Por Gustavo Veiga
En los tiempos que corren, cuando la libertad de los hombres está subordinada a la libertad del dinero, el fútbol se ha convertido en un bocado apetecible que no sólo consumen las corporaciones, los fondos de inversión o empresarios que hicieron fortuna en una noche. Los políticos en actividad o que alguna vez ejercieron cargos en el gobierno se han incorporado al mercado para hacer negocios, traficar influencias e imponer estrategias, guiados más por el afán de lucro que por su pasión hacia una camiseta.
Durante el último verano, en una de las carpas que alquilaba en Pinamar un grupo de ex funcionarios menemistas, se deslizó la idea de bosquejar un proyecto para realizar colocaciones en el fútbol. El dinero recaudado durante diez años de administración lo permitiría; los operadores de turno harían el resto. Pero los hombres más cercanos al ex presidente no han sido los únicos que posaron su mirada en una veta que puede guiarlos hacia una mayor prosperidad. Secretarios de Estado, consultores económicos de estrechas relaciones con el poder y hasta ex funcionarios procesados por la Justicia fueron los primeros que, adelantándose a otros, comenzaron a explorar el terreno para obtener ganancias.
Economistas al ataque
Daniel Marx es, desde diciembre de 1999, el secretario de Finanzas del Ministerio de Economía. Mientras ejercía su cargo de director ejecutivo del Merchant Bankers Asociados (MBA) conoció al empresario Carlos Aloisio �sobrino del ítalo argentino Settimio Aloisio� hace aproximadamente dos años. Ambos mantuvieron una reunión en la cual el funcionario, que también negoció la deuda externa argentina durante la administración menemista, quiso saber cómo podría invertir en el mercado del fútbol.
�Fue una charla que no terminó en una decisión final, aunque durante casi dos años y hasta hace dos meses me seguí reuniendo con gente del MBA. Marx intervino en la primera conversación, y si no avanzamos fue porque todavía no existe respaldo legal para realizar determinadas operaciones en el fútbol�, informó Carlos Aloisio un instante antes de partir hacia España, la semana pasada.
En el club Lanús no olvidan cuando le vendieron a la firma Olimpia SA el pase de Claudio Enría, el actual delantero de Colón de Santa Fe. Aún sostienen que el traspaso resultó muy ventajoso. Durante meses se dijo en la institución del Gran Buenos Aires que el jugador había sido transferido a un grupo empresario del exterior. Vinculado con estos inversores estaba el economista Martín Redrado, representante de un tal Charles Lewis, hombre de negocios en Estados Unidos. El ex presidente de la Comisión Nacional de Valores durante el gobierno de Carlos Menem acaso ni sea recordado por aquella operación, ni tampoco por una frase que expresó para tentar a los capitales foráneos cuando se convirtió en funcionario a los 30 años: �La Argentina deberá ser un país sexy�. Hoy, a tono con la época, Redrado participa a través de su fondo de inversión en el portal de Internet Buenos Aires.com.
A Miguel Angel Broda, un consultor de la city que fue uno de los candidatos a suceder a Domingo Cavallo cuando éste se alejó del Ministerio de Economía, lo pierde su pasión por Atlanta. Alguna vez dijo que levantaría �una fábrica de jugadores� en el predio que el club posee en Villa Madero, llamado �La Bohemia� y que fue concedido el 8 de mayo de 1981 mediante un decreto firmado por Alfredo Martínez de Hoz durante la última dictadura. Sin embargo, el economista, más que dedicarse a la formación de futbolistas noveles, los adquiere cuando son profesionales. A mediados de 1996, y para jugar en el equipo de Villa Crespo en el torneo Nacional B, llegaron Martín Herrera (Boca), Gustavo Cuartas (Universidad Autónoma de Guadalajara), Raúl López y Enrique Cuenca Zaldívar (Deportivo Morón) y Daniel Delfino (Banfield). Durante la temporada siguiente, el plantel se reforzó con Sergio Módica (Los Andes), Héctor Santillán(Almagro) y Gabriel Guzmán (Almirante Brown). En todos los casos, los pases y los sueldos eran considerables. Pero no importaba, los pagaba Broda.
Todo indica que el economista liberal mantiene hoy en su poder los derechos económicos de algunos jugadores. Previsor, es un hombre que siempre hizo constar en prolijas planillas hasta el último centavo que invirtió en Atlanta, que jamás dejó de reembolsar con los respectivos intereses de plaza. Y, además, es el mismo personaje que el 19 de junio de 1996 le confió a un grupo de socios del club que la incorporación del arquero Herrera (provenía por entonces de Boca y ahora juega en el Alavés español) costaba �dos jugadores de séptima y quince lucas en negro para coimear�. Tuvo tanta mala suerte que un periodista grabó esas palabras, difundidas tiempo después por más de un programa radial.
