad Palestina que existe y un Estado en camino. Hoy por hoy, todos los que se opusieron han llegado a un �pacto de paz� con las autoridades palestinas, avalando su conducta y la de Arafat.
�Nos falta uno de los hombres más importantes en el conflicto: Hafez al Assad. ¿Qué piensa del él y de su hijo y ahora sucesor, Bashar?
�Assad era un líder duro, fuerte, un poco primitivo, también militar de carrera... (Silencio) Yo no pienso que actuó con mucha inteligencia, ya que el punto por el cual impidió un acuerdo (con Israel) fueron diez metros a las orillas del lago Tiberíades. Yo le dije a (Ehud) Barak que era una idiotez no firmar la paz con Siria por esos metros, que desde el punto de vista militar o de seguridad no tienen ni el más mínimo valor estratégico. Sea por el control de las aguas o se lo mire desde un ángulo táctico. Y si fuese sirio le hubiera dicho a Assad o a su hijo lo mismo: esos diez metros no valen nada. Sólo tienen valor simbólico y sentimental. Pero la realidad es que Siria es un país muy complicado, dividido entre ciudades y separado en grupos tribales y castas religiosas. Tanto que es casi imposible regir su política. Yo pienso que la sociedad siria acepta un régimen dictatorial porque teme lo que podría pasar en un Estado democrático. ¿Y qué podría pasar en un estado democrático? Pues lo que pasó en el Líbano: que el país se desmorone. Por eso a la muerte de Assad, existió un miedo tangible de que todo se derrumbe y comiencen guerras fratricidas dentro de Siria. De allí que los personeros del gobierno del partido Baath se apresuraron en nombrar al hijo de Assad, ante la posibilidad de un caos al estilo libanés.
�¿Cómo cree que se resolverá la cuestión con Siria?
�No tengo idea ni creo que nadie pueda saberlo. Espero que los israelíes firmemos la paz con ellos. Es cierto que Siria es un país muy débil militarmente y es seguro que Israel ganaría una guerra. Pero esto sería muy peligroso: Siria tiene armas químicas y bacteriológicas, por lo que antes de que se rindan, podrían caer misiles con esas ojivas en cualquier ciudad israelí. Nosotros debemos firmar la paz con los sirios y pienso que por tonteras perdimos buenas oportunidades para hacerlo. Ya en tiempos de Rabin o en estos tiempos de Barak. Siria es un vecino importante en el mundo árabe y espero que el hijo de Assad, Bashar, consiga la paz, aunque supongo que no puede barrer las reivindicaciones que el padre sostuvo históricamente. Es todavía demasiado débil como para decir �mi padre quería llegar al Tiberíades, pero déjenlo de lado. No es importante�. No puede. No tiene la fuerza. Y, además, tiene que lidiar con su tío, que está en Europa esperando a que su sobrino se equivoque para regresar y tomar el poder. Al final, la verdad es que la paz con Siria es secundaria. Lo importante ahora es llegar a una paz estable y definitiva con los palestinos. Esa es la meta primordial del hoy en Medio Oriente.
�¿Qué sucederá si no se logra un acuerdo?
�Estallará la guerra. Israel no tendría nada que ganar en ese conflicto, ya que al fin de la guerra la situación será la misma que al comienzo de ésta. Sólo que habrá intervención internacional, y quizás ambos pueblos, después de muchos caídos, estén más propensos al diálogo y estén dispuestos a cosas que no lo estarían si no hubieran víctimas de ambos lados.
El eje Nasser-Perón
�Ambos fueron líderes carismáticos. Los dos fueron, por así decirlo, �ingenieros sociales�, es decir, justicialistas. Ambos lanzaron una especie de socialismo estatal o un Estado semisocial. Yo pienso que Nasser fue realmente querido por su pueblo, porque los egipcios confiaban que él tenía en sus programas un bienestar social para ellos. Y así fue, porque es la primera vez que en Egipto tuvo seguridad social, con servicio médico gratuito. Malo, pero era de ellos y enteramente estatal. Era para todos. Pero también en su país convivieron las reformas con los campos de concentración para los opositores al régimen. Allí también pienso que hay puntos de contacto �en la persecución a los opositores� entre Nasser y Perón.� |
LA CUMBRE DE CAMP DAVID ESTA AVANZANDO MUCHO MAS DE LO PREVISTO
La Ultima Cena para Medio Oriente
Por Pablo Rodríguez
Las negociaciones de paz entre palestinos e israelíes en Camp David debían entrar ayer en un receso obligado por el sabbat hebreo. El premier israelí Ehud Barak, entonces, invitó al presidente norteamericano Bill Clinton y al líder palestino Yasser Arafat a compartir la cena del sabbat. Muchos analistas consideraron que esto habla del �ambiente constructivo� que domina la escena. El mismo portavoz de Barak, Gadi Baltiansky, dijo que los israelíes están dispuestos a permanecer dos semanas en Estados Unidos para llegar a un acuerdo con los palestinos. Importa poco que Clinton deba viajar a Japón el miércoles y que el gobierno de Barak enfrente mañana una moción parlamentaria de censura. Quizás importe más que se trate, como muchos predicen, de la última oportunidad para la paz. Y tanto palestinos como israelíes están avanzando más de lo que se imaginaba.
La cumbre actual de Camp David permite añadir una idea más a la lista de sentencias que se combinan para explicar una situación: justamente porque no puede pasar nada, pasa algo. Barak estaba imposibilitado de hacer concesión alguna. Su coalición de gobierno estuvo a punto de caer dos veces en las últimas dos semanas. Por su parte, Arafat no parecía tener un ánimo conciliador. Acababa de amenazar a Israel con declarar un Estado palestino el 13 de septiembre, haya o no acuerdo.
