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Después de un año y medio de negociaciones y a más de medio siglo del Holocausto, Alemania cerró ayer un acuerdo para indemnizar a las víctimas de trabajos forzados impuestos por el Tercer Reich. El documento fue firmado en Berlín por el gobierno alemán, los representantes de Estados Unidos, Rusia, Polonia, Bielorrusia, República Checa y Ucrania y la Conferencia Judía de Demandas, que defiende los derechos de las víctimas. El punto central, que demoró la firma del documento durante más de 15 meses, es el origen del dinero: según se rubricó ayer, será provisto en partes iguales por el Estado alemán y las empresas que fueron beneficiadas por ese sistema de trabajo. En total deberán aportar los (casi) 5000 millones de dólares para indemnizar a más de un millón de víctimas aún vivas (en su mayoría judíos) de los aproximadamente 10 millones que cumplieron trabajos forzados bajo el nazismo. Los protagonistas del acuerdo no dudaron en coincidir que se trató de un �momento histórico�. Sin embargo, muchos también coincidieron en que �llega demasiado tarde para muchas víctimas�. Uno de ellos fue el ministro alemán de Relaciones Exteriores, el verde Joschka Fischer, quien actuó como anfitrión del encuentro realizado en su ministerio y aclaró que �las indemnizaciones no podrán compensar jamás el dolor sufrido por las víctimas del nazismo�. De todos modos, las tres figuras políticas más relevantes (el canciller alemán, Gerhard Schroeder, el representante del gobierno alemán y ex ministro de economía Otto Lambsdorff y el delegado norteamericano Stuart Eizenstat) se mostraron satisfechas. �Se cierra uno de los últimos capítulos abiertos del pasado nacionalsocialista�, celebró Schroeder, quien agregó que así �Alemania demuestra que es consciente� de su pasado. Por su parte, el representante estadounidense elogió el esfuerzo de gran �dimensión moral� de Alemania al �hacer frente a su pasado� y aceptar �colectivamente sus responsabilidades�. �Este punto final económico no es de ninguna manera un punto final moral. Eso no podrá haber jamás�, aclaró inmediatamente Otto Lambsdorff. Además de lo económico, los dos aspectos centrales del acuerdo fueron la creación de la Fundación �Recuerdo, Solidaridad y Futuro� (que luchará �contra toda clase de racismo�) y la declaración de Estados Unidos de que �no es de interés nacional� que en el futuro se inicien nuevas demandas por parte de las víctimas. Es que el acuerdo firmado ayer nació de varias demandas presentadas contra el Estado alemán por parte de la comunidad judía en Nueva York. La aclaración fue lo que aflojó en parte las tensiones existentes en los altos círculos empresarios ante la posibilidad de que, después de desembolsar su parte de la indemnización en base a este acuerdo, surjan nuevas presentaciones judiciales que den lugar a un nuevo desembolso. En ese sentido, el dinero fue el tema más polémico. En primer lugar, aún queda pendiente que los industriales completen su aporte. Ese factor hizo que la ceremonia de ayer se retrasara ante la reticencia de los abogados de las víctimas a poner su firma en el documento sin que existieran �todas las garantías� de que las empresas depositarán el dinero que corresponde. Ahora, con la firma del documento se prevé que la fundación Recuerdo, Solidaridad y Futuro realice los pagos �que serán de un máximo de 7500 dólares pro capite� �en dos veces antes de fin de año�. Ese punto motivó el segundo reclamo de los defensores de las víctimas. Según las estadísticas presentadas por los abogados, el medio millón de sobrevivientes judíos se reduce todos los meses ya que su edad promedio es de 80 años, y un pago escalonado �supondría demasiado tiempo� para ellos.
ESCANDALO PARA HILLARY CLINTON Tal vez para compensar el historial de su marido, Hillary Clinton ya tiene su propio escándalo público. Según explica el periodista Jerry Oppenheimer en su último libro, State of the Union �sobre el matrimonio presidencial�, después de que Bill perdiera en 1974 una elección como representante al Congreso nacional, Hillary se lanzó al cuello de Paul Fray, responsable de esa campaña electoral, culpabilizándolo de la derrota con un insulto para nada acorde con la corrección política que muestra en su vida política. Varios testigos aseguran que la primera dama se despachó con el inequívoco epíteto de �maldito bastardo judío�.
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