Escepticismo y críticas en EE.UU.

�Después de varios anuncios grandilocuentes, pistas falsas y desilusiones, los argentinos, y especialmente la comunidad judía argentina ven con escepticismo la posibilidad de enterarse alguna vez de qué sucedió realmente. El anuncio del juicio oral para fines de este año o para el 2001 no sacudió la indiferencia y desánimo de los muchos que dudan de que el juicio pueda echar luz sobre la conspiración para el atentado y piensan que sólo servirá como un disfraz, una manera elegante de cerrar el caso y olvidarse del asunto.� El sexto informe anual sobre el caso AMIA del Comité Judío Americano, una de las más importantes instituciones comunitarias de EE.UU., criticó ácidamente la �incapacidad� de Argentina de investigar el atentado y reflejó la �desilusión de muchos argentinos� sobre la capacidad del Estado de �encontrar a los culpables�.
Desde julio de 1995, el Comité publica anualmente un paper sobre la marcha de la investigación del atentado. La sexta edición, titulada �Asuntos sin terminar�, ya trasluce impaciencia por la falta de novedades. �La falta de resultados en la investigación del caso simboliza la corrupción y criminalidad todavía reinantes en varias áreas del Estado argentino�, señala el informe, refiriéndose en particular a la policía y las agencias de inteligencia.
Tampoco se ahorran críticas a los actos de la Corte Suprema por ser �demasiado convenientes�: el tribunal acusó primero a Hezbollah y luego al terrorista libanés Imad Mughniyah, por el atentado contra la Embajada de Israel de 1992. En ambos casos, la Corte �no ofreció la menor evidencia� para sostener sus acusaciones. La conveniencia está en que, en lugar de investigar seriamente la conexión local de ese ataque, verdadero antecedente del de la AMIA, el tribunal señala a una organización remota y a un terrorista que EE.UU. lleva años tratando de capturar sin éxito. Una fuente citada por el informe define la situación: �Por lo que podemos hacer los argentinos, bien podrían haberle echado la culpa al diablo.� 
El paper tampoco ahorra crítica a la actuación del juez Juan José Galeano, encargado del caso AMIA. Después de historiar la fascinación del magistrado por las conexiones internacionales de la peluquera iraní Mokhtari y el brasileño Wilson dos Santos, que resultaron en el pedido de captura de otro �conveniente� sospechoso extranjero, el informe hace un sumario de las duras acusaciones contra el juez presentadas por Memoria Activa ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Los cargos presentados son un resumen de las arbitrariedades que vician la investigación: evidencia que se pierde, descuidos increíbles, escombros que se arrojan al río sin revisar, testigos que no se citan aunque pasen los años, cintas borradas, llamados telefónicos para avisar de allanamientos �sorpresa�. 
A la hora de explicar qué parte del caso va a juicio, el informe reproduce las acusaciones del mismo Galeano contra los que bloquearon su trabajo. �El escrito del juez es deprimente. Entre otras cosas, al juez le tomó tres años y medio decidir que Protección del Orden Constitucional no funcionaba y que tenía que formar otro grupo,� resume el paper de la institución norteamericana. �Aun dándole a Galeano el beneficio de la duda,� continúa el informe, �muchos temen que su investigación esté tan mal construida que el caso se derrumbe.� 
Si bien la mayoría de las críticas del Comité Judío Americano en el informe se refieren al gobierno de Carlos Menem, el de Fernando de la Rúa ya es mencionado bajo una luz severa. El informe señala que la prometida Task Force sólo existe en los papeles y que el tribunal que juzgará el caso no recibió los recursos necesarios para escuchar �el caso más complejo en la historia del país�. La reanudación de las relaciones comerciales con Irán, justificada con el bizarro argumento de que �el presidente argentino pidió disculpas por el Holocausto,� también es señalada con preocupación.
�El caso AMIA sigue vivo en los medios, en el debate político y en las mentes de miles de ciudadanos argentinos,� concluye el informe. �De hecho, se ha transformado en el metro para medir los actos de ciertos funcionarios, la verdadera prueba de las intenciones de un gobierno que habla de seguridad, honestidad y reforma. Es un símbolo y un asunto sin terminar. Pronto se escucharán por primera vez los argumentos a favor y en contra, y tal vez podremos medir el nivel de mentira y obstrucción que sufrió la investigación.