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el Kiosco de Página/12

¡Ese es mi pibe!
Por Antonio Dal Masetto

�Algunos felices padres tienen la fortuna de que un hijo les nazca con oído absoluto y por lo tanto se convertirá en músico de excepción. Otros niños tienen el don del color y la línea, serán artistas famosos. Otros vienen al mundo con un ángel en el pie izquierdo y se convertirán en ídolos en las canchas de fútbol. Yo puedo afirmar con orgullo que mi hijo Adolfito también es un virtuoso �dice Benjamín.
�¿Arte, ciencia, deporte? �preguntamos.
�Lo vengo siguiendo desde la cuna y ahora que tiene ocho años puedo asegurar que ya es un artesano de la alta alcahuetería. El niño más alcahuete que haya conocido. Lo único que me desvela es cómo encauzar esa vocación.
�Si me permite �dice Julio�, el ámbito más propicio para desarrollar ese especial talento es la carrera de las armas. Casi le diría que le garantizan una ascensión meteórica, viaje expreso y sin estaciones intermedias desde el Liceo hasta los rangos más altos. Si tiene el talento que usted asegura, créame que alcahueteando con eficacia para uno o varios de los jefes inmediatos, un día no muy lejano usted lo verá a su pibe luciendo todas las estrellas, cargado de condecoraciones, brillar en el firmamento militar al calor de la gloria.
�No voy a desmerecer el sabio consejo del amigo Julito �dice Nancy�, pero me gustaría contarles el caso de un pariente mío, formidable alcahuete desde los cinco años, un Mozart de la alcahuetería, que no sólo hizo una gran carrera sino que amasó una fortuna. ¿Y en qué campo? La política. Eso sí, querido Benjamín, asegúrese de que su hijo tenga verdaderamente el don, porque la competencia es feroz y la carrera es larga. Mi pariente empezó alcahueteando en la sociedad de fomento del barrio y después se consiguió un puesto de cafetero en el Concejo Deliberante. A partir de ahí, chimento va, chimento viene, pasó al Poder Legislativo y un buen día, siempre gracias a su habilidad para la alcahuetería, lo eligieron diputado. Fue soplón de los presidentes de bloque de todos los partidos y del presidente de la Honorable Cámara. En pocos años tocó la cima y apareció parado detrás del sillón del presidente de la Nación, hablándole al oído. Imagíneselo a su pibe en ese lugar.
�Qué lo tiró �decimos todos�, no es fácil llegar hasta el sillón de Rivadavia.
�Y eso no es todo, ahora está en una etapa todavía superior: alcahuetea para la esposa del presidente.
�Yo no soy quien para discutir cuál es la mejor elección para su pequeño alcahuete �dice Santino�, pero tengo un sobrino, Carmelo, que justamente fue favorecido por la naturaleza con una extraordinaria capacidad para la alcahuetería. Eligió el mundo del dinero y allí aplicó su talento. Los grandes negocios son para un alcahuete como una pradera de hierba tierna donde puede retozar a gusto. Carmelo actuó en el área de emprolijamiento de divisas, pasó a la exportación de insumos bélicos, luego se fue a Colombia y se vinculó a la industria química informal y finalmente pegó el gran salto a Estados Unidos. Hoy Carmelo es consejero, hombre de confianza, mano derecha, asesor insustituible y compañero de juergas de don Vito Galante, que lo adora como a un hijo. ¿Y saben por qué? Porque es esforzado, aplicado y consecuente. Trabajó tan finamente su habilidad para la alcahuetería que se ha vuelto un vidente. No sólo puede filtrarse en los sitios y los ambientes más inexpugnables, sino que es capaz de captar lo que están pensando o inclusive lo que puedan llega a pensar (lo que todavía no pensaron), los competidores de don Vito Galante. Si su pibe tiene la capacidad que usted asegura, disciplínelo hasta que llegue a ser como mi sobrino, un alcahuete vidente. 
�No quiero desmerecer a nadie �dice Gregorio�; todos los consejos que le están dando al amigo Benjamín son impecables, pero están olvidando la carrera de las carreras, la de la espiritualidad y la fe, me refiero a la eclesiástica. ¿En qué otro ámbito reina un clima de claustro académico como ahí? Es un camino de esfuerzo y paciencia, que comienza desde monaguillo con las primeras prácticas de alcahueterías, para seguir en los pasillos y oscuros meandros de los seminarios, hasta recibir la gran llave que es la habilitación para escuchar confesiones: la mayor fuente de información de todos los tiempos. Y luego, munido de ese Abrete Sésamo, trepando y trepando primero llegará el purpurado y finalmente Roma. Amigo Benjamín, piénsese a usted mismo en la gran plaza, esperando ansioso el humito blanco de la fumata, con su hijo en la terna de candidatos, y el momento de mayor gloria, el pibe elegido por la palomita celestial y consagrado en lo más alto del escalafón, único, directo, sin intermediarios y sin competencia, máximo alcahuete del supremo hacedor de todas las cosas. ¿Se lo imagina?

REP

 

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