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Por Karina Micheletto Se define como un músico nacionalista. Dice que lleva la bandera en el corazón. Levanta su suéter y muestra el tatuaje celeste y blanco en la izquierda del pecho. Antonio Tarragó Ros, acordeonista, cantante y compositor, no les tiene miedo a las definiciones: �Tengo mucho para dar y muchas ganas de hacer. Quiero participar en política porque siento que es mi obligación. No tengo miedo a contaminarme ni a salpicarme, yo sé quién soy y qué hago, y la gente también�. Confiesa que es amigo de Gustavo Beliz, y que está orgulloso de serlo. Con un nuevo disco a punto de salir a la calle �Enamorado, grabado en parte en Miami, con solistas y orquesta de cuerdas�, el chamamecero se presentará el próximo sábado en Megafón, (Chacabuco 1072), donde ya actuó anteanoche. �¿Por qué eligió llamar a su espectáculo Enchamigación? �Si tuviera que ponerle una traducción podría llamarse �Vínculos�. El sistema nos desvincula, nos hemos transformado en una millonada de soledades. Y yo elegí volver a tocar a los lugares chicos, para que nos vinculemos desde otro lugar. Está faltando el contacto más cercano, no quiero que me tengan que ver en una pantalla gigante. En un lugar chico la música te penetra, te envuelve, el artista está ahí, se puede oler. Hoy se tiende a los megarrecitales porque la otra opción resulta antieconómica. No digo que esté en contra de eso, sino que falta de lo otro, y sobre todo a las generaciones más jóvenes. La gente va a cantar a los grandes recitales, no a escuchar. Esto pasa con Luis Miguel, pero también con Charly. Y, si no hay escucha, no hay posibilidad de arte. Esta falta de vínculos nos está cercando a todos. �¿Cree que dentro de la música popular los artistas también están desvinculados? �Es que estamos todos muy arrinconados. Te voy a poner un ejemplo: Cuando vi por la tele a Charly en Rosario, preso, lo vi tan solo que pensé: �se va a morir de soledad�. Me pareció espantosa una Justicia que encarcela a un artista y que hace la vista gorda a las grandes corruptelas. Enseguida pensé que había que hacer algo para pedir que ese juez fuera y lo atendiera. Dejé mensajes en los contestadores de varios amigos proponiéndoles que nos pusiéramos a tocar en la plaza. No me contestó nadie. Estuve una semana bajoneado, pensé: �qué solos estamos�... Casi agarro la verdulera y me voy solo, pero después pensé que no iba a faltar quien dijera que yo iba para mostrarme. Un músico popular tiene una herramienta que debe ser ejercida, si nosotros nos pronunciamos por los derechos humanos, por una idea política, ¿por qué no por un compañero? �Usted declaró públicamente su adhesión a Nueva Dirigencia, tocó en el cierre de campaña y fue criticado por esto. ¿Lo dañó esta crítica de algún modo? �En absoluto. Creo que es deshonesto no decirle a la gente quién sos, cómo pensás. La gente conoce mis cosas más íntimas, mis divorcios, mis hijas, mis pasiones, mis errores, mis miserias. No me interesa armar un discurso para quedar bien. Que me quieran como soy. Los artistas no tenemos por qué pedir disculpas por tener una idea política, me parece que es al revés. Todos hablamos de que la democracia es participación. Uno se pronuncia y te dicen: �qué raro que vos estés en política...�. ¡Lo raro es que no haya nadie! Hoy parece que es un delito participar en política. Yo soy peronista, pero el peronismo está en una crisis que creo que es terminal. Y a Gustavo lo quiero mucho, creo que es un tipo que se juega, que va al frente porque tiene un fuerte coraje con sus convicciones. Le pregunto muchas cosas, cuando estoy mal voy a hablar con él, me llena el corazón de esperanza. �¿Cree que es positivo que los artistas formen parte de la dirigencia política? �Por supuesto. Creo que los artistas deben estar cerca de la dirigencia, y formar parte de ella, porque la cultura es la única obra pública que cambia al hombre en esencia. Criticar es más fácil que orinar el suelo. Hay que arrimarse, expresar cada punto de vista. Nosotros tenemos una ventaja que nos da la gente, y es que podemos llegar desde el cariño. Entonces, por ejemplo, yo me pongo al lado de Duhalde, hablo con él y le digo: �che, en los Torneos Juveniles Bonaerenses habría que poner un poco de folklore, no te parece?�. Desde este lugar siempre se puede arrimar algo. Yo soy un militante de la cultura, de la música argentina, soy un agitador cultural. Ese es mi laburo, y donde me vean, yo soy eso. Voy a estar haciendo eso, peleando por eso, y al lado del que haga eso. �¿Qué significado le da a la palabra nacionalista? �Los que somos nacionalistas tenemos muy mala prensa. Enseguida te dicen: nacionalista, igual a nazi. Esto es una trampa semántica. Patria viene de padre, un nacionalista es un tipo que quiere a su padre con sus defectos y diferencias, que forma parte de una familia y que ama a su tierra profundamente. ¿Qué tiene que ver eso con la intolerancia del nazismo? El nacionalismo es la diversidad: yo amo la chacarera, la música cuyana, el tango de Piazzolla y el de D�Arienzo, el rock de Charly y el de Cerati. Y amo profundamente este país, de una forma casi patológica. Habiendo tanto extranjerizado suelto, yo me permito ser un exagerado enamorado de la Argentina. �En los últimos años hubo un resurgimiento del folklore argentino. ¿A qué se debe? �El hombre vive haciendo esfuerzos para ser igual al otro, pero su esencia es la diferencia. En este mundo globalizado, los pueblos están volviendo a la particularidad, porque para existir en el universo es necesario ser distinto. Creo que el hecho de que la juventud esté pronunciándose por el folklore y por lo nacional tiene que ver con eso. Y en medio de esta crisis horrorosa, a todo nivel, del espanto salen el arte y la belleza. Porque definitivamente esto no es lo que nosotros queríamos, no hemos peleado tanto para esto. Esto se lo dije a Mingo (Cavallo): �Ustedes los de Harvard tienen que hacer un Master en la Villa Itatí, en Ciudad Oculta, ahí está el problema que tienen que ver los economistas�. �¿Y qué le contestó? �Me dijo que tenía razón, y empezó a caminar por todos los barrios.
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