Barak estaría retrocediendo respecto de lo que no iba a negociar con Arafat: se habla de una cierta partición de Jerusalén donde quede un sector bajo control parcial palestino y se habla de la vuelta de los refugiados de la diáspora palestina. Arafat estaría retrocediendo respecto a Jerusalén como capital del Estado palestino y en otras cuestiones de seguridad. La tensión aumenta fuera y dentro de Camp David. Fuera, políticos israelíes y palestinos se preguntan qué están haciendo allá adentro. Allá adentro, las conversaciones �están cada vez más difíciles�, según admitió la secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright, y circula la versión de que Arafat dijo que si no se reveía una propuesta estadounidense demasiado �pro-israelí� se iba de Estados Unidos. Eso quiere decir que los asuntos espinosos, al menos, se están tratando.
¿Será que están haciendo �la paz de los valientes�, esa paz que Barak y Arafat impulsan por encima de lo que las relaciones de fuerza dentro de sus territorios le permiten? Si es así, en todo caso, no parten de la nada. Durante la primera mitad de este año, mientras los negociadores oficiales de ambas partes, reunidos en Israel y en zonas palestinas, fracasaban constantemente, negociadores �secretos� en Suecia avanzaban en cuestiones obviamente desconocidas. Arafat, Barak y Clinton se estuvieron reuniendo en Europa y en Medio Oriente, para ver cómo se podía revitalizar el acuerdo-marco por el cual las cosas deben estar resueltas antes del 13 de septiembre. La tensión existente se originaba en que había mucha negociación, pero ninguna concesión.
El hecho de que ahora Barak, Arafat y Clinton estén hablando en un idioma distinto al que se esperaba la semana pasada no es equivalente a �se llegó a la paz�. Si es la Ultima Oportunidad, la Ultima Cena, es precisamente porque en las filas palestinas ronda la imagen de la �traición�: la que, según ellos, cometió el antecesor de Barak, Benjamin Netanyahu, cuando el año pasado firmó con Arafat el acuerdo de Wye Plantation en Estados Unidos, luego llegó a Israel y borró con el codo lo que había firmado con el pretexto de que la Autoridad Palestina no cumplió con sus compromisos en materia de seguridad. Si Barak hará lo mismo o no, dependerá de cómo podrá hacer para imponer un hipotético acuerdo de paz a una sociedad aún dividida.
Este es el mismo problema que tuvo Rabin cuando volvió con el acuerdo de paz bajo el brazo. Y terminó asesinado. Y el que siguió a Rabin fue Netanyahu, que propuso deshacer lo hecho. Pero en este caso existe una situación radicalmente diferente. En los tiempos de Rabin, los palestinos estaban en pie de guerra y los atentados en Israel se multiplicaban. Hoy, la Autoridad Palestina controla un 40 por ciento de Cisjordania, gran parte de la franja de Gaza y los esfuerzos de Arafat para apaciguar a su tropa son evidentes y en algún punto exitosos. Si la de Arafat y Rabin era una paz apoyada en un ambiente de guerra, la de Arafat y Barak parece una paz que comenzó a existir, pero de la que no todos están convencidos. El matiz de esta diferencia es fuerte pero sólo en estos días se sabrá si es definitivo. Ya no se puede hacer pronósticos: la cumbre de Camp David está sorprendiendo a todos y nadie puede asegurar que lo haga de nuevo. Después de todo, Cristo no imaginaba qué traía Poncio Pilatos entre sus (limpias manos).
El amigo israelí de Arafat
�Yo me junté con (Yasser) Arafat hace 20 años, cuando era considerado nada más que como el comandante de los terroristas de la OLP. Allí comencé a contactarme con la dirección política de los palestinos, a pesar de que aquí en Israel trataron de hacerme un juicio por traición. Hoy todo el gobierno israelí sostiene relaciones con la dirección política de la OLP y todos los ministros hacen cola frente a la oficina de Arafat para ser recibidos por él. Y se pelean por el derecho de que los reciba. Entonces me es muy claro que el país y la opinión pública israelí ha avanzado muchísimo hacia la paz.�
�¿Piensa que Arafat está en condiciones de triunfar en su misión de crear un Estado palestino?
�El mandato de Arafat es muy, pero muy difícil, ya que él tomó el destino del pueblo palestino hace unos 40 años o más, en una situación donde el pueblo palestino no existía como tal. Donde Palestina no figuraba en ningún mapa y donde nadie los reconocía. Arafat logró levantar al pueblo palestino, llevándolo hasta las puertas de su liberación nacional, en condiciones tan desfavorables que es increíble cómo lo logró. Porque hay que entender que él debe crear un Estado donde no hay nada... En 30 años de invasión israelí y antes, con 20 años o más de dominación jordana y egipcia, no se levantó ni una sola fábrica palestina ni se invirtió ni una mísera moneda en proyectos básicos de economía. Por eso Arafat hoy debe formar una sociedad donde no existe nada o casi nada.
�¿Piensa que aquí en Israel el mejor amigo de los palestinos es usted?
�Sí, pienso que sí. Siempre me embanderé en la causa de la creación de un Estado palestino al lado de Israel. Y ésa fue mi posición mucho antes de que en 1969 el Partido Comunista israelí la adoptara después que (Leonid) Brezhnev propusiera su plan de paz para el Medio Oriente, donde incluía la fundación de una nación en los territorios palestinos. Pero por años, incluso en la Knesset (parlamento israelí) mi voz era la única que se escuchaba exigiendo ese Estado en los territorios ocupados. |
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