El caso de Hugo Gaggero, el ex vicepresidente del Banco Nación y ex titular de la DGI durante la administración menemista, es más reciente y ratifica la tendencia del desembarco de capitales en el fútbol de origen político (Líbero le dedicó amplio espacio a su incursión en el fútbol el 29 de mayo pasado). Este ex funcionario, procesado en la causa IBM por cohecho y administración fraudulenta, controla el club San Lorenzo de Córdoba, pero, además, posee el pase del arquero de Los Andes, Darío Sala, una de las figuras que tuvo esta temporada el torneo de la B Nacional. Según una fuente vinculada con el club de Lomas de Zamora, Gaggero compartiría la propiedad del pase del número uno cordobés �tasado en 1.000.000 de pesos� con la empresa que gerenció el fútbol amateur de Los Andes y cuya cara visible es el empresario Tony Lázaro, representante de César Luis Menotti.
Otro ex integrante del gobierno menemista, Guillermo Seita, también se dedica en la actualidad a la compra y venta de futbolistas, asociado al empresario del rubro Ricardo Rodríguez. Militante de la JP Lealtad en los años �70, ex Guardia de Hierro y luego devenido en hombre de confianza del ex ministro Cavallo, llegó a ser secretario de Medios de Comunicación hasta que renunció el 1º de noviembre de 1995. Entre su actividad privada en Mar del Plata, y algún que otro viaje a España, habría trabado relación con los integrantes del denominado grupo Bahía, que controla medios de comunicación y desarrolla operaciones en el fútbol (fue el que colocó al técnico Héctor Cúper en el mercado español).
Un peso pesado
El arquero Sala contó la siguiente anécdota ocurrida hace un par de meses durante un entrenamiento en Los Andes: �Se me acercó una persona y me dijo que tenía interés en mi pase. Cuando le pregunté quién era, o si venía de parte de alguien, me contestó que había gente de la política, que trabajaba para un grupo en el que estaba Enrique Nosiglia�. El jugador le expresó a su interlocutor que debía hablar con Hugo Gaggero, el propietario visible de los derechos económicos, aunque no tuvo más noticias de ese misterioso individuo.
Se sabe que el ex ministro del Interior del gobierno alfonsinista es un operador consumado y sigiloso, inclusive, en el ambiente del fútbol. Pero el Coti Nosiglia, al tener cada vez más participación en el medio �ya sea como hombre de la política partidaria en Boca, su club, o respaldando iniciativas comerciales�, se expuso al gran efecto amplificador que provoca el deporte más masivo. Sus encuentros con dirigentes dejaron de ser esporádicos hace tiempo, a tal punto que un hombre muy cercano al presidente de la AFA lo definió así: �Influye en todo. Influyó en la elección de Macri, está influyendo en River a través de Aguilar y tuvo o tiene problemas con Grondona. No se olvide que el juez Branca, el que procesó a Julio, fue puesto por él�.
José María Aguilar, el secretario general de River, desmiente un vínculo orgánico con el político radical: �Nosiglia es de Boca y éste no es un tema menor. Con él y con el diputado Daniel Bravo (el hijo de Alfredo)hemos tenido reuniones en las que se habló del tema futbolístico en general, planteamos problemas y soluciones, pero esto nunca se inscribió en una estrategia política interna para el club. Que yo sepa, no desarrolla una actividad en nuestro ámbito riverplatense�. Sea como fuere, Nosiglia consolidó su influencia en el fútbol, se convirtió en interlocutor escuchado por sus dirigentes y hasta hay extraños personajes que se atribuyen representarlo en operaciones con jugadores.
Aunque por ser presidente de Chacarita tiene más exposición mediática que su amigo el Coti, el justicialista Luis Barrionuevo ha sido un continuo generador de recursos económicos para la institución. Una sola empresa, la constructora Emcovil, llegó a depositar 3 mil pesos por mes en una cuenta especial del Banco Provincia, sucursal San Martín, destinados a oxigenar las escuálidas arcas del club.
Pero hasta el propio dirigente gastronómico, un hombre de holgado pasar, habría adquirido de su bolsillo el pase de algún jugador. Cuentan que el volante Edgardo Parisi, cuando regresó desde el fútbol belga, recaló en Chacarita gracias a su dinero. Los más osados recuerdan que en 1998 circuló la versión en San Martín de que tres futbolistas, José Garay, Miguel Prado y Daniel Fernández, habían sido adquiridos por el sindicalista en sociedad con el ex presidente Carlos Menem. De todos modos, y aunque Barrionuevo no considera por ahora que el fútbol sea un negocio demasiado redituable, le ha permitido a Daniel Lalín, el ex presidente de Racing, salvar algo de su patrimonio futbolístico. El volante Rubén Capria cobra 30 mil dólares por mes y mantiene cierta cotización, mientras juega en Chacarita como lo hizo hasta hace un tiempo su hermano Diego. Lalín pagaría una parte de los haberes que percibe el Mago.
Este cuestionado empresario fue contador general de la Municipalidad de Buenos Aires durante el gobierno de Carlos Grosso, entre el 1º de abril de 1990 y el 6 de mayo de 1991. Lalín, como Juan De Stéfano, otro ex presidente de Racing, siempre militó en el PJ. A los dos también los unió la incursión en el mercado del fútbol con fondos que serían de origen dudoso. Durante el período en que De Stéfano gobernó la entidad de Avellaneda, afirmó que el pase del volante Fernando �Teté� Quiroz fue adquirido con dinero aportado por el empresario Alfredo Yabrán.
En el partido de Lomas de Zamora, Banfield y Los Andes son los rivales de toda la vida. En el primero, el club que desvela a Eduardo Duhalde, a menudo se tejen habladurías sobre cómo operan los hombres del ex gobernador bonaerense en ciertos negocios. Carlos Tempone, el titular de la institución, trabaja en la inmobiliaria que hace poco reabrió el matrimonio Duhalde. Las sospechas de que el último candidato a presidente del PJ controla Banfield no son de ahora. Ni tampoco de que, en más de una oportunidad, aportó dinero para comprar futbolistas.
En el ascendido Los Andes, un estrecho colaborador del ex intendente y ex ministro duhaldista, Hugo Toledo, siempre ha tenido una vida activa en la institución. Se trata de Héctor Puqui Defino, quien pagó, junto con otros hinchas caracterizados, los 120 mil pesos que valía el pase de Daniel Jiménez cuando integró el plantel. El goleador fue transferido tiempo después a Instituto de Córdoba, donde aún juega. Al igual que Toledo, otros punteros del duhaldismo como Osvaldo Mércuri y Jorge Rossi son simpatizantes de Los Andes. Este último, que también fue directivo del club, adquirió en su momento los pases de varios futbolistas.
El joven partido de Hurlingham sólo ha sido gobernado hasta hoy por su primer intendente peronista, Juan José Alvarez, reelegido en los últimos comicios. Abogado de profesión, es socio de Néstor Sívori �ex vocal titular riverplatense e hijo de aquel recordado jugador que brilló en la Selección Nacional y en Italia� en la compra, venta y representación de futbolistas. Este discípulo político de Duhalde es amigo de Sívori (h) desde que compartieron sus estudios universitarios y tiene buena llegada aRiver, donde representa a juveniles como Gabriel Pereyra y Pablo Rodríguez.
Manzano, el precursor
Durante la temporada 1993/94, Argentinos Juniors jugó como local en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza. Por entonces nacía una relación que, con el tiempo, se solidificaría en azarosas operaciones comerciales vinculadas con el fútbol. Para entender estas transacciones hay que detenerse en cuatro nombres: Torneos y Competencias, el grupo Vila, Raúl Moneta y José Luis Manzano.
Después del fracaso que significó el trasplante del club radicado en el porteño barrio de La Paternal a Cuyo, Daniel Vila (propietario del diario Uno de Mendoza y de otros medios) y el ex político y gestor de negocios Manzano �ya sin la participación de TyC� se asociaron para gerenciar el fútbol del club Godoy Cruz, con el respaldo del ex banquero Moneta. Contrataron a Humberto Grondona como técnico y tropezaron de nuevo con la misma piedra. Como no consiguieron el objetivo fijado (el ascenso de categoría), dejaron tierra arrasada a sus espaldas: una institución desquiciada y sin los futbolistas que habían llevado.
Por entonces ya había entrado en escena un abogado penalista que patrocinaba al ex árbitro y bufo televisivo Guillermo Nimo. Se trataba de Jorge Martínez, quien con el tiempo se convirtió en un engranaje clave de las operaciones entre Manzano y Vila. Cuando los dos primeros se cruzaron de vereda futbolística �pasaron de Godoy Cruz a Independiente Rivadavia de Mendoza�, impulsaron para presidir el nuevo emprendimiento a Ricardo Lilloy, un ex dirigente del PJ y presidente de OSEP, la obra social de Empleados Públicos, denunciado por enriquecimiento ilícito. Controlado de este modo el club de la capital provincial, apareció el doctor Martínez con algunos jugadores que serían de su propiedad, como Favre y Natalichio. Y aunque el grupo no consiguió su propósito inicial, que era comprar Independiente Rivadavia, al menos evitó el descenso de categoría. Estos son apenas algunos ejemplos de cómo la política y el fútbol, combinados, pueden deparar florecimiento económico, influencias notables y, en algunas ocasiones, estrepitosos fracasos que no suelen pagar sus responsables. Porque, así como el juego es aquella dinámica de lo impensado que mencionaba Dante Panzeri, los negocios son negocios.
Para que ganen unos pocos y pierda la mayoría silenciosa que siempre los mira por TV.
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